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...EDITORIAL.
..Y después de marzo, qué
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    Llegó marzo del 2000 con las anunciadas y numerosas manifestaciones campesinas y ciudadanas. Ellas dejaron constancia del descontento popular y algunas consiguieron buen número de promesas. Religiosos y obispos en Asamblea conjunta hicieron su análisis de la realidad y ofrecieron a la opinión pública sus preocupaciones. Por su parte los obispos, en solemne Eucaristía, presentaron a la ciudadanía una carta pastoral pidiendo se erradiquen la mentira, la corrupción y la impunidad y reclamando al gobierno “signos claros” en la lucha contra esos males. Es evidente y manifiesta la voluntad de muchos países, especialmente Brasil, Argentina y EE.UU, de que el Paraguay funcione bien y con reglas de juego claras e instituciones definidas. Y creemos que el pueblo paraguayo también quiere un Paraguay justo, transparente, sin corrupción ni impunidad, con instituciones creíbles y confiables. Sin embargo, se palpan muchas resistencias para esos cambios programados desde afuera que, aunque se llaman reforma del estado, parecen reducirse a la privatización de las empresas estatales. Da la impresión de que estamos en un atolladero del que por ignorancia o fatalidad no sabemos o no queremos salir. 
¿Será que existen alternativas de salida hacia delante o es que aún pensamos en alguna escapada hacia atrás?. Nosotros creemos que sí existen salidas para construir ese País que queremos y seguimos con la esperanza de alcanzarlo. Entre otros, destacamos los siguientes elementos de esperanza:
Tenemos esperanza de que en los partidos políticos surjan nuevos líderes capaces de responder a una sociedad civil organizada y mucho más exigente. Esperamos que ésta, ante el descrédito de los políticos, no pretenda sustituir a los partidos, con propuestas en torno a liderazgos mesiánicos o estructuras de poder no democráticas. Albergamos también la esperanza de que se ponga en marcha un plan global nacional de honestidad y transparencia al que nos exhortan los obispos en su reciente carta pastoral y de que el Gobierno dé signos claros que expresen abiertamente la decisión de establecer nuevas pautas de desarrollo, un nuevo modo de administrar la cosa pública y una lucha tenaz y perseverante contra la corrupción y la impunidad. Está claro que la efectiva lucha contra la corrupción sigue siendo una materia pendiente del gobierno y de la sociedad y uno de los desafíos nacionales más relevantes, junto con el de la superación del estado de pobreza. Será igualmente preciso que todos los actores sociales nos dispongamos a asumir nuestro poder ciudadano construyéndolo desde una participación activa y efectiva en los diversos ámbitos de nuestro quehacer nacional. Más que una urgencia porque otros tomen el poder sentimos una necesidad de construirlo desde dentro. Esto supone que somos capaces de cambiar la realidad de marginalidad y pobreza y que desde nosotros mismos propiciaremos una sociedad más justa y participativa. Una alternativa posible a nuestra situación en Paraguay es la articulación de las pequeñas entidades populares que actúan en autogestión y asumen la construcción del poder en proceso de lo más pequeño a lo más grande, de lo más simple a lo complejo y desde abajo hacia arriba. En este sentido el campesinado puede asumir su poder no sólo con la reiteración de sus reclamos en manifestaciones de fuerza, sino también mediante un trabajo en forma mancomunada y disciplinada, mediante su organización  económico-productiva y con la conformación de redes de cooperación garantes de su desarrollo. El trabajo en equipo significará, igualmente la búsqueda de consensos y entrar en el proceso de institucionalización y de transparencia.
La estructura de tenencia de la tierra existente en el país clama por una urgente y firme reforma. Pensamos que es posible un pacto agrario democrático que la diseñe y garantice, producto de la inteligencia y renunciamiento de los actores sociales enfrascados en esta disputa y de los actores estatales, políticos y sociales involucrados en los procesos de negociación. El acercamiento de la ARP en esta búsqueda puede ser un signo de esperanza. Por su parte la ciudadanía capitalina parece dispuesta a seguir creciendo como Poder Ciudadano. De hecho, al decir de los organizadores, la marcha ciudadana sigue convocada para acompañar desde cerca la gestión del Gobierno, con palabras y hechos, de modo que no se juegue más con nuestro Pueblo.
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