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...Derecha e izquierda ¿una terminología del pasado?. 
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¿Tiene hoy sentido hablar de derecha e izquierda? Estos dos conceptos, derecha e izquierda, antitéticos y complementarios entre sí y que han atravesado y caracterizado la batalla política de estos dos últimos siglos, ¿tienen todavía una razón y un sentido en la alborada del siglo y del milenio que nace? ¿Hacen referencia a valores e instancias realmente diferentes o la diferencia se coloca tan sólo en una distinta tradición histórica sin ninguna influencia sobre el presente?.
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Emilio Grasso
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Aun antes de pertenecer al mundo político, esta pareja de contrarios, derecha-izquierda, pertenece a la experiencia cotidiana de los hombres y es objeto de investigación antropológica. Se puede afirmar sin más que la consiguiente diferenciación simbólica constituye una clasificación cultural universal.
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.Significado antropológico-religioso
A comienzos del siglo, el sociólogo Robert Hertz fue el primero en introducir estudios científicos sobre esta pareja simbólica. Estos fueron desarrollados y confirmados por investigadores del calibre de Emile Durkheim, Marcel Mauss, E.E. Evans Pritchard y Rodney Needham. En los comportamientos asimétricos largamente analizados se confirmaban substancialmente los estudios de Hertz, que ya había afirmado: "Al lado derecho se atribuyen los honores, las denominaciones adulatorias, las prerrogativas: él actúa, ordena, toma. Al contrario, el lado izquierdo es despreciado y reducido al rol de humilde auxiliar: él no puede hacer nada solo; ayuda, apuntala, tiene".
Para la mayor parte de la literatura etnográfica, además, la oposición binaria entre derecha e izquierda es concebida como parte de una genérica capacidad humana de clasificar al mundo que nos rodea y de derivar el sentido de las cosas en relación a sus contrarios.

Queda abierta la cuestión de si en los orígenes de esta oposición está un problema neurológico o un problema de condicionamiento cultural.
El simbolismo derecha-izquierda fue puesto en discusión por la cultura china: ninguno de los dos polos que interactúan asume preeminencia advertible sobre el otro; la preferencia se da por el contexto.
También el mundo bíblico está cruzado por la antítesis entre los conceptos de derecha e izquierda. Por ser conceptos polares, la derecha y la izquierda llegan a ser también imágenes del bien y del mal. Si los habitantes de Nínive "no saben distinguir entre la mano derecha y la mano izquierda", esto significa que no conocen la diferencia entre lo justo y lo injusto.
La mano derecha es el símbolo de la potencia de Dios que se ilustra a través de las grandes acciones de su diestra; con ella golpea al enemigo y libera a su pueblo. La diestra de Dios es el lugar donde sus amigos gustarán los regocijos eternos y el lugar donde el Mesías se sentará en el trono cerca de Dios. Cuando, luego, el hijo del hombre va a venir a juzgar como rey a todo el universo, colocará a su derecha a los benditos del Padre suyo y a su izquierda a los malvados.
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.Sentido político
La terminología actual derecha-izquierda desborda a la escena política con la revolución francesa. El 28 de agosto de 1789 los diputados de la Constituyente se sitúan a la derecha y a la izquierda del presidente de la Asamblea, conforme a su apoyo a un derecho de veto absoluto del rey o a un rol más marginal del mismo. La que era una configuración espacial vino a asumir un carácter ideológico. Desde entonces, con la derecha se tenderá a identificar posiciones de orden, de estabilidad del sistema atadas a la naturaleza, a la religión, a la autoridad, a la propiedad. Con la izquierda, por el contrario, se identificarán posiciones que creen en el progreso, en la transformación del hombre y de la sociedad, que privilegian los valores de libertad sobre aquellos de estabilidad. El hombre de derecha es aquel que se preocupa, ante todo, de defender la tradición; el hombre de izquierda, por el contrario, es aquel que, sobre toda otra cosa, quiere liberar a sus semejantes de las cadenas impuestas sobre ellos por los privilegios de raza, condición, clase, etc.
A derecha e izquierda se asocian otros conceptos: pasado-futuro, privado-público, capital-trabajo, naturaleza-historia, jerarquía-igualdad, autoridad-libertad.
Para Norberto Bobbio, la diferente actitud frente al ideal de la igualdad es la que permite distinguir la derecha de la izquierda. La circunstancia es la siguiente: los hombres son entre ellos tanto iguales como desiguales. Son iguales por ciertos aspectos, desiguales por otros. Los igualitarios (izquierda) dan mayor importancia a lo que hace iguales, mientras que los antigualitarios (derecha), partiendo de las mismas constataciones, dan mayor importancia a lo que hace desiguales. Si el igualitario parte de la convicción de que la mayor parte de las desigualdades que le indignan son sociales y por eso eliminables, el antigualitario, por su lado, parte de la convicción de que ellas son de naturaleza y, por lo tanto, ineliminables. A esta naturaleza, además, se agrega una segunda naturaleza que es la costumbre, la tradición, la fuerza del pasado.
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.Permanencia de los conceptos
El problema se pone en el momento sucesivo a aquel en que las fuerzas de la base, aquellas de izquierda, asumen el poder. En aquel punto la polaridad tiende a invertirse. Aquellos que asumieron el poder como fuerzas portadoras de exigencias de igualdad tienden a jerarquizarse, la libertad se hace autoridad y luego despotismo, la historia se convierte en inmovilismo de la naturaleza, al trabajo lo substituye la burocracia y el futuro es casi alcanzado y definitivamente conquistado. Queda sólo la "liturgia" de la celebración de un pasado cada vez más remoto.
El problema no es aséptico, sino esconde en sí la tragedia de las grandes revoluciones.
¿Derecha e izquierda son, pues, conceptos superados? ¿Van asumidos sólo en un sentido técnico de gobierno y oposición sin ninguna referencia a los valores e instancias diferentes? ¿La diferencia se coloca sólo en una diferente tradición histórica sin más influencia sobre el presente?
Indudablemente cada juicio tiene que ser colocado en su contexto histórico y no puede ser trasladado fácilmente a otras situaciones.
Si ya en el plan antropológico el valor de derecha e izquierda no era universal, con mayor razón la significación político-ideológica tiene que ser tratada con mucha precaución. Trasladar, luego, estas distinciones al plan teológico resulta profundamente desviante.
Queda abierta, sin embargo, la cuestión de cómo ubicarse frente a la variada "posibilidad de cualidad de la vida al nacimiento", que se hace cada vez más insoportable. Las dimensiones del problema se dan desmesurada y dramáticamente ensanchadas. Hoy ellas no son más reducibles a los confines de cada país y tampoco al de un sólo continente. El "planeta de los náufragos" se va a la deriva sin balsas de salvamento y sin confines divisorios. 
El trágico fracaso del comunismo no ha cerrado la historia, y no ha decretado la inmutabilidad eterna de las posiciones en las que se nace. Él, por el contrario, abre nuevos horizontes a los que creen en la responsabilidad del hombre en la construcción de un mundo en que el nacimiento no fija al hombre en una inmutabilidad de naturaleza, sin la historia que es fruto del espíritu de libertad.
La pareja derecha-izquierda sigue teniendo todavía razones de existencia. Las razones de la derecha y aquellas de la izquierda se pueden encontrar en un diálogo que coloque en el centro la vida y la plenitud de vida para todos los hombres. Esta pareja, sin embargo, se tiene que volver a pensar en los diferentes contextos culturales y sociales, y a liberar de aquel fanatismo ideológico o irracional que la carga de acepciones impropias, irreductiblemente opuestas, por lo que la política no viene a ser otra cosa que guerra sin prisioneros entre amigo y enemigo.
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