APRENDER A LEER
Una de las cosas más importantes en nuestras disciplinas
es la de aprender nuevamente a leer. Esa nueva lectura de
los textos, símbolo de otra apreciación de
la vida y de las cosas, incluye una actitud distinta respecto
a lo que se lee. Las lecturas con las que se nutre el neófito,
textos teúrgicos e iniciáticos, exigen una
adecuación especial para que actúen verdaderamente.
En la práctica podemos distinguir una lectura profana
y superficial, de otra profunda y sagrada. Estudiar un texto
no es sólo aprenderlo de modo literal, o de "memoria".
Tampoco pasar sobre él sin comprenderlo. Sencillamente
se trata de aprehender.
a. Estamos acostumbrados a "consumir" lo que leemos.
Debemos fijarnos atentamente en lo que leemos. Se han de
separar netamente los estudios metafísicos (a veces
un poco complicados o fatigosos) de la simple lectura a
la que habitualmente estamos acostumbrados. Esta nueva lectura
que le indicamos es también un rito, una ruptura
de nivel y la creación de un nuevo mundo de símbolos
y conceptos con el consiguiente abandono del espacio y tiempo
de su situación anterior. Tómese el tiempo
necesario y vuelva sobre lo leído. Esfuércese
igualmente por grabar un archivo de imágenes.
b. Acostúmbrese también a leer entre líneas.
Recuerde que cada texto tiene unos tres, cuando no cuatro,
niveles de lectura.
l. Déjese llevar totalmente por la lectura hasta
introducirse en el mundo que se le ofrece. Movimiento de
apertura. Disolución-expansión.
2. Medite sobre lo leído. Extraiga -o trate de hacerlo-
el sentido último de lo que se expresa. Movimiento
de coagulación-concentración.
3. Establezca relaciones.
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