LA ENTRADA
La entrada al Templo se inicia con tres golpes sobre la
puerta, dando a entender que la triplicidad es el principio
de todo lo que sigue.
La puerta se abre sólo al que golpea en ella en forma
adecuada, indicando la síntesis alcanzada.
Esto es sintomático de todas las "entradas"
que seguirán. Basta golpear adecuadamente a las puertas
en el camino para que indefectiblemente se vayan abriendo.
Si no abren, podemos estar seguros, es porque no llamamos
a ellas con la correcta actitud.
Si nos acercamos a este momento solemne de la Iniciación
como el que está entrando por la puerta hacia una
nueva experiencia de la vida, resultará indudablemente
una realidad.
Para poder entrar al Templo y llevar a cabo la Iniciación,
tenemos que pasar inevitablemente por entre dos columnas
poderosas situadas a lados opuestos de su portal. Estas
columnas tienen una importancia fundamental en el Templo.
Constituyen el punto de partida de todo cuanto se realiza
en él. Tanto es así que hablamos de levantar
columnas cuando nos referimos a abrir una Logia, lo cual
equivale a nacer a una nueva vida.
Este hecho lleva involucrado un mundo de significados. La
primera vez que pasamos entre columnas lo hacemos a ciegas
y sin darnos cuenta de ello, ya sea al iniciar una nueva
vida en el Oeste o al nacer a ella. Luego lo hacemos con
los ojos abiertos, conscientes de ello aunque no siempre
de su significado. Lo repetimos después siempre que
entramos al Templo o cuando nos poner al orden del Ven.:
M.: para realizar algún trabajo.
Las dos columnas, "B" y "J" representan
los pares de opuestos o la dualidad en nuestro ser: una
el polo positivo, el espíritu o la mente y, la otra,
el aspecto negativo, la materia o el corazón.
Cada Masón lleva en sí estas dos columnas.
Constituyen las dos piernas sobre las cuales nos sostenemos
y caminamos por el sendero hacia nuestro objetivo. Ambas
son necesarias. Tratar de eliminar una de ellas para eliminar
la lucha de los opuestos es como eliminar una de nuestras
piernas. Faltando una de estas dos columnas se derrumba
el Templo.
Lo primero que se hace con el neófito es ponerlo
entre columnas, para que asuma el lugar de su verdadero
ser y para indicarle, desde un principio, la posición
de síntesis en medio de opuestos que debe caracterizarlo
en adelante; que debe pasar a través de ellos en
su búsqueda del camino medio del equilibrio, o sea
la síntesis que únicamente puede llevarlo
a su autorrealización. Lo que es más significativo
aún, le indican que al pasar entre ellas, para entrar
al Templo, tiene que dejarlas atrás...
El que va por el camino medio de la síntesis vivirá
en armonía con todo, aunque haya cosas que no estén
en armonía con él.
Estas dos columnas le indican, asimismo, la solución
de uno de los problemas más grandes y más
difíciles que tendrá que afrontar en su camino
de superación. A saber: el problema del sexo. El
problema consiste en que los sexos están colocados
en polos extremos. En un extremo está el aspecto
positivo del hombre y en el otro el aspecto negativo de
la mujer.
La solución de este problema, como la de todos, está
en pasar por entre las dos columnas no en género
neutro, sino en equilibrio, en armonía o sea en la
síntesis de los dos sexos atraídos por algo
superior a sí mismos que, reuniendo todo su poder
creativo, los redima.
Estas dos columnas adquirirán un simbolismo bello
y glorioso el día en que pasen entre ellas el hombre
y la mujer tomados de la mano y en perfecta armonía
uno con la otra, como si esas columnas tomaran vida y salieran
andando.
Hay muchos otros significados ocultos detrás de estas
dos columnas. Cada uno puede hallarlas si busca un poco.
No nos será difícil si nos proponemos ser
personas equilibradas, si siempre que entramos al Templo
y pasamos entre las columnas "B" y "J"
tenemos en cuenta que lo hacemos buscando el camino medio
del equilibrio y la armonía en todo lo que realizamos
allí dentro, dejando atrás los opuestos, los
antagonismos y los separativismos para trabajar en completa
unidad.
Esto nos llevará a sumergir nuestra personalidad
en la gran obra sintetizadora de la Masonería para
surgir con los hermanos de nuestra Logia en la construcción
de las tres cúpulas del Templo.
Los opuestos están tan lejos y a la vez tan cerca
uno del otro como el Este del Oeste. Un buen sector de la
Humanidad cree, en primera instancia, que para llegar a
la Armonía es necesario eliminar la Oposición.
Las dos columnas del Templo masónico nos muestran,
sin embargo, otra solución: el surgimiento del camino
medio o superior donde se unen ambos caminos en una síntesis,
o sea donde reina silencio en ambas columnas, el punto donde
se inicia el camino a lo infinito.
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