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Ama Siempre Mujer Porque El Amor Es Tu Destino.

Ama siempre, mujer, que el amor no solo eterniza, sino que además, deifica, exalta y levanta un altar donde hay un alma, que ha hecho de la sensibilidad, y aunque no siempre seas comprendida en la inmensidad del cariño prodigado, ama siempre, porque el destino del ser se conjuga con el verbo amar.

Ofréndate siempre al amor, que él es todo: armonía, luz, color, esencia, susurro, perfume de flor en noche de sentimientos plenos de prefiguración de la Divinidad.

Esa es una forma abstracta de embellecimiento, muy parecido a un culto religioso, y a un sentido de lo místico.

Ama a tus hijos, que ellos son la realización de casi todos tus ideales escondidos en la conciencia que te identifica, ellos son tus tesoros más preciados, con un amor único, absoluto lleno de afanes y de cosas excelsas .

Se madre por encima de todas las cosas, y que el calor de tu vida, sea el motor de tu propia existencia, que te haga rodar por el inmenso mundo de la belleza y la profundidad del alma noble y pura.

Dedícate a él, con la seguridad de que el noble empeño tiene un fin predeterminado, y que es la de tu propia felicidad, y prodígale todo a manos llenas, sin esperar recompensa alguna, como lo has hecho desde que el mundo es mundo.

Da calor y consuelo , y además ese algo propio de ternura encerrado en el cofre de los sentimientos a aquello que te ha sido confiado, más allá de los convencionalismos de épocas y situaciones específicas.

Que ese cariño bienhechor que guardas tan celosamente, y que en todo momento está dispuesto a desperdigarse junto a los sueños con las estrellas, encuentre siempre el camino de la grandeza de los sentimientos mas nobles y soberanos que te hacen tan perenne, que ellos sean los que conduzcan todos tus pasos en el sendero de esta nuestra vida tan llena de apartados y olas destructoras, que empañan nuestra visión del verdadero fin del ensueño que cantó el poeta desde siempre.

Se madre, compañera y confidente cuando la rubia cabecita se siente en tu regazo, hazte pequeña y grande para jugar y reír con toda la fuerza de tus pulmones, porque ese es el brazo extendido de Dios, que no te reclama nada más que seas entera y feliz con ese destino que te toma de la mano.

Ama, además, a todos los niños, aprendiendo a comprenderlos, porque ellos son los dueños no del mañana como solemos decir, sino que son dueños de los tiempos nuestros y han venido para recordarnos que debemos ser felices y disfrutar de su alegría cada minuto que se nos da, para compartirlos con ellos.

Ama también a la naturaleza, que ella, como madre grande nos recibe siempre en el jardín de las dichas constantes.

Ámala en todas sus manifestaciones, desde el más pequeño insecto que cruza la transparencia del aire, hasta la soberana cumbre de las montañas que nos aterra con solo pensar en su soledad.

Comparte tu alegría con la flor silvestre, que es el tálamo original de doradas mariposas, y en la calma inefable que tienen nuestros crepúsculos casi diarios cuando nos comienza a sonreír la luna.

Ama a la vida, que ella es buena, si sabemos comprenderla, y guarda sorpresas y bellezas incomparables para quien sea capaz de escudriñar su interior para redescubrirlas cuando la plata ya comienza a codearse con el rápido almanaque de los años.

Ama también a los tristes, a los menesterosos, a los enfermos, a los incomprendidos.

Ama a los que se acercan y también a los que se alejan, a los primeros porque compartirán tu alegría, a los segundos porque la compartirán con otros que claman por ser felices.

Sueña con el amor, mujer, lo mismo en tu primavera de los veinte años, que en el otoño de la vida, cuando notes que se acerca con sus toques de penumbra y melancolía, y sus tardes apagadas por el desencanto, pese a todo ello; ama mujer, ama.

Ama, aunque notes la mezquindad de quienes te rodean, busca el amor sin impaciencias, que el destino ya está escrito, no lo aceleres con tus pesares y olvidos.

Que el alma, sea siempre como un arpa vibrante al conjuro de la alegría, como un violín, o como la viola de nuestro amado José Asunción Flores , que no solo hizo vibrar las cuerdas de su viola solo para su gozo , sino, para que todos nos identifiquemos con los sonidos de la selva y el arrullo de los seres amados.

Ama mujer, como se ama a Mozart, y al arroyo, como se ama al perro y al canario, sin condición, que allí está la frescura de la alegría y la felicidad de quien no tiene nada más que eso.

Ama al Absoluto creador que te ha hecho como eres, que fijó en tu carácter, el maravilloso preludio de místicas ensoñaciones.

Ámalo en un compendio de bellezas sutilísimas, por encima de todas las bajezas y falacias humanas, con una devoción de comunidad en una perfecta comunión de anhelos, de ensueños, de gustos e ideales.

Ama y elévate, por sobre las pequeñeces de la vida en un supremo hálito idealista, y que tu amor, hecho de impulsos naturales y de sedante romanticismo, no sea el simple complemento de una vulgaridad más sobre la tierra.

Prodiga el amor con la magia aterciopelada de tus manos, con el don de una sacerdotisa que sabe imprimir un milagroso sortilegio de ternura en la caricia, para borrar el contacto áspero del dolor cotidiano, con la sabiduría de la tolerancia, y la discreción del silencio.

Ofréndale tus tesoros de espiritualidad, para que tu amor sea hermoso y bello como un amanecer de ilusiones inextinguibles: y en las postrimerías de un ensueño deshecho escribe otra página de ideales renovados que será para ti, como un cielo cuajado de estrellas, y poblado por la música de todos los amores que están desde la eternidad vibrando en el Universo Pleno.

El amor, es el origen de la vida: y como ella misma debe ser natural y espontáneo, no conocer perjuicios ni versatilidades humanas, ni el engaño ruin de esos pobres seres que traicionan la obra magnífica de Dios, que siempre es una obra justa y perfecta.

Ya sea tu amor, suave como una caricia de ala, tierno como una balada, fuerte como un alud , impetuoso como un mar borrascoso, apacible como estudio de poeta, calmo como un oasis de paz , embriagador como las emanaciones de un pebetero encantado de las mil y una noche; ama siempre, que es la razón de ser de tu presencia en la tierra que es, la de que siempre haya primaveras que den vida a nuestras flores.

Angel Perez Pardella Luchessi

Director
Luis Martin Cuenca Legal
Redacción
Raul Inchausti V. y todos los HH. que integran la Augusta y Respetable Logia Federico el Grande N°3
Colaboradores
Agustin Perez Pardella
Arnaldo Frutos
Angel Sonne Acht
Angel Perez Pardella Luchessi
Diseño Tapa
Eduardo Daniel Perez
Carlos Francisco Crichigno Peralta
Carlos Jose Palacios
Composición, Diagramación, Armado y Corrección
Feliciano Delgado

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