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...Economía alternativa en el sistema capitalista
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Durante varias décadas el gran debate económico permanente tenía por objeto los dos sistemas alternativos: capitalismo vs. socialismo, mercado vs. plan. El fracaso del colectivismo (como la modalidad de socialismo que más lejos había llegado en sus pretensiones) ha puesto fin a ese debate, aunque de ahí no pueda seguirse que la historia ha llegado a su fin, como pretendiera Fukuyama para quien la revolución liberal ha traído un modelo capaz de resolver todas las contradicciones históricas. ¿Existen alternativas?.
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Ildefonso Camacho, sj
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Es cierto que, en el contexto nuevo de hoy, ya no se habla de alternativas globales. El capitalismo aparece como el único sistema mundial: no existe otro, al menos para las economías avanzadas; y además tiende a regular toda la economía internacional. Pero ello no obsta para que hablemos de diferentes formas de situarse dentro de ese modelo único de capitalismo. Y es aquí donde hay que situar a la economía alternativa.
 1. Qué es la economía alternativa
La economía alternativa surge en este contexto, con una actitud crítica hacia el capitalismo, pero ejercida desde dentro de él y aceptándolo, por consiguiente, como punto de partida inevitable. Ahora bien, esta aceptación, lejos de ser acrítica, busca pequeñas realizaciones que descubran una vía nueva de entender la actividad económica. Es una alternativa desde dentro, ajena a los grandes debates ideológicos, marcada por el interés por lo concreto y por las pequeñas realizaciones.
Dos rasgos caracterizan a los movimientos que se presentan como alternativa: ante todo los mueve, simultánemente, la preocupación social y la preocupación ecológica; en segundo lugar, compaginan la doble perspectiva local y mundial guiándose por aquel criterio de “pensar a escala mundial, pero actuar a escala local”.
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 2. El contexto de la economía alternativa
La economía alternativa es consciente del marco general en que se inserta. Pasada ya la época de la confrontación de los dos bloques, vivimos ahora, en este final del siglo XX, en un escenario cuyas coordenadas más determinantes pueden sintetizarse en las cinco siguientes.
a) Un único modelo económico global. La apertura de los mercados no tiene precedentes y conduce a una creciente integración de la economía mundial. De todos los mercados, el que alcanza un grado más elevado de globalización es el financiero, y desde él se ejerce un severo control sobre el resto de la economía. La empresa, por su parte, sobre todo si es de grandes dimensiones, considera el planeta entero como su campo potencial de operaciones.
b) Aceleración del cambio tecnológico. Ha sido enorme desde los años 70, debido sobre todo a la difusión de la informática y de la tecnología. Su principal efecto es el desplazar mano de obra de todos los sectores, sustituyendo la automatización, incluso, a ciertas capacidades intelectuales.
c)  La transformación del trabajo. Estamos pasando de una sociedad de la producción a una sociedad de la información y del conocimiento. La sociedad tiende, entonces, a estructurarse en tres grupos: los bien formados y bien remunerados; los poco cualificados, con bajos sueldos y trabajo inestable; los parados y los que se mueven para sobrevivir en la economía sumergida.
d) La evolución demográfica. Las previsiones despiertan inquietud. Entre 1950 y 1986 la población mundial se duplicó, pasando de 2.500 a 5.000 millones; y podríamos alcanzar los 7.000 millones en el 2008. Primera consecuencia: es imposible generalizar el modelo occidental de producción y consumo. Los movimientos migratorios vendrán a convulsionar aún más este complejo e inestable panorama demográfico mundial.
e) El círculo vicioso competencia-crecimiento. La dinámica de crecimiento se desarrolla bajo el impulso de una fuerte competencia. Al mismo tiempo, el crecimiento fomenta la concentración y la cooperación. En ese contexto, el papel y el poder de los gobiernos cada vez se reduce más.
 3. La Economía Alternativa ante el Capitalismo
El escenario que acabamos de describir constituye, hoy por hoy, el espacio ineludible para toda actividad económica. La economía alternativa es muy consciente de ello y no rehuye el reto de ofrecer propuestas concretas y viables dentro de ese sistema. Pero tampoco renuncia a hacer la crítica de él. Veamos en qué términos.

a) El mercado: virtualidades y limitaciones
El principal objeto de crítica es, sin duda, el mercado. La economía alternativa procede a una verdadera desmitificación del mercado, lo que constituye una clave insustituible para entender este movimiento. Pero, al hacerlo, no cae en los radicalismos del antiguo debate mercado vs. plan, cuando las posturas se atrincheraban en la defensa del mercado a ultranza contra el plan o del plan contra el mercado. 
La economía alternativa parte del reconocimiento de que el mercado no es una institución exclusiva del sistema capitalista señalando que lo propio del mercado capitalista es que organiza toda la producción en función del intercambio y, al hacerlo, tiende a reducir todo a mercancías. Pero no todo se adapta a las exigencias del mercado. En concreto, ni el trabajo ni la tierra se adaptan bien a estas exigencias. En la etapa anterior al capitalismo ambos estaban sometidos a otro tipo de regulación, pero la llegada de éste los convirtió en bienes mercantiles. Muy pronto, al menos el trabajo reivindicó formas diferentes de regulación: bastó, para ello, la toma de conciencia de que el trabajo humano no podía ser reducido a una fuerza productiva sin más. 
Podemos admitir que el mercado es un buen mecanismo para asignar eficientemente los recursos y organizar la producción, hay que reconocer casos en que el mercado no asigna bien. Pero quizás donde el mercado muestra más sus limitaciones, su ineficiencia, es cuando se trata de distribuir la renta producida. El mercado tiende a aumentar la desigualdad de partida. Los que gozan de márgenes más amplios de libertad impondrán sus condiciones a los otros en beneficio propio (es lo que ocurre a todo aquél que se ve obligado a aceptar un trabajo en las condiciones que se le ofrece porque no tiene otra alternativa para sobrevivir; y sería también el caso, menos dramático sin duda, de un mercado que funciona en régimen de monopolio efectivo).

b) Nuevos conceptos para una economía más humana y solidaria
Más allá de la pura crítica, la economía alternativa busca aportar algunos elementos más constructivos en la línea de una superación del economicismo que caracteriza a nuestras sociedades avanzadas y que tiende a contagiar a toda la humanidad. La investigación de nuevos conceptos operativos e indicadores cuantitativos del desarrollo ofrece elementos enriquecedores a la economía alternativa como son los conceptos desarrollo humano, desarrollo sostenible, seguridad humana.
Al concepto de desarrollo humano se llega desde la crítica de un desarrollo entendido sólo como crecimiento económico y medido a través de indicadores del tipo renta per cápita y dando más importancia a otros aspectos como la salud, educación, etc. El índice del desarrollo humano ha sido, pues, definido en función de tres variables: la capacidad adquisitiva (que corrige el dato más primario de los ingresos per cápita con el nivel medio de precios de cada país), el nivel educativo (combinando la tasa de alfabetización y la media de años de estudios) y la salud (mediante la esperanza de vida) .
El concepto de desarrollo sostenible fue puesto en circulación por el Informe Brundtland . En él se define como aquel tipo de desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer las propias.
Por último, el concepto de seguridad humana pretende ir más allá de una seguridad basada sólo en la protección de las fronteras frente a amenazas exteriores  Esa seguridad humana se mueve en dos niveles: seguridad contra amenazas crónicas (hambre, represión...) y seguridad contra alteraciones súbitas y dolorosas de la vida cotidiana (en el hogar, en el empleo...). Es una seguridad que no se logra mediante los armamentos, sino mediante un desarrollo humano sostenible.

c)  Más allá de la lógica del mercado
Pero la aportación de la economía alternativa no se apoya sólo en estos nuevos conceptos. Hay en ella un sustrato más profundo que tiene que ver con la crítica del capitalismo esbozada más arriba y se abre a una concepción más compleja de la realidad social. En efecto, el capitalismo ha supuesto una cierta mercantilización de la vida social. El Estado de bienestar, en su afán de contrarrestar esa mercantilización mediante la ampliación de los espacios administrados, ha encerrado a la sociedad en una férrea disyuntiva Estado mercado. Es más, hoy suele expresarse esta dialéctica en términos de sociedad-Estado.
Frente a esta férrea disyuntiva, muchos son los autores que comienzan a identificar un tercer espacio social, que comienza a conocerse como el tercer sector. Puede ser definido por exclusión: no funciona con fines lucrativos, pero tampoco equivale a lo público sin más. Se contrapone, por una parte, al mercado: por eso se habla de entidades no lucrativas. Pero se contrapone también al Estado: y entonces se habla de organizaciones no gubernamentales. 
En realidad, el tercer sector ha existido siempre. Pero no puede negarse que hoy se ha activado considerablemente. Se impone el redescubrimiento de una lógica distinta, esa que suele llamarse la lógica del don.
En el esfuerzo por buscar una caracterización más positiva de este tercer sector, suele identificarsele como el mundo vital que se orienta por esa lógica del don y de la gratuidad, se sostiene sobre estrategias cooperativas y de autoorganización y tiene su base moral en los sentimientos de solidaridad, autoafirmación y ayuda mutua.
En contraste con esta lógica, la del mercado es la lógica del intercambio, donde domina la eficiencia económica basada en la competencia y el incentivo; y la del Estado es la lógica del derecho, que funciona según criterios de regulación y distribución. Estas tres lógicas, que caracterizan tres espacios diferentes de la vida social, han de coexistir en una sociedad evolucionada. Pero el equilibrio entre ellas es siempre difícil de conquistar y de mantener, porque es frecuente que alguna de ellas sienta la tentación de colonizar todos los espacios sociales (lo que se critica a la lógica del mercado dentro del capitalismo) .
La incorporación de esta lógica del don, que no niega la necesidad de las otras, sino que las complementa, fecunda y humaniza, es un elemento dinamizador del análisis actual de la sociedad, que es muy bien asimilado por la economía alternativa.

d) ¡Pero dentro del sistema capitalista!
Lo que precede confirma cuanto venimos afirmando desde el comienzo en el sentido de que estamos ante un movimiento, crítico sin duda, pero empeñado en mostrar que sus propuestas son viables dentro mismo del sistema capitalista. En todas sus manifestaciones hay una irrenunciable vocación transformadora del viejo orden económico y social. Las contradicciones actuales indican que el cambio es inevitable, pero en modo alguno espontáneo: hay que trabajar a nivel personal y a nivel social. Esto significa para la economía alternativa el reto de crear organizaciones que sean viables y, al mismo tiempo, alternativas.
 

  4. Algunas áreas de actuación de la Economía Alternativa
¿Estamos nuevamente ante una nueva utopía? ¿O ante una especie de “cuadratura del círculo”, que pretende conciliar extremos irreconciliables? Hemos dicho que la economía alternativa quiere “pensar a escala mundial, pero actuar localmente”. Este deseo de realizaciones concretas, cercanas, viables pero alternativas, es móvil constante de muchas iniciativas.

4.1. Comercio alternativo
En el área del comercio alternativo aparecen muy claramente las dos dimensiones que señalábamos al comienzo: por una parte, la justicia social, buscada a través de unas relaciones más justas en los intercambios internacionales de mercancías; por otra parte, el desarrollo sostenible, en cuanto preocupación por promover el comercio de aquellos productos más acordes con los criterios de sostenibilidad.
La estrategia clave de este empeño comercial es el contacto directo y la transparencia entre productores y consumidores. Para ello se crean y favorecen redes comerciales en el tercer mundo y en los países desarrollados.
Entre los aspectos que más se potencian en el comercio alternativo cabe citar los siguientes: esfuerzo por importar a Europa prescindiendo de los intermediarios, para evitar ciertos perjuicios que se suele seguir de su actuación para los países del tercer mundo; fomento de organizaciones cooperativas para la producción y la comercialización. Es frecuente, además, que las relaciones comerciales se acompañen de visitas y de otras iniciativas de formación e información, o de hermanamientos. Suele también atenderse especialmente a las condiciones sociales y ecológicas en que se producen las mercancías. Por último, se ofrecen facilidades para la prefinanciación de las operaciones, así como garantías de precio, de compra y de pago.

4.2. Agricultura alternativa
La agricultura alternativa se presenta como agricultura ecológica o biológica. Su enfoque fundamental consiste en explotar los recursos del medio como si se tratara de un organismo vivo, es decir, dirigiendo y favoreciendo los procesos vitales de los suelos, las plantas y animales, dejando actuar los procesos naturales de regulación. Se trata con ello de respetar la lógica de la vida y actuar conforme a sus leyes. Es exactamente lo contrario de lo que hace la llamada agricultura industrial cuando recurre profusamente al uso de fertilizantes químicos, de plagicidas y de herbicidas, productos todos cuyos efectos negativos sobre las plantas, los animales y los seres humanos está más que demostrado.

4.3. Banca alternativa
El postulado de partida es ahora el carácter instrumental del dinero: de ahí el que deba estar siempre al servicio de proyectos justos y respetuosos con el medio ambiente. Las iniciativas en este terreno responden a una doble demanda: la demanda de financiación que procede de los productores, cuando su producción se orienta por los cauces de la economía alternativa, y la demanda de los ahorradores que desean ser tenidos en cuenta a la hora de determinar con qué criterios se van a invertir sus recursos y no se contentan con el criterio consagrado de mantener un prudente equilibrio entre riesgo y rentabilidad.
Entre los principios a aplicar pueden citarse los siguientes: ante todo, flexibilidad, de modo que puedan decidirse las inversiones según los criterios de los ahorradores; en segundo lugar, cooperación con el cliente para ayudarle a calibrar la viabilidad económica, social y ecológica de los proyectos a financiar; por último, minimalismo, en el sentido de operar con los tipos de interés más bajos, tanto en créditos como en ahorros.
Mención aparte merecen los fondos de inversión ética, un tema que comienza a abrirse camino en nuestro país y en Europa, pero que existe en Estados Unidos desde los años 70. Responden a la inquietud de algunos clientes ante la posibilidad de que sus recursos se estuvieran dedicando a financiar actividades que consideraban éticamente intolerables. Con este motivo dichos clientes exigían a los fondos de inversión que les dieran cuenta de los criterios aplicados para decidir las operaciones. La inversión ética tiene por objeto colocar el dinero en inversiones que permitan una rentabilidad financiera, pero a condición de que no se apoye con ello áreas de negocio éticamente reprobables tales como armas, tabaco, alcohol, apartheid, violación de derechos humanos, energía nuclear, racismo o discriminación, etc. El interés de la inversión ética radica en mostrar que se pueden encontrar fórmulas técnicamente viables para la consecución de objetivos que, en un primer momento, pueden parecer ajenos a la lógica de la economía y de las finanzas. En 1993 se contabilizaban en el Reino Unido hasta 22 fondos de inversión ética, los cuales garantizaban que los recursos a ellos confiados se emplearían de acuerdo con determinados criterios éticos. Estos criterios, que deben estar claramente formulados para información de clientes potenciales, pueden ser de carácter negativo (excluyen actividades como las enumeradas más arriba) o positivo (expresan aquellas otras actividades que directamente se quieren favorecer, tales como las más beneficiosas para el medio ambiente o para proyectos de desarrollo) . Aunque no se haya llegado a conclusiones definitivas, los estudios empíricos disponibles permiten afirmar que dichos fondos ofrecen una rentabilidad similar, si no ligeramente superior, a los convencionales. 

4.4. Empresa alternativa
También se habla de empresas alternativas para designar a aquellas unidades de producción que pretenden incorporar este enfoque en sus actividades y en su misma organización. Hay en ellas algo que recuerda lo que fue en sus orígenes en cooperativismo: un movimiento que pretendía mostrar cómo se podría sobrevivir en el marco del sistema capitalista con un modelo de organización empresarial inspirado en criterios más humanos. Y no es casualidad que la empresa alternativa adopte muchas veces la forma jurídica de la cooperativa, aunque no de modo exclusivo.
Un buen número de estas empresas alternativas nacen en respuesta a necesidades de la economía local o a iniciativas de solidaridad y de lucha contra el paro y la pobreza. En esos casos son expresión de la capacidad de colectivos muy marginales para autoorganizarse e integrarse competitivamente en el escenario económico de hoy.

Recogemos, a modo de ilustración, algunos de los principios que las inspiran:
1º) Reservar un mínimo del 25% de contratación a personas particularmente desfavorecidas cara al empleo.
2º) Desarrollar, dentro del respeto a la persona, los principios de solidaridad entre las personas tanto en el interior como en el exterior de las personas.
3º) Privilegiar, dentro de las actividades, todos los métodos y técnicas que permitan preservar el medio ambiente.
4º) Estabilizar el empleo privilegiando los contratos de duración indeterminada.
5º) Crear las condiciones necesarias de evolución del personal: su implicación dentro de la marcha de la empresa, asegurando su seguimiento individual, una subida en calificación, una verdadera concertación y una participación en los resultados de la empresa.
6º) Destinar un 1% de la masa salarial para un fondo común que, con la colaboración efectiva de los asalariados, podrá proponer acciones de carácter social y cultural.
7º) Participar y cooperar en el desarrollo del movimiento colectivo, solidario y transparente, cuyo objetivo es la creación de empresas alternativas o de economía social.
 

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