Pero la información no solo es responsabilidad de los periodistas, sino también y muy especialmente de los organismos públicos que están encargados de velar por los intereses de la ciudadanía: y una de las condiciones básicas para cumplir con esa responsabilidad es facilitar y transparentar la información de interés público. También lo establece nuestra Carta Magna. 

Aquí, sin embargo, queremos poner toda la responsabilidad en la prensa, en una prensa que se ve obligada generalmente a especular por falta de información clara, cuando la hay, o incluso, cuando recibe datos tergiversados de los poderes públicos para evitar la crítica. 

Esa es la peor forma de manipulación, porque afecta a todos los medios y periodistas, aunque tengan la intención de dar la mejor información. Hay medios, y profesionales, que manipulan la información, que conscientemente ofrecen información falsa o parcialidad. Creo que los ciudadanos tienen capacidad para pensar y evaluar a los falsarios y sancionarlos eligiendo otro medio más veraz y confiable, De hecho lo hacen. Los afectados tienen la posibilidad de recurrir a la justicia, constando la malicia. 

Lastimosamente, por muy buena intención que tengamos los comunicadores, si la información es ocultada y tergiversada por los poderes públicos, nos encontramos nosotros mismos manipulados y con serias dificultades para cumplir con el mandato constitucional de ofrecer la mejor información. 

Por eso la ocultación es la peor forma de manipulación.