LA BANDA PRESIDENCIAL
De cómo la trivialidad gana espacio en la prensa
José María Costa
¿Quién está primero? ¿El huevo o la gallina? ¿Los medios de comunicación ofrecen al público trivíalídades y polémicas intrascendentes porque a éste le gustan estas cosas; o el público se acostumbra a "gustar" de este tipo de contenidos porque la prensa no ofrece más que eso? 
¿Recibirá o no el presidente electo Cubas Grau la banda presidencial de manos del presidente saliente Wasmosy? ¿Cómo será el traspaso de dicho símbolo del poder? ¿En manos de quién quedará por unos minutos si es que Cubas no acepta recibirla de Wasmosy? , 
Estas y otras preguntas por el estilo nos ocuparon y preocuparon a los paraguayos durante las últimas semanas. La prensa se encargó de darle espacio, ribetes polémicos, derivaciones insospechadas y hasta tono de seriedad a esta inicua discusión generada en una actitud caprichosa y pueril del mandatario electo. La banda presidencial se convirtió, por efecto de este destaque inusual, en el "gran tema nacional" de nuestra actualidad política. 
La difusión e importancia dada a tamaña nimiedad nos retrata en cierto modo una de las falencias más notorias de nuestro sistema de prensa; su excesiva atención a las cuestiones intrascendentes y vacuas del acontecer nacional. 
La prensa bargatelaria es toda una realidad. No digamos que es un pecado original. No. Si la prensa frecuenta, los corredores de la futilidad, lo hace casi siempre como dama de compania de la clase política que no ha logrado superar su afición por las polémicas anodinas y los temas baladies. 
Si la banda presidencial ocupa el tiempo y el espacio de la prensa es porque en realidad ocupa también la mente y la acción de nuestros políticos. Prensa y clase política se consumen, pues, en un torneo de fruslerías cada vez menos interrumpido por el enfoque de asuntos realmente importantes para el país.
... Los "grandes temas nacionales”,  así las cosas, pasan a ser, además de la banda presidencial, la cantidad de minutos, horas o días que pasará Wasmosy  sin fuero entre el momento en que deja la presidencia y jura como senador vitalicio, la cantidad de bancadas que pueden formar los colorados en la Cámara de Diputados, la observancia o no de la prohibición de usar celulares en las sesiones del Congreso, etc. 
¿Qué grado de responsabilidad tiene la prensa en todo esto? Hay que decirlo claro: los Periodistas y los medios de comunicación son muchas veces absorbidos por este mar de trivialidades en el cual la clase política se ha acostumbrado a chapotear. 
El pais precisa de una agenda de temas que precisan ser analizados, debatidos, puestos en la consideración pública. Si los políticos no son capaces de poner en agenda los temas urgentes y necesarios, ya sea por inutilidad o por comodidad, la prensa no debe comportarse como cómplice. 
Respondiendo de una manera simplista e irresponsable a estos cuestionamientos, los directivos de los medios de comunicación o los periodistas mismos tal vez se excusen diciendo que "se ofrece al público lo que el público pide". Sin embargo, debemos ver cuánto mal estamos haciendo a la sociedad en la que nos desenvolvemos si como comunicadores sociales nos convertimos en un engranaje más para el círculo vicioso de la instrascendencia social. 
Nuestro deber ético es, antes que nada, contribuir a un debate serio de los temas que realmente interesan a la sociedad para su desarrollo. La inoperancia y futilidad de los políticos no debe disculparnos de nuestro deber de informadores y formadores de opinión. ¿Qué clase de cuarto poder o contrapoder -como queramos caracterizar- podrá ser la prensa si ella misma se pierde en los laberintos de la ineficacia y la trivialidad que consume a los poderes del Estado por acción u omisión de la clase dirigente? 
La prensa tiene, pues, el reto y la obligación de superar esta lamentable afición a las menudencias y futilezas para restaurar su condición de generadora de la conciencia social critica.
 
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