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Las relaciones de Hombre y Territorio 
entre los indios Ayoreóde

En tiempos de capitalismo salvaje, donde la economía no conoce otra regla que la del interés propio, es provechoso asomarse a la ética de otros pueblos, tenidos por primitivos y hasta como “salvajes” que, sin embargo, vivieron economías sostenibles y muy humanas. 



Bernard Fischerman 
 
Ayoreóde es el plural masculino de la autodenominación y significa "hombre, gente verdadera". A otros pueblos, cuya manera de vivir es similar a la de ellos, los Ayoreóde llaman Ayore Quedejnane, "otra gente"; a la población sedentaria llaman Cojnone.
Junto con los Chamacoco los Ayoreóde forman el grupo lingüístico de los Zamuco.
Como otros pueblos del Gran Chaco, los Ayoreóde eran y son cazadores y recolectores con una agricultura suplementaria.
Los Ayoreóde están divididos en siete clanes, igual que la naturaleza, con la que se relacionan a través de un parentesco mítico.

Una pequeña historia
Actualmente los Ayoreóde viven en diez comunidades en Bolivia y en tres en el Paraguay. Todas estas comunidades están situadas al margen de su hábitat tradicional, de que tuvieron que salir por diversas circunstancias.
Solamente un grupo local, los Totobiegosode, "la gente que vive en una región donde abundan los puercos pecarí", se encuentra todavía en el bosque, defendiendo su territorio y su modo de vivir autónomo.
En total el número de los Ayoreóde no debe sobrepasar los 3.400 individuos, de quienes alrededor de 2.200 viven en Bolivia y unos 1.200 en el Paraguay.
El pueblo actual de los Ayoreóde se debe haber formado de Ayoreóde que nunca fueron alcanzados por los jesuitas y otros que volvieron al Chaco en los años posteriores a la expulsión de los mismos de sus reducciones. El viajero francés Alcides D'Orbigny calculaba en 1.831 los Ayoreóde que vivían en el Chaco sin relación con las reducciones donde había unos 1.000 individuos. 
Alrededor de 1950, el tiempo de los primeros contactos con la sociedad nacional, su número debe haber alcanzado entre 4.500 y 5.000 habitantes. Muchos de ellos fueron víctimas de enfermedades desconocidas para ellos, contra quienes no tenían resistencia y que eliminaron la mayor parte de la gente anciana y los niños, sobreviviendo principalmente los jóvenes y los adultos de mediana edad. Grupos de Ayoreóde, que espantados volvieron al monte, contagiaron a otros grupos locales, que desaparecieron por completo debido a estas enfermedades. El pueblo Ayoreóde se recupera lentamente; su crecimiento demográfico ha sido y es todavía muy bajo. Cada grupo local posee en su territorio uno o dos pueblos más o menos estables en lugares donde hay agua cerca. 

El Chaco de los Ayoréode
El Chaco se presenta como una planicie inmensa. Sólo en el límite norte hay serranías como las de San José, Santiago y Sunsas y en el interior se encuentran como únicas elevaciones las montañas del Cerro León y algunos cerros aislados, como el de San Ramón. La vegetación del Chaco depende exclusivamente del agua de lluvia. Solamente en sus márgenes se encuentran ríos grandes: el Paraguay, Parapití y Río Grande.
El año está dividido en tiempo de lluvias y tiempo seco, división muy marcada, porque las precipitaciones se concentran casi exclusivamente en tiempo de lluvias entre octubre y marzo.
Árboles, arbustos y plantas están cubiertos de espinas y forman en muchas zonas un bosque impenetrable. En el centro del territorio Ayorei se encuentran las tres lagunas de sal, las Salinas de San José, Santiago y San Miguel, a su vez centro mítico, espiritual y de abastecimiento de sal para todos los Ayoreóde.
La falta de agua y la dificultad de penetrar en sus tupidos bosques fueron y siguen siendo causas de que el Chaco Boreal permanezca con una escasa población en sus regiones centrales.
El Chaco provee a los Ayoreóde de todo lo que necesitan para alimentarse o vestirse, para sus herramientas u otras necesidades.
En el Chaco faltan piedras, pero existe una serie de árboles con maderas muy duras, como el palo santo, el quebracho o el algarrobillo que los Ayoreóde usan para fabricar sus armas u otras herramientas. La fibra del caraguatá, que cubre grandes dimensiones del suelo del Chaco, es utilizada para fabricar bolsas, sogas, colchas o faldas, entre otros.

La carne, la sal y la miel
El Chaco es tierra de muchos animales. Los Ayoreóde consumen la carne de paca y agutí, de los diferentes armadillos y del puerco espín. Pero los animales que principalmente proveen de carne a los Ayoreóde son las tortugas, que habitan el Chaco en gran número, el oso bandera y sobre todo los puercos del monte, que  en la región de las Salinas, por ejemplo, pueden aparecer en tropas hasta de cuatrocientas cabezas. Donde hay agua, los Ayoreóde pescan.
Es de notar que a todos los otros animales, los pájaros, los tapires, los ciervos, monos o capiguaras, para mencionar algunos, no se los cazan para aprovechar su carne sino tan solo para usar parte de su cuerpo en la fabricación de adornos o bienes de utilidad, como raspadores o abarcas. Los tabúes referentes a la carne de muchos animales se basan principalmente en dos conceptos: se evita comer carne grasienta, que según la cosmovisión ayoré debilita el espíritu de coraje y el poder físico de la persona. Igualmente se evita comer animales con caracteres indeseables para el hombre, como los ciervos o los conejos, que se consideran como animales timidos y temerosos. Según los Ayoreóde, al comer esta clase de carne, el carácter del animal pasa a la persona. La carne de los armadillos, del paca o agutí se permite sólo a las personas ancianas, que ya no procrean, limitando así el daño para el grupo.
Los mismos Ayoreóde limitan de esta manera considerablemente el potencial alimenticio que ofrece el Chaco. Como alimentos vegetales el Chaco ofrece una variedad grande entre frutas de árboles, arbustos y cactus, raíces y hasta los corazones y harina de las palmeras.
Un alimento que existe en abundancia son los corazones de algunas clases de caraguatá, que durante el tiempo seco se vuelven el alimento vegetal principal.
Un lugar especial en la valoración de los Ayoreóde lo ocupan la sal y la miel. Para aprovisionarse con sal para todo el año, en julio y agosto, cuando la sal se encuentra a flor de la superficie, todos los grupos locales emprenden sus caminatas hacia las salinas en el centro de su territorio.
El alimento más apreciado es la miel. Los Ayoreóde consumen miel de abejas y de avispas y en caso de escasez llegan a comer miel que provoca enfermedades tóxicas de gravedad.
Uno de los problemas más graves del Chaco es la falta de agua. Durante las andanzas cargan agua en recipientes de barro, hecho especialmente para este fin. También encuentran agua en huecos de árboles o entre las hojas del caraguatá, donde el agua se puede guardar algunas semanas en cantidades pequeñas. 

Cazadores y recolectores
Los animales que se cazan frecuentemente son los puercos del monte, que andan en tropas medianas y hasta grandes. Una piara de puercos grandes es perseguida durante varios días, tratando de matar los animales que van en último lugar para no despertar la atención de los animales que guían la tropa. Las armas principales de los Ayoreóde son la lanza y la maza.
Al jaguar se lo mata en lucha personal para hacer de su cuero un adorno y ganar prestigio dentro del grupo.
La recolección es trabajo de las mujeres. La agricultura constituye una actividad económica complementaria. La limpieza de las pequeñas chacras es trabajo del hombre, la siembra la realizan ambos, hombre y mujer, mientras la cosecha es trabajo de la mujer, que también es la dueña de los frutos de la chacra.
La pesca se realiza principalmente durante el tiempo seco, cuando las lagunas se achican y muchos ríos pierden su corriente. En estos casos, los peces se concentran en pocos lugares; filas de Ayoreóde los empujan hasta un rincón y los atrapan con el "cochimone", un canasto de boca ancha y base angosta que se vuelca boca abajo sobre los peces que agarran con la mano introducida por el hueco de la base. Igualmente se pesca con arco y flecha. Si la pesca es buena, se conserva una parte en forma ahumada y salada. Estos pescados se intercambian frecuentemente con grupos locales vecinos que no tienen ríos o lagunas en su territorio.

Dar y recibir
La relación entre el número de personas de un grupo local y el tamaño del territorio que ocupa, está definido por un ecosistema funcional. Las andanzas constantes son una necesidad para mantener el ecosistema y la convivencia entre hombre y naturaleza. Si un grupo local entra en la zona definida, encontrará en ella animales a cazar, raíces, plantas y frutas comestibles. Estos recursos disminuyen rápidamente, es así como la búsqueda del sustento se vuelve más difícil. Si quedan pocos animales, el cazador necesita más tiempo para tener éxito y el grupo se ve obligado a avanzar hacia otra zona. Animales y plantas ganan de esta manera tiempo para regenerarse. Como el territorio es muy amplio, pasará bastante tiempo hasta que el grupo regrese a la misma zona. Otra forma de mantener este equilibrio dependía del número de hijos que tenía una familia ayoré, que en general no sobrepasan cuatro o cinco.
La unidad económica mayor la constituye el "jogasui", la familia extensa. Todo lo que obtiene por propios esfuerzos o de otros entra en una olla común. La cooperación en la cacería y recolección es muy limitada, pero existe un sinnúmero de reglas y formas de distribución. Prácticamente todo lo que se caza, pesca, cultiva, se encuentra o se fabrica, está sujeto a formas de circulación entre los miembros del grupo local o de distribución. En el caso de bienes de importancia existen reglas fijas de distribución. Si alguien caza un animal grande, por ejemplo, un puerco del monte, las partes mejores se distribuyen entre todos, aunque no hayan participado en la cacería.
La persona que ha cazado el puerco del monte hace llamar mediante su pito ayorei a los otros. Cuando éstos llegan junto al puerco, alguien que no esté emparentado con clanes con los que está relacionado el cazador, toma la palabra y dice: "Yajné, es mi, junto con otros, perseguido". Esta persona lleva el cuerpo al campamento y lo corta en pedazos. Como recompensa se queda con todas las víceras del puerco. El derecho sobre la carne lo tienen ahora las mujeres de la familia del cazador; si está casado, su mujer; si es soltero, su madre. Las mujeres encargan generalmente a uno de sus hermanos la distribución de la carne. Las mejores piezas, las piernas y caderas, las reciben los personajes más respetados del clan de su esposa o de su madre, que significa en cierto modo una recompensa por la adquisición de mujeres de parte de este clan. Otras partes buenas las reciben los miembros del clan del cazador. En el caso en que el cazador sea huérfano de madre o viudo, las mejores piezas se quedan en su propio clan. Para el cazador y su familia extensa se queda solamente la cabeza.

Una economía diferente
El pensamiento o la visión económica de cazadores y recolectores como los Ayoreóde se distingue esencialmente del nuestro. Para ellos todo lo que necesitan existe en la naturaleza y en abundancia, sólo hay que ir a recogerlo. La idea de que el hombre tiene que producir lo que necesita es ajena a los Ayoreóde. Su agricultura suplementaria lo entienden más como una ayuda a la naturaleza que un trabajo productivo del hombre.
El Ayorei se siente parte de la naturaleza y no tiene la intención de transformarla. Como ella le provee de todo lo que necesita, quiere mantener la naturaleza tal como se presenta.
La relación que tienen los Ayoreóde con la naturaleza se refleja en su cosmovisión y en su concepto de la naturaleza. Se consideran como parte de ella, a igual nivel que ella. Todos los seres de la naturaleza poseen alma.

No hablar mal de los animales
Las relaciones entre hombre y naturaleza se manifiestan de muchas formas. Aunque hay diferencias entre ambos principios, hay también una cercanía que se expresa en el parentesco, en la dependencia del hombre, de la voluntad de la naturaleza, comportamientos similares, historia común o en el hecho que el recién nacido recibe su alma de un ser de la naturaleza que pertenece a su clan.
Los seres de la naturaleza no rehusan proveer al hombre con lo necesario, siempre y cuando éste no abuse, respete al animal o planta y tenga presente los tabúes que éstos han otorgado cuando eran Ayoreóde todavía.
Entre los tabúes figuran los de no hablar mal o en forma despectiva de los animales. Tampoco se debe insultar o maltratar a un animal o hacerle sufrir. Los huesos o restos de un animal deben ser enterrados. El que los arroja en cualquier lugar ya no podrá cazar un animal.
Como para los Ayoreóde el monte estaba sin otra gente, y se presentaba grande y sin fin ("erami" se llama en Ayoré el bosque y su plural "enamone" significa el mundo), para ellos no existía el problema de propiedad y de títulos como para los campesinos.
Históricamente, el cambio de territorio fue el resultado de presiones externas, como últimamente en el caso de los Totobiegosode, que huyeron debido a presiones de la misión evangélica hacia territorio boliviano, pero que regresaron a su hábitat tradicional y conocido, cuando pensaron que el peligro había desaparecido.
*El presente artículo es un condensado de la ponencia del antropólogo Bernard Fischermann en el marco de un panel organizado por el GAT-ADEPI de la UC en apoyo al reclamo territorial Ayoreo y la defensa del medio ambiente chaqueño.
En el caso de bienes de importancia existen reglas fijas de distribución. Si alguien caza un animal grande, por ejemplo, un puerco del monte, las partes mejores se distribuyen entre todos, aunque no hayan participado en la cacería.
El Ayorei se siente parte de la naturaleza y no tiene la intención de transformarla. Como ella le provee de todo lo que necesita, quiere mantener la naturaleza tal como se presenta.
Los seres de la naturaleza no rehusan proveer al hombre con lo necesario, siempre y cuando éste no abuse, respete al animal o planta. 
Como para los Ayoreóde el monte estaba sin otra gente, y se presentaba grande y sin fin, para ellos no existía el problema de propiedad y de títulos como para los campesinos.
 

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