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...¿Quién le pone el cascabel al gato?
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La corrupción social se nos mete hasta nuestros patios más íntimos y la tarea para construir el Paraguay que queremos se presenta árdua y difícil. Con todo, mucha gente está dispuesta a echar una mano en la tarea y busca con sinceridad alternativas nuevas como puede ser el esfuerzo mancomunado para elaborar el nuevo "Programa de Gobierno 1999-2003". ¿Seremos, entre todos, capaces de ponerlo en marcha?.
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José L. Caravias sj.
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Si el patio de mi casa estuviera inundado permanentemente por agua pútrida, sería absurdo que me empeñara en limpiarlo recogiendo en jarritos el agua y tirándola a la calle; tanto esfuerzo no serviría para nada. Mejoraría mi situación si pudiera excavar un canal de desagüe; pero aun así nunca acabaría el problema. La única solución sería investigar por dónde y por qué entra esa podredumbre en la casa y arreglar la cloaca de forma que no vuelva a derramar su porquería. Y si la tubería, por vieja, ya no sirve, y cada vez que se arregla vuelve a reventar en la casa del vecino, lo único razonable es unirnos los que sufrimos este mal de forma que sea posible cambiar la vieja tubería por una nueva.
La corrupción social se nos mete hasta nuestros patios más íntimos. Mucha gente se esfuerza por mantenerse limpia, pero la porquería que infecta la atmósfera, les mancha sin cesar. Construyen canales por los que desviar la corrupción de sus hogares, pero la podredumbre se le cuela por nuevas rendijas. El problema, a veces, es tan serio, que llegan a infiltrarse las aguas cloacales en las tuberías de agua potable: hasta en lo más sagrado la corrupción mete su mugriento hocico. Cada vez más ciudadanos, desesperados, conversan con sus vecinos, barriales o profesionales, buscando soluciones. Crece un clamor airado de protestas. Nuestro alcantarillado social ya no dan más de sí: hay que cambiarlo…
Hay gente de buena voluntad que se esfuerza, hasta heroicamente, por no dejarse manchar por coimas y corrupciones, y busca con sinceridad cómo construir alternativas nuevas. Dentro de este ambiente, en esfuerzo mancomunado, se encuentra el nuevo "Programa de Gobierno 1999-2003". Un buen equipo ha trabajado con éxito en su redacción. Han conseguido descripciones de la realidad sinceramente objetivas. Y propuestas interesantes. En líneas generales, prescindiendo de sus lagunas, me quito el sombrero ante sus autores. Se pone el dedo en algunas llagas reales y se muestran vías de curación.
Quizás, por ahora, como programa, sea suficiente. Lo importante es empezar a ponerlo realmente en marcha. Pero el problema reside justamente acá. Todo proyecto serio necesita agentes que lo implementen, personas honradas y competentes, que sepan evaluar tareas y dificultades, trabajen en equipo y gocen de suficientes recursos. Y aquí está el problema: una gran cantidad de puestos claves del Gobierno están ocupados por gente incompetente y corrupta, dispuestos a frenar los planes de desarrollo auténtico. Sólo empujan los proyectos en los que ellos puedan medrar. Pero impedirán, con todos los medios a su alcance, que son muchos, que este Programa de Gobierno se lleve a cabo. Desplegarán la hipocresía de sus rechonchos seres para mentir, sofisticar, enredar, chicanear, coimear y toda esa caterva de molestas sabandijas que saben vomitar. Hay "felinos" siempre dispuestos a ladrar furiosos ante todo lo que huela a pobre, pero mueven siempre la cola cuando olfatean los lujos de sus amos.
Mientras muchos puestos claves del Gobierno sigan engullidos por personas corruptas, el aparato del Estado seguirá atascado. En la mayoría de las licitaciones públicas no triunfa el proyecto más económico o más competente, sino el que mejor sabe untar la mano. El "meter la mano en la lata" es ya cosa corriente, tanto, que llueven burlas y presiones contra los que no se "adaptan" al sistema. La impunidad lo blanquea todo. Una gigantesca burocracia ahoga entre papeleos toda lucha justiciera emprendida por medios "legales"... Tan nefasto es el veneno que pulula en nuestro ambiente social, que la mayoría de nuestros ciudadanos están ya gravemente enfermos de pesimismo crónico galopante.
El nuevo Plan de Gobierno nos trae un rayo de luz, ¿pero cómo disipar estas espesas tinieblas? Nuestro pueblo sólo cree lo que toca. Necesitamos hechos concretos de anticorrupción, palpables y comprobables.
Ciertamente hay personas honradas y competentes ocupando algunos puestos claves; y otros muchos marginados de esos puestos. ¿Pero qué hacemos con los frenadores profesionales? ¿Quién le pone el cascabel al gato? Se necesita una mano firme en el timón para mantener rumbo a pesar de los vientos contrarios. Al primer magistrado, en el que tantas esperanzas se depositaron, hay que pedirle que se ciña su banda presidencial como faja paraguaya, bien apretada, para que no le tiemble más la mano. Mucha gente del Gobierno tendrá que apretarse los pantalones…
Y entonces, sí, cuando veamos, con casos concretos, que se va acabando la impunidad, empezará a brotar de nuevo la esperanza. Cuando disminuyan los terratenientes incompetentes y se repartan tierras para todos los que las quieran trabajar, pero con acompañamiento crediticio y educacional, la creatividad participativa de este pueblo, ahora frustrado, florecerá de nuevo 
Es necesario que la policía no se deje más coimear, que no sea tan complicado sacar cualquier papel de una institución, que los enfermos no tengan que ir a las tres de la madrugada al IPS para que les atiendan después de interminable espera… Cuando se puedan realizar licitaciones limpias, cuando los militares no se traguen una buena parte del presupuesto de la Nación, cuando los padres de familia no tengan que emborracharse para construir un aula para sus hijos, cuando las leyes sean por igual para todos, cuando no importe el color sino la "competencia", cuando nadie se muera de hambre… Sólo se cree en el fruto cuando empieza a crecer la planta; en política no se puede vivir de "ojalás".
Es una vergüenza que se tenga que pedir limosna por televisión para que no mueran niños desvalidos del Hospital Nacional o de Cínicas... Cuando falte plata para pagar a senadores o militares, antes que para salvar a un niño moribundo, entonces creeremos que empezó a marchar la reforma del Estado.
Muchos estamos dispuestos a apoyar esta reforma, cueste lo que cueste. ¿Cuántos nuevos mártires necesitarán los acaparadores egoístas para aflojar sus riendas? ¿Es que la única posibilidad de purificación de este país es la sangre de los mártires?… 
El grito de los desvalidos seguirá subiendo de tono, cada vez más aterrador. Si los "privilegiados" se encierran en su necia sordera, el panorama se volverá cada vez más obscuro y explosivo...
Necesitamos una "romería" de gente honradamente competente, que con fe sincera en Dios y su pueblo, se pongan en marcha, en cruzada anticorrupta, horoicamente limpios de coimas, trabajando en equipo, en la construcción de una sociedad fraterna. Por el camino de que "todos son corruptos" no se va sino a la perdición. Aquello de que "es la única forma de vivir" no lleva sino a la muerte.
Tiene que salir a flote lo más profundo de la "paraguayidad", lo más íntimo de nuestra fe, para hacernos abrir bien los ojos y fortalecernos en búsqueda del "oñondivepá", sin ingenuidades, ni improvisaciones. 
Hoy en día, el buen ciudadano, el buen cristiano, tiene que meterse en política, al menos exigiendo honradez y coherencia a nuestros gobernantes. No dejemos el trabajo a los buitres. ¡La Patria está en peligro! 
El cascabel al gato tenemos que ponérselo entre todos...

Todo proyecto serio necesita agentes que lo implementen, personas honradas y competentes, que sepan evaluar tareas y dificultades, trabajen en equipo y gocen de suficientes recursos. 

Una gran cantidad de puestos claves del Gobierno están ocupados por gente incompetente y corrupta, dispuestos a frenar los planes de desarrollo auténtico. 

¿Quién le pone el cascabel al gato? Se necesita una mano firme en el timón para mantener rumbo a pesar de los vientos contrarios. 

Cuando falte plata para pagar a senadores o militares, antes que para salvar a un niño moribundo, entonces creeremos que empezó a marchar la reforma del Estado.

Necesitamos una "romería" de gente honradamente competente, que con fe sincera en Dios y su pueblo, se pongan en marcha, en cruzada anticorrupta, horoicamente limpios de coimas, trabajando en equipo, en la construcción de una sociedad fraterna. 
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