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...El Toque del Oboe
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Son dos obras de una gran similitud.
No en vano son el original escrito y su versión cinematográfica. Por supuesto, con sus coincidencias y sus diversidades. Pero, sobre todo, con su metáfora inherente en las dos: el pueblo dormido que despierta.
En el cine, para seguir durmiendo porque ha muerto el músico que les había dado vida. En el cuento original con esa esperanza que deja el escritor: “Y entonces se inauguró una larga espera. Tal vez, con el tiempo, el muchacho llegaría a tocar como el extraño. Era cuestión de esperar. Y, entretanto, 
de vivir”.
Francisco de Paula Oliva s.j..
Empezaba a caer la noche sobre el pueblo. De la iglesia salía el rumor del mujerío rezando el rosario. El centinela de la Comisaría dormitaba...” Así comienza su cuento Mario Halley Mora. “Entonces llegó el visitante”. “¿Trajo equipaje?”, preguntó el oficial con sospecha. “Una valija y un bulto, respondió el posadero”.
Y, al día siguiente, aquel extranjero, se sentó en la plaza del pueblo. Del bulto sacó una trompeta.
“Entonces, la música empezó, y el pueblo, y las cosas y las personas quedaron detenidas en el tiempo”... “Todo quedó pendiente del purísimo sonido del metal, el cielo y la tierra se volvieron música, y la música era un enorme lamento que era la suma de todos los lamentos por todos los muertos”.
“Terminó la música. Y un silencio más ensordecedor que todas las ovaciones de todos los teatros, premió al músico que sonrió, hizo una reverencia y se alejó con su paso largo, camino a la posada.”
Otra noche tocó las canciones de Lousiana, “tierra de algodones y de esclavos negros, que soñaban con su perdida Patria africana. Querían lanzar a la cara de Dios su tristeza infinita. Y encendían fogatas en la noche y cantaban con lamentos de leones ciegos”. Otra, “con un trozo de Carmen de Bizet incendió las almas varoniles...”. Otra, “los pulmones se ensanchaban hasta una dimensión celeste y triunfal con Aída, de Verdi. Otra noche, los hombres entrevieron entre brumas azules como vapores de una nube caída, la silueta y el rostro de una mujer, suma de todas las mujeres y síntesis de todos los sueños, que se llamaba Leonora...”
. OBOE EN LUGAR DE TROMPETA
La película con que cerró el 9º FESTIVAL CINEMATOGRÁFICO INTERNACIONAL DE ASUNCIÓN” se titulaba “El toque del oboe”, y era una coproducción paraguayo brasileña, dirigida por Claudio Mac Dowel.
La trama es la misma. El extranjero que llega. Esta vez con un oboe. Que conmueve al pueblo. En el film dando con su música sentido a una serie de viejos rollos del cine mudo. Ese extranjero también muere. Tuberculoso en la película y en un suicidio desesperado en el cuento de Halley Mora.
Sin embargo, el final es diverso. En la película el pueblo entero va a enterrar al oboe, después del intento de algunos de poderlo tocar. En el cuento, con esa esperanza que deja el hijo del Presidente de la Seccional intentando aprender a tocar la trompeta.
  RECUERDO DEL PARAGUAY
Viendo la película y leyendo el cuento original, me acordé mucho de nuestro Paraguay. Es como aquel pueblito, pero en grande. Nos sobran mediocridad, aburrimiento, horizontes cerrados. Nos sobran, todavía más, bastantes cosas que son peores: corrupción, impunidad, mafia, machismo, ladrones, y politiqueros... Estamos inmersos en la cultura del miedo, del silencio, del mbarete.
En aquel anónimo pueblo, y en el Paraguay actual de la realidad, necesitamos con urgencia el toque de una trompeta o de un oboe, da lo mismo, que nos despierte, nos anime, nos dé esperanza, nos haga romper las cadenas que llevamos dentro y que nos fuerce a gritar que es posible todo lo que seguimos soñando. Para lograrlo necesitamos “nuestro toque”, algo que “nos quiebre el silencio”. Pero... ¿en qué consiste, y qué es?
  PERIODISMO ACTIVO
De todo esto hablé en un artículo del diario “ULTIMA HORA”.
Aquella misma tarde varias personas me llamaron deseando hablar conmigo. Y a la semana siguiente nos reunimos todos juntos. ¿Qué toque de trompeta o de oboe necesita nuestro Paraguay para que se “quiebre el silencio?
Y me dieron toda clase de sugerencias. “Nos despierta la organización vecinal, barrial”. “Es la educación comunitaria que hace una labor inestimable; recuerden que somos un pueblo de cultura oral”. “Yo organicé un club de lectores jóvenes en mi casa. Tengo muchos libros y vi que había que ponerlos a disposición de más gente”.
También se dijeron las dificultades. “La Municipalidad tuvo envidia de la coordinadora de comisiones vecinales que teníamos y las fundió”. “La educación formal anda por los  suelos, y la informal hace tiempo que los padres desistieron de darla”. “La radio comunitaria que tenemos está amenazada de cierre. Y saben muy bien que es la mejor expresión de la voz genuina del pueblo, pero ¿les interesa esto a nuestros políticos?.”
Como en el cuento de Halley Mora o en el film, son pocos los que se atreven a intentar dar unas notas con el oboe o la trompeta. Pero, allí se estimulaba con la esperanza de que alguno lo supiera hacer. Sin embargo, en la actualidad del Paraguay se ataca, se impide, se minusvalora el esfuerzo de quebrar el sueño de nuestro pueblo.
Y es que hoy privan otros intereses en los que tienen el poder: enriquecerse sea como sea, considerar la política como una carrera personal. Están convencidos de que al pueblo lo contentan con migajas o con la compra de votos en tiempos de elecciones. Y así adormecido estorba menos y sirve de más para ellos.
  POSDATA
Quiero acabar con una frase de Mario Halley Mora: “La rutina volvió, pero el recuerdo persistió como un anhelo callado y compartido. Un frío anochecer de agosto fue el sobresalto. Hendía el silencio el sonido de la trompeta...”
Lo mismo nos ocurrirá en el Paraguay. Solamente que el marcar el día y la hora está en nuestras manos.

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