EL MAESTRO
Queremos aquí decir unas palabras sobre algunas malversiones
vinculadas al "maestro" propias de la confusión
en que se existe, las que obedecen a una dialéctica
descendente del ciclo que Occidente y su influencia mundial
ejemplifican, ya que este pensamiento profano se ha infiltrado
en el globo entero. No nos referimos exclusivamente a determinadas
apreciaciones que se hacen sobre el particular, involucradas
con el simple poder personal en cualquiera de sus formas,
ni a las versiones "cinematográfico-televisivas"
sobre el tema. Tampoco a una forma de "sublimación",
tanto sea ésta de los temas que se enseñan,
como de aquéllos que los imparten. Se teme siempre
en estos casos una falsa perspectiva respecto a la auténtica
espiritualidad, la que es suplantada por adhesiones afectivas,
o empañadas por la penumbra de una "creencia"
demasiado materializada. Todas estas posibilidades pueden
encuadrarse en una perspectiva lineal y estrecha, en una
visión literal y -aunque no se quiera- racionalista,
cuando no sentimental y seguramente dependiente. Nos estamos
refiriendo a las falsas ideas acerca del "Maestro Superman",
aquél que posee mayores poderes físicos y
psíquicos que los demás mortales, y al tabú
de los "dones" y "ascetismo" de este
personaje, al que se le destaca por sus egos, y no por sus
Enseñanzas Metafísicas directamente conectadas
con el Espíritu. Para peor, como algunos de estos
"poderes" y "dones" simbólicos
son verídicos respecto a aquéllos que van
superando sus pruebas de Iniciación -aunque jamás
vistos desde una perspectiva groseramente materializada-
se crean muchas confusiones que son tales si no somos capaces
de resolverlas.
En rigor, en la Tradición Hermética y la Alquimia,
la Doctrina y la Enseñanza que el estudiante aprende
es una sola y ésta es el Conocimiento de la Cosmogonía,
a saber: la interpenetración de otros tiempos, espacios,
ritmos y estados de conciencia distintos de los ordinarios,
las que son realidades tan auténticas -cuando menos-
como las concepciones tomadas del cúmulo de esfumaturas
e ineficiencias que nos ofrece la sociedad contemporánea.
En esta tradición los introductores e iniciadores
no son considerados "maestros" en el sentido de
ejercer una función de tipo psicológico o
de autoridad institucional, o mismo de ejemplaridad en determinados
usos y costumbres que el mundo puede cambiar una y otra
vez a su antojo de acuerdo a sus modas que perennemente
se quedarán en la relatividad de las formas. No se
hace pues tanta cuestión con esto del "maestro",
porque se enseña que la Realización es individual
y que debe lograrla cada cual por sí, ineludiblemente.
Por lo que se aconseja al lector que no ponga en otros lo
que en verdad debe trabajar en sí.
Debemos recordar que, según Platón, su maestro
Sócrates identificaba su función con la de
un obstetra, lo que equivale a decir que no consideraba
su oficio como algo idealizado y magisterial según
lo imaginan nuestros contemporáneos. El verdadero
Maestro es una energía celeste que se hace en nosotros
puesto que en nuestra interioridad existe esa posibilidad.
El auténtico Maestro es divino, es el Cristo interno,
como lo fue para los cristianos primitivos y como lo es
para todos aquéllos que no tienen una visión
infantiloide de las cosas. La dificultad de aceptar las
enseñanzas de este Programa y realizarlas reside
en esta cuestión, es decir, que el lector debe hacer
su trabajo por sí, a la intemperie, en soledad, sin
el amparo que le brinda lo que vulgarmente se entiende por
un maestro, la identificación con una etiqueta o
esta o aquella "institución" más
o menos aceptada por el medio.
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