EL COMPAS Y LA ESCUADRA Al
hablar de la Arquitectura indicamos la importancia que tiene
la forma del cosmos físico como modelo en el que
se inspiraban los antiguos constructores para la edificación
de los recintos sagrados y las viviendas humanas. Y entre
los principales instrumentos utilizados para tal fin destacamos
el compás y la escuadra. Ambos son los símbolos
respectivos del Cielo y de la Tierra, y así se los
contempla en diversas tradiciones, o más precisamente,
iniciaciones, como el Hermetismo, la Masonería y
el Taoísmo. El círculo que dibuja el compás,
o su sustituto el cordel, simboliza al Cielo porque éste
en efecto tiene forma circular o abovedada, cualquiera sea
el lugar terrestre desde donde se lo observe. A su vez el
cuadrado (o rectángulo), que traza la escuadra, simboliza
a la Tierra, cuadratura que le viene dada, entre otras cosas,
por la "fijación" en el espacio terrestre
de los cuatro puntos cardinales señalados por el
sol en su recorrido diario. Además, la Tierra siempre
se ha considerado como el símbolo de la estabilidad,
y la figura geométrica que mejor le corresponde es
precisamente el cuadrado, o el cubo en la tridimensión.
Para la Ciencia Sagrada, el compás designa la primera
acción ordenadora del Espíritu en el seno
de la Materia caótica y amorfa del Mundo, estableciendo
así los límites arquetípicos del mismo,
es decir, creando un espacio "vacío", apto
para ser fecundado por el Verbo Iluminador o Fiat Lux. En
el Génesis bíblico, la separación de
las "Aguas Superiores" (los Cielos) de las "Aguas
Inferiores" (la Tierra) dio nacimiento al cosmos, cuya
primera expresión fue la creación del Paraíso,
que como se sabe tenía forma circular. A este respecto
se dice en los textos hindúes: "Con su rayo
(radio) ha medido los límites del Cielo y de la Tierra",
y en los Proverbios de Salomón, por boca de la Sabiduría
se dice: "cuando (el Señor) trazó un
círculo sobre la faz del abismo...". Igualmente
en un cuadro del pintor y poeta inglés William Blake,
se ve al "Anciano de los Días" (el Arquitecto
del Mundo) con un compás en la mano dibujando un
círculo.
El compás es pues un instrumento que sirve para determinar
la figura más perfecta de todas, imagen sensible
de la Realidad Celeste, que es precisamente lo que está
simbolizando la cúpula o bóveda del Templo.
El compás es el emblema de la Inteligencia divina,
del "Ojo de Dios" que reside simbólicamente
en el interior del corazón del hombre, la luz del
intelecto superior que disipa las tinieblas de la ignorancia
y nos permite acceder al interior de lo sagrado. Por ello
mismo el conocimiento de la "ciencia del compás"
implica una penetración en los arcanos más
secretos y profundos del Ser. Sin embargo, el conocimiento
plenamente efectivo de esos misterios, sería como
la culminación, si así pudiera decirse, del
proceso mismo de la Iniciación.
Pero en el momento de ponerse "manos a la obra",
la casa no se empieza por el tejado. El trabajo comienza
por abajo, en definitiva por los cimientos, por el conocimiento
de las cosas terrestres y humanas. Aquí entra en
función la "ciencia de la escuadra", tan
necesaria para trazar con orden y juicio los planos de base
del edificio y su posterior levantamiento, dándole
la estabilidad y comprobando el perfecto tallado de las
piedras que servirán de soporte y fundamento a la
bóveda, techo o parte superior.
En el trabajo interno es imprescindible, para que éste
siga un proceso regular y ordenado, "encuadrar"
todos nuestros actos y pensamientos en la vía señalada
por la Tradición y la Enseñanza, separando
lo sutil de lo grueso. Es esto precisamente lo que señala
el Tao-te-King: "Gracias a un conocimiento convenientemente
encuadrado, marchamos a pie llano por la gran Vía".
Recordaremos, en este sentido, que en latín escuadra
también se dice "norma", que es también
una de las traducciones de la palabra sánscrita dharma,
la Ley o Norma Universal por la que son regidos todos los
seres y el conjunto de la manifestación cósmica.
Podríamos entonces decir que la escuadra es el compás
terrestre, puesto que no es sino la aplicación en
la tierra y en lo humano de los principios e ideas simbolizados
por el compás.
Por otro lado, esta unión del círculo celeste
y del cuadrado (o cruz) terrestre, está en relación
con el enigma hermético de la "cuadratura del
círculo" y la "circulatura del cuadrante",
que sintetiza los misterios completos de la cosmogonía.
En efecto, en la "ciencia del compás" y
en la "ciencia de la escuadra" están contenidos
la totalidad de los "pequeños misterios",
cuyo recorrido es en primer lugar horizontal (terrestre),
y posteriormente vertical (celeste). Con todo esto queremos
indicar que en realidad existe una aplicación filosófica
de la Geometría, que podríamos denominar la
"Geometría Filosofal", que era perfectamente
conocida por los constructores medioevales, los compañeros
y masones operativos, como por todos aquéllos que
se dedicaron a la Arquitectura u orden del cosmos como medio
de elevarse al conocimiento de lo que el punto primordial
simboliza. No en vano ya Platón hizo poner sobre
el frontispicio de su escuela: "Que nadie entre aquí
si no es geómetra", indicando así que
sus enseñanzas sólo podían ser comprendidas
por quienes conocían el aspecto cualitativo y esotérico
de la geometría.
Desde otro punto de vista, el trabajo con el compás
y la escuadra sintetiza igualmente todo el proceso alquímico
de la conciencia, del que la edificación y construcción
no es sino el símbolo. De ahí que en algunos
emblemas hermético-alquímicos se vea al Rebis
o Andrógino primordial sosteniendo en sus manos el
compás y la escuadra, es decir reuniendo en la naturaleza
humana las virtudes y cualidades del Cielo y de la Tierra,
armonizándolas en una unidad indisoluble.
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