La
reestructuración de las Fuerzas Armadas de nuestro país debe
pasar inexorablemente por la definición de su rol dentro del nuevo
contexto de la globalización regional, la evaluación de las
hipótesis de conflicto, la reducción de su estructura y la
disminución del número de efectivos.
Eludir
el estudio y la implementación de estos pasos y plantearse a corto
plazo la eliminación de esta institución sería una
actitud poco prudente y una aspiración utópica que chocará
con factores políticos y sociológicos muy enraizados en la
sociedad, que lo único que conseguirá será postergar
los cambios requeridos.
Por
consiguiente, se impone un análisis y un debate racional, carente
de radicalidad, que permita la estructuración de unas Fuerzas Armadas
acordes a las necesidades y la potencialidad del país. Una discusión
que deje en claro que los recursos del Estado -escasos en estos tiempos-
deben ser destinados al desarrollo, específicamente salud y educación,
y no a sectores cuyas estructuras, por obsoletas, se constituyen en un
contrasentido.
Un
hecho innegable es la necesidad de encarar en breve la reforma castrense
de manera a encausar una verdadera institucionalización y evitar
los sobresaltos que generan las periódicas crisis militares, o la
aparición de líderes mesiánicos.
Continúa
simbiosis FFAA-partido colorado
En
ese sentido, la deuda de la clase política es grande, considerando
que, desde el inicio de la transición, en 1989, poco se ha avanzado
en materia de adecuar la estructura militar a la nueva realidad socio-política.
Los proyectos de leyes en ese campo son desempolvados cada tanto para finalmente
volver a las gavetas parlamentarias, a dormir el sueño de los justos.
Es
innegable que han habido avances en materia de institucionalización
y subordinación del estamento castrense a la civilidad. La antigua
omnipotencia e impunidad de los militares ha cedido terreno. La Constitución
de 1992 permitió romper algunos de los prejuicios, desechó
perniciosos principios como la obediencia debida y consagró instituciones
como la objeción de conciencia.
No
obstante, existen indicios de que los militares siguen sujetos al vaivén
político y continúa la simbiosis entre las Fuerzas Armadas
y el Partido Colorado. Un matrimonio incestuoso, al decir del analista
militar Carlos Martini.
Basta
con recurrir a los números y al uso de las tecnologías en
los ejércitos del Mercosur para exigir el sinceramiento de nuestras
Fuerzas Armadas en cuanto al papel que deben cumplir en el contexto regional.
Ante el contraste de potencialidades, es irracional seguir pensando en
unas Fuerzas Armadas estructuradas exclusivamente para la defensa nacional
en el siglo XXI, con equipos y armamentos del siglo XIX.
Efectivos
especializados
Las
Fuerzas Armadas paraguayas del nuevo milenio deben ser estructuradas básicamente
para acciones antiterroristas, operaciones internacionales de mantenimiento
de paz o acciones humanitarias. Deben tener la preparación y capacidad
para integrarse a fuerzas multinacionales. Esto requiere de unidades operativas
de acción rápida y altamente especializadas.
Indudablemente
no se pueden descartar futuros conflictos regionales. De hecho, en medio
de tanta globalización e integración económica, persisten
numerosos conflictos de límites en nuestra propia Latinoamérica,
que han llevado al enfrentamiento armado a países como Perú
y Ecuador.
Ante
la posibilidad de que se produzcan enfrentamientos armados, se deben buscar
factores disuasivos distintos al de las armas, como por ejemplo la diplomacia.
Debemos ser realistas y reconocer que la obsolescencia de nuestro equipamiento
militar, la carencia de organismos eficientes de inteligencia y la falta
de preparación de la mayoría del personal hacen improbable
un éxito en el campo armado.
Es
más probable obtener victorias a través de la acción
de la diplomacia. Por ello la reforma militar debe ir aparejada de una
potenciación de la diplomacia.
La
reticencia existente dentro las Fuerzas Armadas a su reducción y
modernización irá generando mayor resistencia en la población
hacia esta institución. Las carencias sociales son factores poderosos
para borrar o sepultar las glorias acumuladas por la milicia a lo largo
de sus más de cien años de historia.
Medios
básicos de Defensa (*)
|
Argentina
|
Brasil
|
Chile
|
Paraguay
|
Uruguay
|
TOTAL
|
Aviones
de comb.
|
97
|
233
|
95
|
12
|
24
|
461
|
Tanques
|
513
|
815
|
533
|
22
|
107
|
1.990
|
Piezas
de Art.
|
219
|
490
|
292
|
21
|
53
|
1.075
|
Helicóp.
de asalto
|
35
|
36
|
12
|
1
|
-
|
84
|
Tropas
|
15.000
|
141.700
|
28.600
|
7.000
|
10.295
|
202.595
|
Buques
principales
|
13
|
19
|
8
|
-
|
3
|
43
|
Submarinos
|
3
|
6
|
6
|
-
|
-
|
15
|
(*) Centro
de Estudios Unión para la Nueva Mayoría
(Material
complementario)
Leyes
castrenses, una deuda del Congreso
En
el Congreso Nacional se encuentran pendientes de estudio y sanción
los proyectos de leyes siguientes: el de Defensa Nacional y Seguridad,
que establece el marco doctrinario de la milicia en la actual coyuntura
sociopolítica; y el de Organización General de las Fuerzas
Armadas, que define la estructura organizacional. La legislación
que ya fue aprobada es la del Estatuto del Personal Militar, que establece
los derechos y obligaciones de los efectivos castrenses. Estas legislaciones
vendrán a ser como el cimiento y el esqueleto de las Fuerzas Armadas
que se pretenden.
También
deben ser reglamentadas las leyes que regulan el Servicio Militar Obligatorio
(SMO), la Objeción de Conciencia y la Justicia Militar. Muchos de
estos proyectos aguardan su aprobación desde el año 1993.
El
proyecto que ha generado mayor debate es el de Organización General
de las Fuerzas Armadas, teniendo en cuenta que es el que definirá
la influencia civil en la milicia, así como la estructuración
y distribución geográfica de las diferentes unidades. De
esta legislación dependerá el achicamiento de la burocracia
y del aparato militar.
El
traslado de las divisiones y los regimientos de Caballería a diferentes
puntos del país luego de la intentona golpista del 18 de mayo facilitará
sobremanera la reorganización, teniendo en cuenta que era uno de
los puntos conflictivos en la mencionada legislación.
No
obstante, todavía hay mucho camino por andar, considerando que numerosas
otras unidades militares siguen rodeando a la capital, ejerciendo una indebida
presión política.
En
segundo lugar, se debe eliminar la superestructura actual que no condice
con el personal existente. Los cuerpos de Ejército (tres en total)
ya no obedecen a una configuración moderna y menos aún a
los requerimientos y los recursos del país.
Se
impone un análisis y un debate racional, carente de radicalidad,
que permita la estructuración de unas Fuerzas Armadas acordes a
las necesidades y la potencialidad del país.
Las
Fuerzas Armadas paraguayas del nuevo milenio deben ser estructuradas básicamente
para acciones antiterroristas, operaciones internacionales de mantenimiento
de paz o acciones humanitarias.
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