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...Nuevos signos del poder
Política de amistad, o el telón de éste marzo.

José Carlos Rodríguez
 

    Marzo del 2000 tiene algunas inercias desalentadoras: la poca confianza en la calidad ética y práctica de la gestión estatal, la falta de lógica institucional. Por ejemplo: hay tres partidos, los tres en la oposición y los tres en el gobierno. Hay tres poderes y los tres divididos o divisibles: la mayor parte de los candidatos a vicepresidentes quieren levantarse contra el presidente; los Diputados están contra Senadores; el Consejo de la Magistratura actúa contra Corte Suprema de justicia.

Todos estos males los conocemos, como cuando nos aprieta el zapato o cuando nos duele la muela. Son males que no nos dejan dormir.

Pero hay algunos gestos nuevos del poder que podemos celebrar con alegría, esperanza y orgullo. Después de siete años de marchas, los campesinos finalmente encontraron a un gobierno dispuesto al diálogo. La marcha del Poder Ciudadano se encontró con un presidente que puede ser considerado hasta torpe pero nunca cobarde o falto de apertura. Todas las manifestaciones se encontraron enfrente a un nuevo gesto del poder. 

Muy diferente de aquel Rafael Casabianca, presidente del Congreso que fue a decirle hace unos años a los campesinos que no sabía que ellos venían marchado; muy diferente al presidente Wasmosy que se fue a una feria de ganado cuando acá teníamos expresiones de manifestación social que podrían ser calificadas como se quiera, pero de las cuales no puede decirse que no respondan a situaciones reales, dramáticas y crónicas: somos uno de los dos países mas desiguales del mundo, en vías de empeorar, sin pronóstico de mejoría y con 18 años de estancamiento económico. 

Hay algunos gestos nuevos del poder que podemos celebrar con alegría, esperanza y orgullo. Después de siete años de marchas, los campesinos finalmente encontraron a un gobierno dispuesto al diálogo.

El gesto del poder es un gesto de amistad. El poder ya no invalida a los interlocutores ("ellos no son campesinos, ellos no son obreros, ellos no representan a nadie, ellos no tienen respaldo…"), el poder no invalida los reclamos ("si piden disparates, nada conseguirán, no se puede y punto…"), no se piensa que nada sea fácil y se busca ofrecer algo, algo posible. Y habrá que ver hasta dónde…
También hay un cambio en los reclamos y los reclamadores. Los decibeles de los reclamos han disminuido  y de los pedidos totales inmediatos ("reforma agraria integral ya") se está pasando a los pedidos puntuales y secuenciales: Algo es mejor que nada, lo que ahora se puede es mejor que una promesa, o mejor ambas cosas, algo ahora y el resto que nos deban…

En síntesis, el poder toma en serio que el gobierno democrático no es ganar las elecciones para después hacer lo que se quiera, como quien gana la guerra y después "¡ay de los vencidos!", sino que democracia es hacer lo mejor para la mayor parte de la gente por más tiempo, esto es, aquello que es justo, y ello no es ni fácil ni rápido, y a veces no usa anestesia.

Y los movimientos sociales están aprendiendo a organizar sus pedidos, y sobre todo su logro principal que es la conquista de otro lugar: de clientes (lo cual es sólo un poco mas que siervos) a ciudadanos.
La creación de sociedad civil no se hace sólo fuera sino también frente o de cara al Estado. Con el cambio de la sociedad también cambia el funcionamiento estatal y el vínculo entre ambos. 

Como en el chiste de Mafalda (para quien ella tiene la edad de la madre en un sentido: cuando ella comenzó a ser hija su mamá se recibió de madre): La sociedad se recibe de civil, o sea se vuelve libre y conformada por ciudadanos; emerge como una sociedad de portadores de derechos, cuando el Estado se recibe de democrático, al mismo tiempo y por la misma razón.

Entonces las movilizaciones sociales dejan de ser una catástrofe o una amenaza, un desorden o un peligro. Comienzan a ser y a ser vistas como una de las maneras como la sociedad expresa (en el espacio público de la plaza real y en esa otra plaza simbólica que son los medios de información) los anhelos, los miedos, los sufrimientos y las expresiones de su vida. 

En ese sentido, marzo del 2000 fue exactamente lo contrario a marzo de 1999. La expresión popular en 1999 fue vista como subversiva, como intolerable, como transgresora: había que desalojar la plaza de todas maneras incluso con un "baño de sangre". En marzo de 2000 la plaza fue vista como un lugar de todos. El poder no le teme a los ciudadanos, ni los ciudadanos le temen al poder. Ya no hay más enemigos, sino amigos.

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