LA NOCIÓN DE DIOS
La creencia en Dios, el Gran Arquitecto del Universo, conforma,
en la Francmasonería el mínimo común
denominador de la fe. La existencia de una francmasonería
no operativa, atestiguada en Inglaterra hacia 1646 y en
Escocia hacia 1634 como el origen en los usos de los constructores
que edificaron las catedrales formulan como indispensable
para todo el imperativo de poder afirmar su fe en Dios.
La evolución histórica rápida a comienzos
del siglo XVIII termina con una formalización en
el título primero de las "obligaciones de un
francmasón de las Constituciones de Anderson intitulado
"relativo a Dios y la religión". En la
versión de 1723, el texto fundamental es el siguiente:
"un masón está obligado por su honor
obedecer la ley moral, y, si entiende bien el arte, no será
jamás un ateo estúpido ni un libertino irreligioso".
Este texto fundador parece ser más bien de inspiración
deísta, aun cuando la parte histórica de las
constituciones es derechamente teísta. Impone obligaciones
morales y distingue claramente la religión de las
distintas confesiones. La evolución actual de esta
creencia en el Gran Arquitecto del Universo, a la gloria
de quien trabajamos en nuestros preámbulos, coloca
explícitamente, a veces, la creencia en la voluntad
revelada de Dios, de quien el texto no hace ninguna mención
sino que en el espíritu del mismo. La evolución
sociológica, particularmente en Inglaterra conduce
primeramente -entre 1720 y 1732- a la recepción de
los judíos en Masonería. El propio Newton
-de quien se conoce su influencia sobre el redactor de las
constituciones, el pastor Désaguliers- era unitario
(no creía pues ni en la Trinidad ni en la divinidad
de Cristo) pero se consideraba un cristiano. De este modo
se explica que la versión de 1783, fundamento de
un verdadero universalismo, conforma la frase "la religión
con la cual todos los hombres de están de acuerdo",
agragando: "pues ellos están de acuerdo con
los tres grandes artículos de Noé, (lo que
es) bastante "para preservar el fundamento de la logia..."Entre
los siete mandamientos noaquitas, los tres primeros son
particularmente esenciales:: prohibición de rendir
culto a los ídolos, respeto absoluto por el nombre
divino, prohibición de derramar la sangre.
De hecho la exégesis religiosa de la época
consideraba que el cristianismo estaba de acuerdo a una
religión tradicional conocida desde los primeros
tiempos y coronada por Cristo: "la verdadera, primitiva,
católica, reconocida como tal en todos los tiempos
y edades y confirmada por N.S. Jesucristo..." (Longlivers,
1722, Londres).
Entonces, la Francmasonería es compatible con todas
las religiones y no predica ningún anticlericalismo.
Tampoco se considera un substituto, pues ella no impone
ninguna doctrina teológica y rechaza todo debate
religioso en las logias; no administra ningún sacramento;
no pretende contribuir a la salvación, sino solamente
ayudar a sus miembros a realizarse en el respeto de la fe
en que participe. A la construcción masónica
material la substituye la idea del trabajo en la cantera
alegórica. Se trata de promover los valores morales
y espirituales que conducen a un perfeccionamiento individual
y social, a través de una enseñanza efectuada
bajo el velo de la alegoría mediante símbolos
que pueden ser observados ciertamente en diversas religiones
(triángulo, ojo, luces, ritmos, fórmulas simbólicas
ritualísticas).
Las ceremonias prácticas no copian de ninguna manera
a algún culto, sino que tienden por encadenamiento
de los símbolos y presentaciones orales a una unión
favorable - en la fidelidad a las obligaciones que el francmasón
ha contraído libremente- hacia el perfeccionamiento
moral y espiritual que ha emprendido y debe hacer compartir
con sus hermanos. De esta manera se crea este "Centro
de Unión", como medio de enlace de una amistad
sincera entre personas que no habrían podido, de
otro modo, permanecer extrañas por siempre"
(Constituciones 1723). Todos estos universales explican,
entonces, la difusión de esta fraternidad que contribuye
al mejoramiento moral y espiritual de la humanidad, a fin
de poner en ejecución la obra de un ideal de paz,
de tolerancia y de fraternidad entre todos los hombres.
Finalmente, cabe decir que la creencia en el Gran Arquitecto
del universo, permanecerá, entre todas las logias
independientes del mundo, como el criterio esencial de regularidad
y de fidelidad hacia los "Antiguos Deberes".
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