LA MONTAÑA Y LA CAVERNA
La montaña, junto con la piedra (forma reducida de
ésta) y el árbol, con el que se encuentra
asociada, es un símbolo natural del "Eje del
Mundo". Por ser en realidad una elevación o
protuberancia de la tierra, la estructura imaginal del hombre
sagrado ve en la montaña un símbolo de su
propia naturaleza que aspira verticalmente hacia lo superior
o celeste. En general todas las montañas tienen ese
significado, pero existen algunas que, debido a ciertas
correspondencias espaciales relacionadas con la topografía
sagrada están "cargadas" de influjos espirituales.
Estas son las denominadas "Montañas Santas"
o "Sagradas", morada de entidades espirituales.
De ahí que muchos templos y santuarios (como es el
caso, por ejemplo, del Partenón griego) se construyeran
en las cimas de determinadas montañas, es decir allí
donde la Tierra parece tocar el Cielo.
Asimismo la montaña, en cuanto a su estructura, es
un arquetipo del templo, lo cual es especialmente visible
en las pirámides egipcias y precolombinas y en los
zigurats babilónicos. En relación con esto
es significativo el hecho de que Dante, en la Divina Comedia,
sitúe al Paraíso Terrenal, o Jardín
del Edén (del que todo templo es una imagen simbólica),
en la cima de una montaña, que es la "Montaña
Polar", "Celeste" o "Mítica",
común a muchos pueblos tradicionales, como es el
caso del monte Meru entre los hindúes, el Alborj
entre los antiguos persas, el Sinaí y Moriah entre
los hebreos, la montaña Qaf entre los árabes,
o el monte Urulu (o ¨Ayers Rock¨) entre los aborígenes
australianos, etc. La vinculación de la montaña
con el Paraíso nos sugiere su carácter primordial,
pues aquél, o su equivalente en cualquier tradición,
se considera como el comienzo u origen mítico de
la humanidad (la "Edad de Oro"), cuando todos
los hombres sin excepción participaban del Conocimiento
y la Verdad. El Paraíso era también la residencia
de la Gran Tradición Universal, conservadora de la
doctrina y de la sabiduría perenne, y toda montaña
sagrada, como el Edén, es el símbolo del Centro
del Mundo. Pero a partir de cierta época, y debido
a las condiciones cíclicas adversas, el Conocimiento
dejó de pertenecer a la totalidad de los hombres,
quedando en posesión tan solo de unas minorías,
las que para salvaguardarlo y mantenerlo a través
de los tiempos, crearon las culturas tradicionales, conformadas
por los ritos y símbolos sagrados. El Conocimiento
se replegó en el interior de sí mismo, en
el corazón de la montaña, es decir, en la
caverna, un lugar que por su situación está
oculto y protegido.
Por tal motivo el mundo "supra-terrestre" devino,
en cierto modo, el "mundo subterráneo".
Se hizo invisible. Se ocultó, pero no desapareció.
La oquedad oscura de la caverna sustituyó a la luminosidad
de la cúspide de la montaña. La Verdad, que
en los primeros tiempos era gritada a los cuatro vientos
y estaba en boca de todos, se convirtió en un secreto
sólo percibido en lo más interno. La caverna
(como el huevo) es también un símbolo del
cosmos, un "Centro del Mundo" al igual que la
montaña. Pero así como en ésta se manifiesta
en todo su desarrollo y amplitud, a la vista de todos, en
la caverna el Centro se mantiene invisible, virtual y potencial.
El templo es igualmente una caverna, aunque ésta
se encuentra mejor representada por la cripta, situada en
muchas catedrales debajo del Altar, es decir, sobre el mismo
eje perpendicular que parte de la "clave de bóveda",
o sea de la sumidad. En la caverna sagrada se producen las
hierofanías y se celebran los misterios de la Iniciación,
lo mismo que las "revelaciones" y "apariciones"
de la divinidad. Recordemos que Jesucristo nace en un establo,
equivalente de la caverna. Por otro lado, el mismo esquema
simbólico tradicional para representar a la caverna,
es idéntico al del corazón y al de la copa,
es decir un triángulo equilátero con el vértice
hacia abajo, dando la imagen de un recipiente que recoge
los efluvios espirituales. El símbolo geométrico
de la montaña es a su vez un triángulo, pero
con el vértice hacia arriba.
Existe
aquí una aplicación de este símbolo
que completa lo que se ha dicho hasta ahora, y es que como
la caverna está en el interior de la montaña,
podemos ver que la reunión de ambos conforma el símbolo
ya conocido del "Sello de Salomón" o "Estrella
de David". Este es, como ya sabemos, el símbolo
de la analogía, que hace que lo de abajo sea complementario
con lo de arriba, y viceversa. Por lo tanto el triángulo
invertido es un reflejo del otro, exactamente igual que
el microcosmos es un reflejo del macrocosmos, o que la realidad
relativa de lo manifestado es un reflejo de la Realidad
Absoluta de lo Inmanifestado.
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