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Un año más tarde, el 11 de noviembre de 1997 en París, la 29ª Asamblea General de la UNESCO aprueba otro documento importante: la “Declaración Universal sobre el Genoma Humano y los Derechos Humanos”, en donde se reconoce “que las investigaciones sobre el genoma humano y sus aplicaciones abren inmensas perspectivas de mejoramiento de la salud de los individuos y de toda la humanidad, pero destacando que deben al mismo tiempo respetar plenamente la dignidad, la libertad y los derechos de la persona humana así como la prohibición de toda forma de discriminación fundada en las características genéticas”. Estos importantes documentos nos permitirían pensar que estaría suficientemente salvaguardada la parte ética. Sin embargo debemos decir que lamentablemente a menudo existen dudas, temores o riesgos de que esto no sea así, ya que sabemos positivamente que en el ámbito científico “no todo lo que se puede hacer (y que es mucho), se debe hacer”. Por otra parte, si bien es cierto que hay numerosos y acabadamente elaborados códigos de ética que regulan la actividad científica, está en la conciencia de los investigadores ponerlos en práctica o no. De ahí que surgen al menos grandes interrogantes sobre la correcta utilización de este extraordinario descubrimiento. Sin ánimo de ser exhaustivos, indicamos algunos de los principales riesgos. * Riesgo en la manipulación genética de células germinales y la posibilidad de engendrar hijos “a la carta”. No debemos confundir la elección de sexo, que no implica ninguna manipulación genética con el hecho de introducir una secuencia de DNA exógena que podría presentar efectos genéticos adicionales. * Perfeccionamiento de embriones de hijos a fin de que nazcan con un determinado color de piel de los ojos o con determinadas características físicas o de la personalidad. * Posibilidad de discriminación laboral y de las compañías de seguros como consecuencia de un diagnóstico de defecto genético. * Comercialización de la información genética. * Utilización con fines políticos para eliminar grupos humanos. * Establecer criterios de quiénes deben vivir y cómo deben ser los que vivan. Termino citando a un científico
colombiano el Dr. Emilio Yunis, quien afirma: “Con este descubrimiento
se va a cambiar la forma de pensar, la forma de interrogar y de cuestionar,
especialmente en materias como la filosofía, la psicología
y la antropología, porque con el genoma se va a poder decir cuáles
son los genes de la inteligencia, los de la depresión, los de dormir
y en fin, todo lo que se quiere saber sobre el ser humano. Esa genética
molecular se va a meter en todos los escondrijos del ser humano. El pensamiento
va a dejar de ser patrimonio de los filósofos para convertirse en
terreno de la biología y la genética”
(*) Dra. en Bioquímica, Especialista en genética, Jefa de la Unidad de Citogenética del Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Salud y del Centro de Analítica la Esperanza & Primer Centro de Genética Humana, Miembro de PRO-BIOÉTICA. (**) Licenciado en Teología
Moral. Director de PRO-BIOÉTICA, Presidente de la Comisión
de Bioética del Círculo Paraguayo de Médicos, Profesor
de Ética y Bioética.
En octubre de 1990 se inicia el Proyecto del Genoma Humano con el fin de mapear y secuenciar, entre otros fines, los 3.000 millones de bases nucleicas del ser humano. El 26 de junio de este año fue anunciada la culminación de este primer objetivo Con este descubrimiento
se va a cambiar la forma de pensar, la forma de interrogar y de cuestionar,
especialmente en materias como la filosofía, la psicología
y la antropología, porque con el genoma se va a poder decir cuáles
son los genes de la inteligencia, los de la depresión, los de dormir
y en fin, todo lo que se quiere saber sobre el ser humano.
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