Lo desafíos del neoliberalismo al movimiento popular Frei Beto |
|
El neoliberalismo es el modo
como hoy el sistema capitalista se estructura. Hasta los años 80,
el capitalismo se mostraba con un perfil liberal: había competencia
entre empresas, los estados buscaban fortalecer las burguesías de
sus naciones, la cuestión social era una de las prioridades públicas.
Efectos del neoliberalismo El cambio de coyuntura exige
cambio en los actores sociales, como nuestros movimientos populares. ¿Cuáles
serían los efectos más evidentes del neoliberalismo en aquel
segmento de la población que los movimientos populares buscan sensibilizar,
movilizar y organizar?
Como la idolatría
del mercado es alabada por el neoliberalismo, la publicidad y los medios
de comunicación buscan vender la imagen de que la felicidad reside
en la despolitización, en la diversión, en el regreso a los
intereses individuales. La vida tranquila se restringe a las esferas de
la familia, del trabajo y del placer. Ultrapasar los límites de
ese círculo hermético es correr el riesgo de meterse en dificultades
y sufrimientos, dolores de cabeza y persecuciones.
Lo municipal predomina sobre lo nacional y lo mundial: aunque la globalización haga del mundo una pequeña aldea que, desde el interior de casa, nuestros ojos contemplan a través de la ventana electrónica de la televisión, las personas tienden a sentirse impotentes frente a la magnitud de los problemas internacionales y nacionales. Centrada en sus propios intereses y preocupada con su calidad de vida, la mayoría parece sensibilizarse más con las cuestiones municipales: el transporte, la escuela, la salud etc. Iniciativas como presupuestos participativos de las alcaldías o acciones colectivas en el trabajo y en la construcción civil, luchas por la tierra y por el techo, movilizan más que la solidaridad con Timor Oriental o la lucha a favor de la demarcación de las tierras indígenas en el Brasil. La práctica social predomina sobre las teorías revolucionarias: muchos parecen cansados de las teorías, otros están irritados de conceptos y análisis. Ya no se cree en la "conscientización", pues innumerables militantes "conscientes" abrazan hoy, las bondades del neoliberalismo y tuercen la nariz cuando oyen hablar de socialismo. Las obras de Marx y de la Teología de la Liberación poco salen de las estanterías, como si la práctica histórica hubiese comprobado que no merecen mucha credibilidad. "Más acciones, menos
reuniones” reclamaba Betinho pocas horas antes morir. Muchos ya no quieren
oír análisis de coyuntura, quieren hacer algo concreto por
los niños de la calle, por la reforma agraria, por la preservación
del medio ambiente. Por más que tales acciones sean o parezcan
Las Comunidades Eclesiales
de Base (CEBs) tuercen la nariz a los carismáticos, mas son éstos
quienes llenan templos y estadios. La pastoral social de la Iglesia Católica
encara con desdén a las Iglesias neopentecostales, mas son ellas
que atraen a capas más pobres de la población y promueven
grandes concentraciones urbanas.
Propuestas específicas en lugar de vagas utopías: la cultura que transforma todo en mercadería inmediata y palpable tiende a vaciar la atracción de las propuestas genéricas, como mundo mejor, libertad y socialismo. Las personas no parecen muy preocupadas con el futuro de la humanidad; quieren saber cómo asegurar su empleo, obtener un plan de salud, llevar a la familia de vacaciones a la playa. Durante décadas se habló de reforma agraria en el Brasil. Sólo en el momento en que la propuesta se enganchó a las ocupaciones de tierra, que garantizan lotes a las familias sin tierra, es que la lucha por la reforma agraria se tornó concreta. Ya no se espera "hacer revolución" para, después, conquistar derechos sociales. El fracaso de las luchas en Nicaragua y El Salvador afecta a la credibilidad de nuestros proyectos históricos. Partidos como el Partido de los Trabajadores (PT) oscilan entre su programa original y la práctica electorera que sumerge parte de la militancia en una disputa fratricida por cargos y mandatos. El trabajo de base es abandonado. Las personas están dispuestas a luchar por beneficios inmediatos, como obtener una tierra, una casa, un empleo. Y no siempre prosiguen en la misma disposición de lucha después de resolver su demanda personal y familiar. Las nuevas banderas -ecología, relaciones de género, cuestión racial: el enfoque político se desplaza de lo macro a lo micro, de lo global a lo local, de lo social a lo personal. No tanto en el sentido excluyente, de uno sustituido por otro. Mas la prioridad es concedida, ahora, a lo micro, a lo local, a lo personal. En busca de calidad de vida, la preservación del medio ambiente moviliza amplios sectores de la población, superando tensiones entre clases sociales y uniendo ricos y pobres. La emancipación de la mujer acentúa el debate sobre relaciones de género, politizando temas hasta entonces restringidos a la esfera privada y revestidos de tabú: la sexualidad, el machismo, la violencia doméstica o sobre los homosexuales, etc. La afirmación de la
negritud y de la condición indígena es síntoma de
la actualización de pautas sociales que sobrepasan los conceptos
del marxismo vulgar, restringido al conflicto de clases. En el sindicalismo,
la lucha de clases da lugar a las cámaras sectoriales, a los mecanismos
de diálogo entre patrones y empleados, a la participación
accionaria de trabajadores
La emergencia de espiritualidad:
el predominio de lo personal sobre lo social favorece a la preocupación
por el equilibrio y la armonía individuales, la subjetividad, la
vida espiritual. Ya que las ideologías no suscitan tanta esperanza
como otrora, muchos buscan en las religiones un sentido
Cansadas de racionalismo,
las personas quieren rescatar el encantamiento del mundo. Lo maravilloso,
lo milagroso, lo esotérico, ejercen fuerte atracción en este
mundo en que el sueño político no encuentra lugar y las utopías
parecen aún más distantes.
|