Editorial Continuemos
Nuestro Trabajo Con Mas Fuerza Y Vigor.
No
hay descanso para el trabajo de los Masones.
El período de receso no es nada más que la
ampliación del un tiempo de silencio para la meditación
y la reflexión.
El trabajo que se suspende durante el período de
receso no ha sido más que el acompañamiento
de las costumbres que nos impone el clima y la legislación
del país.
El trabajo de instruirnos, es tan largo como la vida misma,
trabajar la piedra bruta, es un trabajo parecido al de la
naturaleza, que nunca para, aunque creamos que el mismo
es perfecto, por cuanto siempre habrá aristas que
pulir, ángulos que definir y nuevas formas que crear.
Perfeccionarse equivale a trabajar en forma constante, y
por el contrario, a medida que avanza el tiempo, nos encontramos
que siempre estamos donde comenzamos, porque la eterna pregunta
es, si el camino que hemos elegido es el correcto para buscar
aquello que siempre buscamos los Masones desde el fondo
de nuestro corazón.
Esa eterna verdad, que se nos escapa por momentos, que aparece
en otros, que la extrañamos cuando no la estamos
manejando, y la olvidamos cuando intereses muy comunes y
profanos no llevan por un camino diferente.
De la única cosa que si estamos seguros nosotros
los Masones, que cuando creemos haber colmado la copa, es
cuando nos damos cuenta que se encuentra vacía.
Y es necesario y conveniente que volvamos a comenzar el
trabajo de llenado nuevamente, con aquellos que nos estaban
esperando a la puerta de nuestro templo.
Cuando esta revista llegue a sus manos, queridos hermanos,
veremos como este es un reencuentro nuevamente con las ideas
de evolución, con los rostros que a veces han sido
olvidados por el trajín diario, pero que bajo ningún
punto de vista han sido olvidados; porque el Masón,
nunca descansa, sino que siempre piensa como ir un paso
más adelante y acompañar a sus hermanos en
esa constante marcha de trabajo que es la construcción
del Gran Templo Interior.
Este trabajo de constancia, de voluntad y fortaleza de carácter
se manifiesta claramente en todos los niveles operativos
de la Orden Masónica, ya sea en los grados simbólicos,
ya sea en los grados capitulares, ya sea en los períodos
de intensa actividad o de receso; el trabajo de construcción
no para nunca, y ello es lo que mantiene en constante actividad
hasta la última neurona del Gran Albañil.
No hay Masón sobre la tierra que detenga la Gran
Obra, porque ello se encuentra en su espíritu, ha
sido grabado con marcas de fuego el día de su iniciación,
cuando manifestó bajo juramento, trabajar por la
propagación del Rito, y por la prosperidad de la
Orden, y en particular de la Logia Federico el Grande No.3
del Valle de Asunción, Oriente del Paraguay.
Repetir esto, queridos Hermanos, debe ser nuestro deber
constante, porque no creo que haya ningún hermano
que olvide nuestros deberes fundamentales en la reconstrucción
armoniosa de esa inmensa catedral que se llama ser humano.
Todos los hermanos que participen de esa verdad son la verdadera
cifra de quilates en nuestra amada Institución que
hoy se siente más consolidada que nunca, por la gran
calidad de los metales que ha usado en la construcción
de su fortalecida cadena de Unión Universal, y cuyo
testimonio está a la vista en todo el universo.
Nosotros, los que ya hemos recorrido un buen trecho del
camino, sabemos que ese interés de construcción
no se parará nunca, por que esa condición
es la que impulsa, da fuerza renovadas a cada uno de los
miembros de la Institución Masónica Universal,
a persistir en su operativo de perfección y amor
a la humanidad.
Solo así seremos siempre iluminados por la LUZ de
la sabiduría que se encuentra en el Supremo Arquitecto
del Universo y que la baja junto a aquellos que hacen del
trabajo con la humanidad su permanente inquietud, y de la
práctica de la tolerancia una suprema virtud de amor
y fraternidad.
Luis
Martín Cuenca Legal
Ven.·.M.·.
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