La economía
alternativa es consciente del marco general en que se inserta. Pasada ya
la época de la confrontación de los dos bloques, vivimos
ahora, en este final del siglo XX, en un escenario cuyas coordenadas más
determinantes pueden sintetizarse en las cinco siguientes.
a) Un único modelo
económico global.
La apertura de los mercados no tiene precedentes y conduce a una creciente
integración de la economía mundial. De todos los mercados,
el que alcanza un grado más elevado de globalización es el
financiero, y desde él se ejerce un severo control sobre el resto
de la economía. La empresa, por su parte, sobre todo si es de grandes
dimensiones, considera el planeta entero como su campo potencial de operaciones.
b) Aceleración
del cambio tecnológico. Ha sido enorme desde los años
70, debido sobre todo a la difusión de la informática y de
la tecnología. Su principal efecto es el desplazar mano de obra
de todos los sectores, sustituyendo la automatización, incluso,
a ciertas capacidades intelectuales.
c) La transformación
del trabajo. Estamos pasando de una sociedad de la producción
a una sociedad de la información y del conocimiento. La sociedad
tiende, entonces, a estructurarse en tres grupos: los bien formados y bien
remunerados; los poco cualificados, con bajos sueldos y trabajo inestable;
los parados y los que se mueven para sobrevivir en la economía sumergida.
d) La evolución
demográfica.
Las previsiones despiertan inquietud. Entre 1950 y 1986 la población
mundial se duplicó, pasando de 2.500 a 5.000 millones; y podríamos
alcanzar los 7.000 millones en el 2008. Primera consecuencia: es imposible
generalizar el modelo occidental de producción y consumo. Los movimientos
migratorios vendrán a convulsionar aún más este complejo
e inestable panorama demográfico mundial.
e) El círculo
vicioso competencia-crecimiento.
La dinámica de crecimiento se desarrolla bajo el impulso de una
fuerte competencia. Al mismo tiempo, el crecimiento fomenta la concentración
y la cooperación. En ese contexto, el papel y el poder de los gobiernos
cada vez se reduce más. |
El
escenario que acabamos de describir constituye, hoy por hoy, el espacio
ineludible para toda actividad económica. La economía alternativa
es muy consciente de ello y no rehuye el reto de ofrecer propuestas concretas
y viables dentro de ese sistema. Pero tampoco renuncia a hacer la crítica
de él. Veamos en qué términos.
a)
El mercado: virtualidades y limitaciones
El
principal objeto de crítica es, sin duda, el mercado. La economía
alternativa procede a una verdadera desmitificación del mercado,
lo que constituye una clave insustituible para entender este movimiento.
Pero, al hacerlo, no cae en los radicalismos del antiguo debate mercado
vs. plan, cuando las posturas se atrincheraban en la defensa del mercado
a ultranza contra el plan o del plan contra el mercado.
La
economía alternativa parte del reconocimiento de que el mercado
no es una institución exclusiva del sistema capitalista señalando
que lo propio del mercado capitalista es que organiza toda la producción
en función del intercambio y, al hacerlo, tiende a reducir todo
a mercancías. Pero no todo se adapta a las exigencias del mercado.
En concreto, ni el trabajo ni la tierra se adaptan bien a estas exigencias.
En la etapa anterior al capitalismo ambos estaban sometidos a otro tipo
de regulación, pero la llegada de éste los convirtió
en bienes mercantiles. Muy pronto, al menos el trabajo reivindicó
formas diferentes de regulación: bastó, para ello, la toma
de conciencia de que el trabajo humano no podía ser reducido a una
fuerza productiva sin más.
Podemos
admitir que el mercado es un buen mecanismo para asignar eficientemente
los recursos y organizar la producción, hay que reconocer casos
en que el mercado no asigna bien. Pero quizás donde el mercado muestra
más sus limitaciones, su ineficiencia, es cuando se trata de distribuir
la renta producida. El mercado tiende a aumentar la desigualdad de partida.
Los que gozan de márgenes más amplios de libertad impondrán
sus condiciones a los otros en beneficio propio (es lo que ocurre a todo
aquél que se ve obligado a aceptar un trabajo en las condiciones
que se le ofrece porque no tiene otra alternativa para sobrevivir; y sería
también el caso, menos dramático sin duda, de un mercado
que funciona en régimen de monopolio efectivo).
b)
Nuevos conceptos para una economía más humana y solidaria
Más
allá de la pura crítica, la economía alternativa busca
aportar algunos elementos más constructivos en la línea de
una superación del economicismo que caracteriza a nuestras sociedades
avanzadas y que tiende a contagiar a toda la humanidad. La investigación
de nuevos conceptos operativos e indicadores cuantitativos del desarrollo
ofrece elementos enriquecedores a la economía alternativa como son
los conceptos desarrollo humano, desarrollo sostenible, seguridad humana.
Al
concepto de desarrollo humano se llega desde la crítica de un desarrollo
entendido sólo como crecimiento económico y medido a través
de indicadores del tipo renta per cápita y dando más importancia
a otros aspectos como la salud, educación, etc. El índice
del desarrollo humano ha sido, pues, definido en función de tres
variables: la capacidad adquisitiva (que corrige el dato más primario
de los ingresos per cápita con el nivel medio de precios de cada
país), el nivel educativo (combinando la tasa de alfabetización
y la media de años de estudios) y la salud (mediante la esperanza
de vida) .
El
concepto de desarrollo sostenible fue puesto en circulación por
el Informe Brundtland . En él se define como aquel tipo de desarrollo
que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad
de las futuras generaciones para satisfacer las propias.
Por
último, el concepto de seguridad humana pretende ir más allá
de una seguridad basada sólo en la protección de las fronteras
frente a amenazas exteriores Esa seguridad humana se mueve en dos
niveles: seguridad contra amenazas crónicas (hambre, represión...)
y seguridad contra alteraciones súbitas y dolorosas de la vida cotidiana
(en el hogar, en el empleo...). Es una seguridad que no se logra mediante
los armamentos, sino mediante un desarrollo humano sostenible.
c)
Más allá de la lógica del mercado
Pero
la aportación de la economía alternativa no se apoya sólo
en estos nuevos conceptos. Hay en ella un sustrato más profundo
que tiene que ver con la crítica del capitalismo esbozada más
arriba y se abre a una concepción más compleja de la realidad
social. En efecto, el capitalismo ha supuesto una cierta mercantilización
de la vida social. El Estado de bienestar, en su afán de contrarrestar
esa mercantilización mediante la ampliación de los espacios
administrados, ha encerrado a la sociedad en una férrea disyuntiva
Estado mercado. Es más, hoy suele expresarse esta dialéctica
en términos de sociedad-Estado.
Frente
a esta férrea disyuntiva, muchos son los autores que comienzan a
identificar un tercer espacio social, que comienza a conocerse como el
tercer sector. Puede ser definido por exclusión: no funciona con
fines lucrativos, pero tampoco equivale a lo público sin más.
Se contrapone, por una parte, al mercado: por eso se habla de entidades
no lucrativas. Pero se contrapone también al Estado: y entonces
se habla de organizaciones no gubernamentales.
En
realidad, el tercer sector ha existido siempre. Pero no puede negarse que
hoy se ha activado considerablemente. Se impone el redescubrimiento de
una lógica distinta, esa que suele llamarse la lógica del
don.
En
el esfuerzo por buscar una caracterización más positiva de
este tercer sector, suele identificarsele como el mundo vital que se orienta
por esa lógica del don y de la gratuidad, se sostiene sobre estrategias
cooperativas y de autoorganización y tiene su base moral en los
sentimientos de solidaridad, autoafirmación y ayuda mutua.
En
contraste con esta lógica, la del mercado es la lógica del
intercambio, donde domina la eficiencia económica basada en la competencia
y el incentivo; y la del Estado es la lógica del derecho, que funciona
según criterios de regulación y distribución. Estas
tres lógicas, que caracterizan tres espacios diferentes de la vida
social, han de coexistir en una sociedad evolucionada. Pero el equilibrio
entre ellas es siempre difícil de conquistar y de mantener, porque
es frecuente que alguna de ellas sienta la tentación de colonizar
todos los espacios sociales (lo que se critica a la lógica del mercado
dentro del capitalismo) .
La
incorporación de esta lógica del don, que no niega la necesidad
de las otras, sino que las complementa, fecunda y humaniza, es un elemento
dinamizador del análisis actual de la sociedad, que es muy bien
asimilado por la economía alternativa.
d)
¡Pero dentro del sistema capitalista!
Lo
que precede confirma cuanto venimos afirmando desde el comienzo en el sentido
de que estamos ante un movimiento, crítico sin duda, pero empeñado
en mostrar que sus propuestas son viables dentro mismo del sistema capitalista.
En todas sus manifestaciones hay una irrenunciable vocación transformadora
del viejo orden económico y social. Las contradicciones actuales
indican que el cambio es inevitable, pero en modo alguno espontáneo:
hay que trabajar a nivel personal y a nivel social. Esto significa para
la economía alternativa el reto de crear organizaciones que sean
viables y, al mismo tiempo, alternativas.
|
¿Estamos
nuevamente ante una nueva utopía? ¿O ante una especie de
“cuadratura del círculo”, que pretende conciliar extremos irreconciliables?
Hemos dicho que la economía alternativa quiere “pensar a escala
mundial, pero actuar localmente”. Este deseo de realizaciones concretas,
cercanas, viables pero alternativas, es móvil constante de muchas
iniciativas.
4.1. Comercio alternativo
En el área del comercio
alternativo aparecen muy claramente las dos dimensiones que señalábamos
al comienzo: por una parte, la justicia social, buscada a través
de unas relaciones más justas en los intercambios internacionales
de mercancías; por otra parte, el desarrollo sostenible, en cuanto
preocupación por promover el comercio de aquellos productos más
acordes con los criterios de sostenibilidad.
La estrategia clave de este
empeño comercial es el contacto directo y la transparencia entre
productores y consumidores. Para ello se crean y favorecen redes comerciales
en el tercer mundo y en los países desarrollados.
Entre los aspectos que más
se potencian en el comercio alternativo cabe citar los siguientes: esfuerzo
por importar a Europa prescindiendo de los intermediarios, para evitar
ciertos perjuicios que se suele seguir de su actuación para los
países del tercer mundo; fomento de organizaciones cooperativas
para la producción y la comercialización. Es frecuente, además,
que las relaciones comerciales se acompañen de visitas y de otras
iniciativas de formación e información, o de hermanamientos.
Suele también atenderse especialmente a las condiciones sociales
y ecológicas en que se producen las mercancías. Por último,
se ofrecen facilidades para la prefinanciación de las operaciones,
así como garantías de precio, de compra y de pago.
4.2. Agricultura alternativa
La agricultura alternativa
se presenta como agricultura ecológica o biológica. Su enfoque
fundamental consiste en explotar los recursos del medio como si se tratara
de un organismo vivo, es decir, dirigiendo y favoreciendo los procesos
vitales de los suelos, las plantas y animales, dejando actuar los procesos
naturales de regulación. Se trata con ello de respetar la lógica
de la vida y actuar conforme a sus leyes. Es exactamente lo contrario de
lo que hace la llamada agricultura industrial cuando recurre profusamente
al uso de fertilizantes químicos, de plagicidas y de herbicidas,
productos todos cuyos efectos negativos sobre las plantas, los animales
y los seres humanos está más que demostrado.
4.3. Banca alternativa
El postulado de partida
es ahora el carácter instrumental del dinero: de ahí el que
deba estar siempre al servicio de proyectos justos y respetuosos con el
medio ambiente. Las iniciativas en este terreno responden a una doble demanda:
la demanda de financiación que procede de los productores, cuando
su producción se orienta por los cauces de la economía alternativa,
y la demanda de los ahorradores que desean ser tenidos en cuenta a la hora
de determinar con qué criterios se van a invertir sus recursos y
no se contentan con el criterio consagrado de mantener un prudente equilibrio
entre riesgo y rentabilidad.
Entre los principios a aplicar
pueden citarse los siguientes: ante todo, flexibilidad, de modo que puedan
decidirse las inversiones según los criterios de los ahorradores;
en segundo lugar, cooperación con el cliente para ayudarle a calibrar
la viabilidad económica, social y ecológica de los proyectos
a financiar; por último, minimalismo, en el sentido de operar con
los tipos de interés más bajos, tanto en créditos
como en ahorros.
Mención aparte merecen
los fondos de inversión ética, un tema que comienza a abrirse
camino en nuestro país y en Europa, pero que existe en Estados Unidos
desde los años 70. Responden a la inquietud de algunos clientes
ante la posibilidad de que sus recursos se estuvieran dedicando a financiar
actividades que consideraban éticamente intolerables. Con este motivo
dichos clientes exigían a los fondos de inversión que les
dieran cuenta de los criterios aplicados para decidir las operaciones.
La inversión ética tiene por objeto colocar el dinero en
inversiones que permitan una rentabilidad financiera, pero a condición
de que no se apoye con ello áreas de negocio éticamente reprobables
tales como armas, tabaco, alcohol, apartheid, violación de derechos
humanos, energía nuclear, racismo o discriminación, etc.
El interés de la inversión ética radica en mostrar
que se pueden encontrar fórmulas técnicamente viables para
la consecución de objetivos que, en un primer momento, pueden parecer
ajenos a la lógica de la economía y de las finanzas. En 1993
se contabilizaban en el Reino Unido hasta 22 fondos de inversión
ética, los cuales garantizaban que los recursos a ellos confiados
se emplearían de acuerdo con determinados criterios éticos.
Estos criterios, que deben estar claramente formulados para información
de clientes potenciales, pueden ser de carácter negativo (excluyen
actividades como las enumeradas más arriba) o positivo (expresan
aquellas otras actividades que directamente se quieren favorecer, tales
como las más beneficiosas para el medio ambiente o para proyectos
de desarrollo) . Aunque no se haya llegado a conclusiones definitivas,
los estudios empíricos disponibles permiten afirmar que dichos fondos
ofrecen una rentabilidad similar, si no ligeramente superior, a los convencionales.
4.4. Empresa alternativa
También se habla
de empresas alternativas para designar a aquellas unidades de producción
que pretenden incorporar este enfoque en sus actividades y en su misma
organización. Hay en ellas algo que recuerda lo que fue en sus orígenes
en cooperativismo: un movimiento que pretendía mostrar cómo
se podría sobrevivir en el marco del sistema capitalista con un
modelo de organización empresarial inspirado en criterios más
humanos. Y no es casualidad que la empresa alternativa adopte muchas veces
la forma jurídica de la cooperativa, aunque no de modo exclusivo.
Un buen número de
estas empresas alternativas nacen en respuesta a necesidades de la economía
local o a iniciativas de solidaridad y de lucha contra el paro y la pobreza.
En esos casos son expresión de la capacidad de colectivos muy marginales
para autoorganizarse e integrarse competitivamente en el escenario económico
de hoy.
Recogemos, a modo de ilustración,
algunos de los principios que las inspiran:
1º) Reservar
un mínimo del 25% de contratación a personas particularmente
desfavorecidas cara al empleo.
2º) Desarrollar,
dentro del respeto a la persona, los principios de solidaridad entre las
personas tanto en el interior como en el exterior de las personas.
3º) Privilegiar,
dentro de las actividades, todos los métodos y técnicas que
permitan preservar el medio ambiente.
4º) Estabilizar
el empleo privilegiando los contratos de duración indeterminada.
5º) Crear las
condiciones necesarias de evolución del personal: su implicación
dentro de la marcha de la empresa, asegurando su seguimiento individual,
una subida en calificación, una verdadera concertación y
una participación en los resultados de la empresa.
6º) Destinar
un 1% de la masa salarial para un fondo común que, con la colaboración
efectiva de los asalariados, podrá proponer acciones de carácter
social y cultural.
7º) Participar
y cooperar en el desarrollo del movimiento colectivo, solidario y transparente,
cuyo objetivo es la creación de empresas alternativas o de economía
social.
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