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.EDITORIAL
AL DÍA SIGUIENTE |
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Y llegó el día después. Aún no se conocen los resultados definitivos de las elecciones a la Vicepresidencia de la República pero contamos con conteos preliminares y algunas constataciones. 1ª. Continúa creciendo el sentido cívico del pueblo paraguayo. La extraordinaria limpieza y tranquilidad de estos comicios nos demuestra que, sin duda, el pueblo paraguayo sabe votar y que también sabe esperar con serenidad la confirmación de unos resultados que aparecen bastante reñidos y parejos. Es explicable la existencia de algunos momentos de tensión en la dilatada espera. 2ª. Excelente igualmente la gestión de la Justicia electoral tanto en la preparación y organización del evento como en la rapidez y claridad al presentar los primeros resultados. 3ª. Se confirma lo que ya sabíamos. El pueblo está descontento con la gestión de gobierno. El ausentismo, los votos blancos y nulos y el desvío de votos colorados hacia el candidato opositor así lo acreditan. La ciudadanía ha votado contra insatisfechas demandas de salud, empleo, seguridad, contra una corrupción e impunidad sostenida y contra la mediocridad de la clase política. El nepotismo de la familia Argaña, que ha tomado el estado en clave hereditaria, puede darse también por aludido. Hay una manifestación clara al gobierno de que es preciso cambiar rumbos y ya. 4ª. Una advertencia para el Partido Colorado. Los partidos longevos también pueden caer. Como el PRI en México con más de 70 años o el taiwanés Partido Nacionalista con sus 50, también el Partido Colorado puede ser vencido en Paraguay. 5ª. La campaña electoral nos ha mostrado una vez más los lamentables manejos con que se sostiene la clase política en su lucha del poder por el poder sin importar los medios. Ha sido descarado el coqueteo de unos y otros con Oviedo y sus seguidores por conseguir votos; desde el “sólo es un asadito” en palabras del Presidente de la República hasta la “promesa de un juicio justo para Oviedo” de Yoyito. A este tipo de alianzas ya nos venían acostumbrando los representantes del poder legislativo al concederse mutuamente la impunidad ante acusaciones de graves delitos contra el estado, económicos o de gestión pública. Total, si son chanchos “son de nuestro chiquero”. Los principios éticos más elementales quedaron rotos. 6ª. Se advierte una endeble memoria del marzo paraguayo. Los sectores más críticos de la población esperaban un mayor voto castigo a unos y a otros. Si bien el número de ausentes más los votos blancos y nulos superan con mucho a quienes votaron por alguno de los candidatos, este grupo amorfo de gente es todavía sólo una expresión del descontento pero no una ciudadanía organizada que pueda exigir cambios manifiestos. 7ª. En estas circunstancias, los seguidores de Oviedo distribuidos en uno y otro bando intentarán pasar su factura al proclamado ganador, considerando sus votos decisivos para el triunfo en esta contienda. 8ª. Se desvaneció la tercera alternativa. El Encuentro Nacional perdió su oportunidad. Su cúpula directiva, pese al rechazo de gran número de sus seguidores, se arriesgó, en medio de ambigüedades, a favor del candidato oficial pero esta decisión no le dio el resultado esperado. Este partido que nació como nueva alternativa, al final quedó enganchado a unas migajas poder y cada vez más fragmentado. Son
las primeras elecciones del siglo XXI y del nuevo milenio. Se acabó
el recreo concedido para el proceso electoral y la siesta en que dormitaban
los conductores de la República. Ya no hay excusas para demorar
los cambios que el Paraguay necesita. Una reforma de país incluye
mucho más que la predicada reforma del estado. Las demandas económicas
y sociales resultan ya agobiantes y claman atención a sus necesidades
básicas: una fuerte inversión en educación y en el
sector de la salud. El campo sigue a la espera de su estatuto agrario y
de atención técnica y crediticia. La juventud precisa una
atención peculiar. Urge un cambio de mentalidad y una revisión
profunda en el modo de hacer política. Es impostergable la lucha
contra la corrupción.
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