Ética
tiene que ver con la convivencia humana, con el sentido comunitario, con
la justicia.
Dicen
los que han podido entrar en la dinámica del mercado neoliberal,
que es imposible cambiar este rumbo; hay que acomodarse, ya que "fuera
del mercado no hay salvación".
Y
uno se pregunta: ¿dónde están aquellos que aún
anhelan una "tierra nueva donde habite la justicia"? (2 Pe 3,13)
Alternativa
bíblica
La
ética es un tema bíblico. Recordemos que, al salir los hebreos
de Egipto, no tenían otro fin que vivir una convivencia alternativa.
Analizando aquella situación inhumana, llegaron a la conclusión
que la causa había sido la concentración de riqueza en manos
de unos pocos que les había arrebatado todos los derechos a una
vida digna.
Gracias
a su fe en un Dios de gente popular como Abrahán, Isaac y Jacob,
ellos habían conservado el sentido de justicia, que les hizo "clamar"
a su Dios desde la injusticia infligida. Seguros de ser escuchados, no
se resignaron a encontrar una alternativa y la encontraron en el proyecto
de una sociedad igualitaria que se mantuviera así mediante la misma
justicia misericordiosa que su Dios había tenido para con ellos
al sacarles de la esclavitud. Inventaron muchos mecanismos de renovación
para prevenir a la aparición de pobres en su nueva sociedad: optaron
por el sentido comunitario y por un estilo de vida sencillo, sin lujo para
todos.
Se
trata de una especie de "erradicación de la riqueza" con la finalidad
de mantener relaciones igualitarias y fraternas.
La
aparente anécdota del maná es el eje principal de su nueva
ética de lo suficiente (Ex 16,14-18): buscaron todas las mañanas
el maná en el desierto, y a pesar de que algunos recogieron mucho
y otros poco, a la hora de comer, todos tenían lo necesario para
su consumo: no sobraba ni faltaba nada a nadie. Había nacido una
nueva ética la que prioriza el sentido comunitario al individualista:
se consiguió una justa distribución de los bienes.
Vuelta
a lo de antes
Sin
embargo, con el surgimiento de la monarquía, aquella nueva ética
"cayó en olvido"; los reyes de Israel y Judá, al imitar a
los monarcas vecinos, recomenzaron a acumular y el pueblo volvió
nuevamente a la situación de opresión y esclavitud: perdió
su libertad.
Notable
es la lectura de la crónica de Salomón quien quiere fundamentar
su sabiduría con una exagerada y ya vergonzosa ostentación
de todas sus riquezas: "el rey Salomón hizo 300 grandes escudos
de oro finísimo, empleando 600 monedas de oro para cada uno de ellos....y
300 escudos pequeños,...también un gran trono de marfil revestido
de oro finísimo. No se hizo cosa parecida en ningún otro
reino. El rey Salomón sobrepasó en riqueza y sabiduría
a todos los reyes de la tierra... año tras año cada uno le
traía regalos: objetos de plata y oro, vestidos, armas, perfumes,
caballos y mulos... Salomón hizo que la plata fuera tan abundante
en Jerusalén como las piedras..." (1 Re 10,18-24).
Con
esa acumulación monumental, el pueblo consecuentemente empobrece
y se endeuda. Muchos pierden sus tierras, tienen que trabajar como peones
para pagar las deudas atrasadas.
Esta
triste situación evoca el surgimiento del profetismo. Los profetas
hacen suyo el sufrimiento del pueblo empobrecido y le dan una voz. Como
defensores del proyecto originario de su pueblo, ven las graves fisuras
en la convivencia. Su causa es la pésima distribución de
los bienes que corta la posibilidad de un relacionamiento igualitario.
Profetas como Miqueas acusan indignados a los acaparadores: Son ustedes
los enemigos de mi pueblo, pues le quitan su manta al hombre bueno y tratan
como si estuvieran en guerra al que vive tranquilo. Arrancan de sus hogares
tan queridos a las mujeres de mi pueblo, y les quitan a sus hijos la libertad
que yo les había dado" (Mi 2,9). Según él, los otros
demuestran con su comportamiento una ética de voracidad caníbal:
"ustedes descueran vivos a los de mi pueblo y les arrancan la carne de
sus huesos. Se comen la carne de mi pueblo, y parten de sus huesos y los
echan a la olla" (Mi 3,2).
Amós
detecta que la indiferencia total frente a la pobreza del país es
consecuencia de una vida dedicada al lujo y consumismo: Tendidos en camas
de marfil, y arrellanados sobre sus sofás, comen corderito del rebaño....
canturrean al son del arpa ...Beben vino en grandes copas, con aceito
exquisito se perfuman, PERO NO SE AFLIGEN POR EL DESASTRE DE MI PUEBLO"
(Am 6,4-6). También el sentido comunitario está consumido.
Es
interesante que según los profetas, para erradicar la pobreza, hace
falta primero erradicar la ambición de consumismo, riqueza y lujo
para poder reconstruir el sentido comunitario.
Recreación
de la alternativa
Jesús,
profeta por antonomasia, en un momento histórico muy difícil,
quiere recuperar el proyecto originario de su pueblo. También él
intenta erradicar la ambición de acumular: "No amontonen riquezas
en la tierra... pues donde están tus riquezas ahí también
estará tu corazón... Es imposible servir al mismo tiempo
a Dios y a las riquezas" (Mt 19.21.24c). Se trata de dos éticas
completamente opuestas con dos imágenes de Dios opuestas.
Siempre
existe la posibilidad de cambiar de una a otra. Zaqueo, rico por ser cobrador
de impuestos al servicio de los romanos, es un ejemplo. El hace todo lo
posible para "ver como es Jesús" (Lc 19,3). Sin embargo, Jesús
se adelanta: el gesto valiente e incluyente de Jesús de invitarse
y sentarse en la mesa de un "impuro", provoca en Zaqueo un cambio. Comienza
a ver la propia vida con los ojos de su huésped, mirada llena de
pasión por y compasión del pueblo. Esta nueva visión
le hace descubrir su propia deuda para con el pueblo al que había
explotado. Comprende y aprehende la nueva Justicia, dispuesto a dar la
mitad de sus bienes a los pobres y devolver cuatro veces más a quien
ha exigido algo injustamente (v. 8). Zaqueo ha recobrado el sentido comunitario
que Jesús le brindó al invitarse a su casa y a su mesa: "ha
llegado la salvación a esta casa". ahora el verdadero "puro"(Zaqueo:
zakah = puro) es hijo de Abrahán quien buscaba ya la ética
de lo suficiente (Gen 14,23), al querer fundar un pueblo alternativo.
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