LOS VIAJES
Este camino se inicia al abrirse para el neófito
la puerta del Templo, que se halla ubicada al Oeste, símbolo
de la oscuridad. El ignora a qué experiencias lo
admite esa puerta. Para más, se lo introduce por
ella con los ojos vendados para indicarle la gran oscuridad
que caracteriza la etapa inicial de las experiencias por
las que ha de atravesar.
Éstas, como queda señalado, no son inventadas
por la Masonería. Están en conformidad con
la estructura y la constitución del hombre y del
universo, y de acuerdo con ciertas leyes que rigen el proceso
creativo y evolutivo. Son universales y aplicables a todos
los hombres. No podemos preguntar por qué son así
más de lo que podemos inquirir acerca del porqué
de fenómenos como el de la herencia, la evolución,
la gravitación y el de causa y efecto. Debemos aceptarlas
como son y conformarnos a sus leyes.
Es con esta actitud que debemos atravesar la puerta de la
Iniciación de la vida si queremos sacar el provecho
que ella nos depare.
Los tropiezos que tenemos en la vida, los errores que cometemos,
la manera en que equivocamos con frecuencia la dirección
que deberíamos seguir, los temores y las aprensiones
que nos embargan, son indicios de la oscuridad en que efectivamente
vivimos.
La oscuridad es símbolo de limitación; y la
luz significa para el eterno viajero la liberación
de limitaciones. Aunque no la pueda ver por hallarse la
luz muy lejos, intuye que la puerta iniciática de
alguna manera o de otra lo conduce a ella.
Presiente, en su búsqueda desesperada, que se halla
en dirección al Oriente, y que se encuentra en el
punto opuesto de donde él está
El órgano visual en este camino no es la vista ocular
sino la mente. Es por esto que durante la ceremonia se le
vendan los ojos al neófito.
De esta manera se aguza su mente y no distrae su atención
con las superficialidades que lo rodean y los compañeros
que lo asisten.
Son innumerables las indicaciones útiles que pueden
derivarse para el neófito de todo lo que sucede durante
la Iniciación si mantiene la debida atención.
El hecho de que va con los ojos vendados debe indicarle,
asimismo, que la ceguera de su vida no es real y que debe
buscar la manera de despojarse de la venda que cubre sus
ojos; que la luz está allí y si no la ve es
porque aparta la vista de ella para mirar en la oscuridad.
En realidad, aunque se resista a admitirlo, le gusta la
obscuridad mucho más que la luz. El hecho de que
permanezca en ella lo comprueba.
Salir de la oscuridad, depende de él solamente.
Sin perder de vista el objetivo lejano de iluminación
y realización, la Iniciación nos insta a fijarnos
metas inmediatas y tratar de alcanzarlas una tras otra.
estas metas están definidas por la Masonería
en sus tres grados: el de Aprendiz, el de Compañero
y el de Maestro, los cuales están esbozados en la
primera Iniciación.
Los tres viajes que realiza en ella le indican al iniciado
que tiene por delante un camino que recorrer y que éste
consta de tres etapas.
También tratan de mostrarle que todo en la vida se
desenvuelve en ciclos, y que cada etapa del camino equivale
a un determinado ciclo de evolución. Es por esto
que los tres viajes se realizan en forma circular. Parten
y terminan entre columnas para indicar el punto de síntesis
a que es indispensable llegar en cada ciclo evolutivo.
Son viajes simbólicos a través de la vida
de todo hombre.
Durante el transcurso de la misma camina tanteando y tropezando
torpemente en la oscuridad hasta el final del tercer viaje
en que recibe la luz directa de la intuición y cae
finalmente la venda de sus ojos también, como en
la vida real, al neófito se lo puede orientar o conducir,
pero no arrastrarlo o cargarlo -tiene que dar los pasos
por su propio esfuerzo y consciente de lo que hace, pues
ésta es una empresa de realización propia.
El primer viaje es por aire, porque en él recibimos
el aliento de vida necesario para iniciar el camino y la
nueva vida la cual nacemos. Esta etapa requiere mucho aliento.
Se desenvuelve en el plano físico e involucra las
actividades del cuerpo etérico, vital y físico.
Durante esta etapa el viajero se halla sumido en el materialismo
y las satisfacciones materiales, y lo dominan sus apetitos
y su personalismo.
Inicia esta etapa de su vida en medio del trepidar de espadas
en la lucha de opuestos dentro de sí. Su meta, al
final de este viaje, es llegar al punto de síntesis
o armonía entre los opuestos. esto lo consigue a
través de la integración de su personalidad.
El primer viaje lo lleva al 2º Vigilante, el cual representa
la personalidad o nuestra naturaleza material. El viaje
termina entre columnas.
El segundo viaje es por agua. El agua simboliza la naturaleza
emocional y esta etapa se caracteriza por el emocionalismo
y las grandes luchas internas que finalmente conducen al
caminante al sitial del 1er Vigilante.
El tercer viaje es por fuego, el cual simboliza nuestra
naturaleza mental. En esta etapa el peregrino, tras consumirse
en un fuego sagrado resucita a una nueva vida, espiritualizado
y liberado de sus limitaciones, habiendo escalado las tres
gradas al trono del espíritu o ser supremo entre
nosotros, representado éste por el Venerable Maestro
de la Logia. Cae la venda de los ojos. Todo se ilumina entonces
en la logia individual y colectiva.
Aquí terminan los viajes, habiendo alcanzado simbólicamente
su objetivo.
Lo usual es que el Iniciado haya empezado a escalar en esta
Iniciación, apenas el primero de los tres peldaños
que lo llevarán al trono del Venerable Maestro. O
que, en realidad, esté en el segundo o tercer escalón,
por hallarse ya en esa etapa de su evolución.
Al final de tantas vueltas el viajero termina regresando
a sí mismo, encontrando dentro de sí la luz
que buscó con tanto ahínco por tierras extrañas
y con experiencias no siempre agradables. Los viajes le
parecían entonces interminables, pero al final ve
que no eran tan largos después de todo. En la realidad
es así, aunque solemos impacientarnos por lo lento
que nos parece el progreso.
Cuando los realizamos con los ojos vendados durante la ceremonia
de Iniciación nos parecen extensos, pero al quitarnos
la venda de los ojos, nos sorprende ver cuán reducido
era el espacio en que nos movimos, pues como en una espirales
tuvimos dando vueltas en el mismo sitio.
Esto nos indica que el camino está dentro del espacio
de nosotros mismos, cada uno es una logia en funcionamiento.
Las iniciaciones que recibimos en las Logias formales son
sólo simbólicas. Las verdaderas las recibimos
en nuestra logia individual. Éstas siempre coinciden
en sus grados con las primeras.
Sacamos de ello en conclusión que el hecho de haber
realizado estos viajes sobre baldosas negras y blancas que
tuvimos por suelo, las cuales simbolizan los pares opuestos,
nos insta a mantener a éstas bajo nuestros pies,
es decir, bajo control, a ser superiores a sus luchas y
fluctuaciones, a mantener serenidad, equilibrio y armonía
en todo momento, afirmados sobre lo inconmovible de nuestro
espíritu y la seguridad de lo inevitable de nuestra
meta de autorrealización.
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