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...NUEVAS IDENTIDADES EN CONSTRUCCIÓN

La diversidad de culturas que conviven actualmente en nuestro país nos invita a reflexionar sobre la relación intercultural, sobre posibles dominaciones o destrucciones culturales e incluso sobre la reconstrucción nuevas identidades. La Biblia tiene algo que decirnos sobre el tema, incluida la permanente construcción de una identidad paraguaya en la multiculturalidad

 Margot Bremer rscj

Algo visto

Cerca de la Terminal de ómnibus se puede observar todo un espectro de épocas, modernidades y culturas que reflejan diferentes interpretaciones de la vida humana y de su convivencia. El otro día encontré allí a una kuñaguasu, venida del interior, vestida de negro desde las medias hasta el pañuelo, acomodado detrás de las orejas, con su cigarro de tabaco casero en la boca, observando contemplativamente su alrededor con mirada integradora, reflejo de un gran arandu ka’aty que había adquirido a lo largo de toda una lucha por la vida. A su lado una jovencita, doblando casi su altura con sus enormes tacones semicuadrados, sacando del bolsillo de sus ceñidos pantalones un celular para comunicarse con otros más lejanos de los a su lado. En un rincón -sumamente simbólico- dos niños indígenas medio dormidos, en cluquilla, y delante de éstos, plantado, un gigantesco menonita coronado con el clásico sombrero pirí, con mirada firme hacia el infinito. 

Todas estas personas, ocupan por un instante juntos, unos metros cuadrados. Son habitantes de la misma tierra paraguaya. ¿La diferencia de generaciones, culturas y hasta épocas les impide relacionarse? ¿Estarán dispuestos a recibir y aportar cada uno/a algo del/de la otro/a en la construcción de su propia identidad y de la identidad paraguaya?

Dinamismo de las identidades bíblicas 

¿Qué nos puede decir la Biblia sobre este problema? Aparentemente se trata de un pueblo que" tenía un solo corazón y una sola alma" (Hech 4,32). Pero al profundizar en su historia, descubrimos que este pueblo ha cultivado mucho la diversidad de culturas para rescatar al máximo los diferentes aspectos humanos presentes en ellas y para poder sanar y reconstruir su identidad siempre amenazada.

1. Fundando una nueva identidad                                                          top
El orígen del pueblo de Israel comenzó con la paulatina adhesión de once diferentes grupos culturales (tribus) al de los esclavos huídos de Egipto: nómadas, agricultores, sin-tierras, pastores, herreros, etc. Su búsqueda común de una vida alternativa les unía. Con la experiencia de un Dios Liberador del grupo de los esclavos huídos de Egipto, los demás hicieron una relectura de su propia salida del sistema opresor de las ciudades-estados cananeas. La liberación les desafiaba a la construcción de un proyecto liberador; apostaron al Dios de la gente pequeña, de Abrahán, Isaac, Jacob para elaborar una nueva constitución para un pueblo pequeño. Adquirieron una nueva identidad, compuesta de las pequeñas identidades grupales. Sin embargo cada grupo, a partir de la relectura de su propia tradición desde el nuevo enfoque común, aportaba al proyecto los propios valores, en forma de asambleas con intercambios y nuevas síntesis, sin renunciar a la propia identidad, sino reforzándola. La diversidad fue respetada y considerada como riqueza.

Un ejemplo es la celebración del acontecimiento salvívico fundante de la salida de la "casa de esclavitud", la fiesta de Pascua: juxtapuesta a la cultura pastoril con la inmolación del corderito cuya sangre inocente salva al rebaño del exterminador, está la cultura campesina con los panes ácimos. Son las dos culturas más fuertes que hacen presente en sus propios esquemas, sin mezclarse, la salvación de la "casa de esclavitud", común a todos. 
En el intento de formar un pueblo alternativo, contaron con el esfuerzo de cada grupo de profundizar en su propia cultura. Vieron la necesidad de enfocar todo de nuevo: desde la interpretación de la historia, de la celebración, de la justicia y de la propiedad, de la legislación y de la forma de cumplir leyes y sobre todo de crear mecanismos de renovación permanente en el respeto y la vigilancia para vivir este proyecto liberador de convivencia. 
 
2. Destruyendo la identidad                                                                   top
En la época postexilica, bajo dominación seléucida, existía una fuerte tentación de inculturarse en el proyecto de vida helenista. Los mecanismos de la helenización se realizaron mediante una penetración de un nuevo modo de ser en la vida cotidiana. El helenismo es un fenómeno urbano que afectó 
 

Jesús se atreve a dar nuevos acentos a símbolos sagrados dándoles nuevos significados. El anuncio del año jubilar, por ejemplo, con la significativa redistribución de la tierra, es llevado a la práctica por Jesús con el símbolo del pan, fruto de la tierra.

fuertemente a la identidad campesina, al instalarse en Judá, con sus artículos de consumo, su modo de comercialización, su moda, su arquitectura, su sistema de mercado. En pocos años se construyeron 33 nuevas ciudades en territorio judío. Esto causó profundos cambios en la vida agraria en favor del latifundismo que paulatinamente destruyó el sistema agrícola tribal. El proyecto helenizante permitió toda clase de funcionarios que, en vez de trabajar, se enriquecían ilícitamente. La gente sencilla no tenía ningún mecanismo de defensa ni capacidad de hacer gestiones. Aquel sistema producía desempleo, explotación, corrupción, deudas y empobrecimiento. La falta de un futuro destruyó el dinamismo de reconstruir la identidad.

Pero al mismo tiempo existía otra tendencia de autodestruir la identidad. Se trata de una falsa reacción a esta situación provocada por la helenización: el cerrazón hermético dentro de la propia cultura: desde la dominación persa que permitió la vuelta del exilio (decreto de Ciro), la nueva identidad, ordenada por un decreto de Esdras, era la de Templo-Ley-Pureza. En tiempos de los seleucidas les sirvió a un grupo como una especie de contracultura nacionalista que terminó a cerrarse sobre si misma.

La absolutización de la ley que excluye la historia, producía a lo largo inflexibilidad, estancamiento y, finalmente, una rigidez cadavérica.

3. Reconstruyendo la identidad                                                              top
Jesús intentaba reconstruir la identidad de su pueblo mortalmente herido. 
1. Jesús aprendió en "Galilea de los paganos" (Mt 4,15) a vivir con apertura y respeto hacia los no-judíos. Dió gran atención a los pobres, pecadores y excluidos, especialmente a los samaritanos, de modo que le llamaron "samaritano" (Jn 8,48).

La religión de su tiempo impedía percibir en otras culturas la presencia del Reino, pero Jesús la rescató. También en la cultura de su propio pueblo Jesús se atreve a dar nuevos acentos a símbolos sagrados, pero sin sentido de vida, dándoles nuevos significados. El anuncio del año jubilar, por ejemplo, con la significativa redistribución de la tierra, es llevado a la práctica por Jesús con el símbolo del pan, fruto de la tierra. Durante toda su vida lo comparte, en las "multiplicaciones" incluso provoca una redistribución por el mismo pueblo. Lo sintetiza en la última cena, en la antigua Pascua, con el reparto del pan como donación libre de su vida. Aquí insiste más en el simbolismo de los panes ácimos que en el del cordero pascual, reforzando de este modo la cultura de los agricultores, en aquel momento en vía de extinción. A través de las parábolas, tomadas en su mayoría de la vida del campo, Jesús quería despertar en el pueblo campesino la última fuerza dormida en la que ellos mismos no creían.

Al curar enfermos, Jesús ayudaba a tomar consciencia de lo que le faltaba a cada uno; preguntaba: exigía la colaboración al decir al manco: "estrecha tu mano"  (Mc 3,5) o correspondía al grito consciente del leproso: "Si quieres, puedes limpiarme" (Lc 5,13). Jesús también les ayudaba a recuperar los valores de su cultura ; p. e. la mujer encorvada, al ser curada, "en seguida se enderezó " (Lc 13,13) para verle con dignidad de "hija de Abraham" (v.16); o la suegra de Pedro, al ser curada, "en seguida le atendió", ejercitando la hospitalidad enraizada en su cultura (Lc 4,39). Todas estas enfermedades que Jesús curaba, simbolizan las enfermedades culturales en la convivencia del pueblo. Jesús ayudaba a recuperar a cada uno, llamándoles "hijos e hijas de Abraham", el fundador del pueblo, encauzando su colaboración en la refundación del pueblo nuevo; éste nacerá de la memoria de un Dios conocido por el acompañamiento dentro de su cultura, manifestado plenamente en Jesús.

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El hizo posible regenerar lo quebrado y fisurado, humanizar lo deshumanizado para reconstruir su identidad a partir de una autoestima sanada. Hizo posible una profunda relectura -desde las raíces de la propia cultura- de este acontecimiento salvívico de un Mesías tan esperado, venido por caminos tan inesperados. Con los ojos brutalmente abiertos a la realidad y con un "corazón ardiendo" (Lc 24,32) enfocaron su historia pasada desde la novedad, dando a todo lo antiguo un sentido nuevo, más profundo, más humano lo que les impulsa a ser "hombres nuevos y mujeres nuevas" desde los valores "salvícos" presentes ya en la propia cultura. Comenzaron a entrar en un diálogo intercultural, ayudándose mutuamente a refundarse desde la propia cultura. Llegaron a más plenitud humana que solamente puede darse en la diversidad cultural.

Visión sobre lo visto
¿En qué sentido nos puede iluminar este recorrido histórico-bíblico para la construcción de una nueva identidad paraguaya? El flash del metrocuadrado delante de la Terminal con personas de cuatro diferentes culturas ha sido nada más que un símbolo para la "multiculturalidad" en este país. Lo único que les había unido en aquel momento, era la espera de algún ómnibus. Sin embargo, esta espera común nos puede servir de símbolo para la expectativa común de un nuevo proyecto nacional que les involucra a cada uno de estos tan diferentes espectadores con un aporte específico. Solamente de esta manera se mantendrá el dinamismo, y esto es la misma vida, en la permanente construcción de una identidad paraguaya en multiculturalidad.

Para expresar esta posibilidad real, me sirvo de una nueva visión de los metros cuadrados en la parada del colectivo: veo a la jovencita metiendo su celular en el bolsillo preguntando a la kuñaguasu qué es lo que más valora en la vida del interior. A los niños indígenas les veo abriendo los ojos y, saliendo de su rincón, escuchando la respuesta de la sabia anciana, comparándolo con los valores de su propia comunidad. Al alto menonita le veo, atraído por la jovencita que ha entrado con tanta facilidad en comunicación con alguien de "otra época", bajándose hasta los niños indígenas lanzándoles preguntas sobre los mitos de su cultura nacidos en la tierra que él está habitando. 
El escenario en la Terminal con esta "visión" ha cambiado: en vez de coexistencia hay interrelación generando dinamismo de vida. Están tomando conciencia de estar embarcados, "encolectivados", en un puerto común, una "Terminal" común. La diferencia de culturas y épocas les hace sentirse cercanos por la posibilidad de complementarse, reconociendo cada uno su "fragmentariedad". Da posibilidad de entrar en un diálogo constructivo que les lleva a más humanidad. Veo más vida en el rostro de cada uno, no solamente por estar en contacto, sino también por la autoconsciencia que ha crecido en cada uno: pues en la medida en que confrontan lo propio con los otros, está creciendo la conciencia sobre sí mismo, la autoestima y la autovaloración junto con la conciencia de las propias lagunas. El desafío de aportar y recibir en un constante "trueque" recuerda al subir y bajar de los colectivos. Es viajar dentro de un proceso de constante construcción de la identidad, con constante amenaza de su destrucción, y con constante desafío de renovación, mediante relecturas y discernimientos frente a la aparición de nuevos valores y antivalores. Qué esta visión se haga realidad pronto!

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