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...EDITORIAL. ..Reforma del Estado, Reforma del País, Reforma Agraria . |
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Hay
hambre y desesperación en el norte del país. También
en el este, oeste y en el sur. Hay escasez y desesperanza. Hay ocupaciones
en el campo y en la ciudad. Hay desocupación, violencia y angustia
en los barrios marginales. Los vecinos del barrio de San Miguel piden a
la municipalidad que por favor no les quiten el basural pues gracias a
las basuras se alimentan. Los bañados se manifiestan ante el Congreso
con el clamor del “Bañado Sapukai” reclamando soluciones a problemas
agobiantes. Campesinos y marginados peregrinan a Caacupé con el
“grito de los excluídos”. Hay amenazas de golpe de estado.
La corrupción sigue campeando, con el desesperanzador agravante de denuncias clamorosas que pesan sobre el Contralor de la Nación, nuestra frustrada esperanza para lograr un mínimo de transparencia y honestidad. En este contexto se presenta el nuevo Plan de Gobierno 1999-2003 fruto del consenso tripartito del Gobierno de Unidad Nacional. ¿Tendrá la economía paraguaya por sí misma capacidad de generar los recursos necesarios para realizar lo que pretende? La buena voluntad tiene que ir acompañada de una inversión efectiva en las áreas señaladas, especialmente económicas y sociales: en infraestructuras, educativas, sanitarias, etc. Por tanto es preciso y urgente empezar a trabajar. Hay que romper los círculos viciosos del prebendarismo y clientelismo político. Hay que dar fin a los acomodos y manejos sucios. Hay que empezar por la reforma interior y decidida de todos los protagonistas de la reforma, tanto de quienes fueron elegidos por nosotros para el manejo de la “cosa pública”, gobernantes o legisladores, como de nosotros mismos quienes, con nuestra participación y trabajo somos corresponsables en la tarea de reformar el país. Y, por supuesto, es preciso sustituir a los "hombres escombros" por nuevos hombres y mujeres, con otra mentalidad. Es necesaria la reforma institucional. Se
cumplen dos años del documento sobre la Reforma Agraria del Consejo
Pontificio “Justicia y Paz” en el que se afrontan con claridad sangrantes
problemas de países, como el nuestro, mayoritariamente agrícolas
y rurales, caracterizados por la concentración de la tierra y atenazados
por un modelo de desarrollo mundial que favorece la industrialización
a expensas de la agricultura, con las consecuentes secuelas negativas para
el mundo rural. El documento toma partido a favor de los pobres y propone
una eficaz reforma agraria que responda a las necesidades de un desarrollo
sólido, humano y sustentable.
Este
recrudecimiento de la pobreza, la carestía cada vez más acentuada,
el hambre y la miseria, agravan, cada día más, el malestar
de nuestros campesinos y provocan la ocupación de tierras, arrebatándolas
incluso de pueblos indígenas. Es preciso, pues, tomarse en serio
la, hasta el momento negada pero urgente, Reforma Agraria.
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