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Reforma del Estado 
 

Mons. Ismael Rolón 


Este es el tema que preocupa al pueblo. Para entender lo que se quiere, se espera y se promete, es necesario también entender el significado de las palabras: 

1. Reforma: Es cambio radical, pero para mejorar las instituciones, las leyes que aseguren la solidez y el bien de la comunidad humana, del país.

2. Estado: Es la estructura jurídica de un país, que le confiere unidad, estabilidad, representatividad, como la Constitución Nacional, los poderes, las leyes que han de concurrir todos solidariamente para el bien común. El Estado es como un edificio, bien construido, con todas sus dependencias, pero aún vacío.

3. Este edificio, Estado, será ocupado por hombres, que se interesen por su conservación y funcionalidad; especialmente ocupado por los funcionarios y empleados públicos, que son las autoridades, destinadas y pagadas para servir al país. Nuestro problema, de ayer y de hoy, es la moralidad, la honestidad, la responsabilidad de las autoridades y de todo el pueblo. El clamor actual es ¡la falta de justicia y el imperio de la impunidad!

Es de justicia que el delincuente, sea quien sea, y de cuya culpabilidad hay pruebas fehacientes, sea sancionado y vaya a la cárcel… A veces, los embrollos y la chicanería de algunos abogados crean burocracia, confusión… “ha opareí” Y cuando se trata de ladrones de millones, deberán, además de la cárcel, devolver todo lo robado. Cada día, parece más evidente, que esos robos millonarios fueron planeados, mediante cómplices, por mafias bien mimetizadas. Por esto, llama la atención que nadie ya piensa en la recuperación de lo robado, sino que “interesa gua’u”, los actores, que tampoco nunca se encuentran.

Con la misma historia, no se llega a identificar a los jefes de contrabandos, de la importación de drogas o armas y falsificaciones…“Opareí”! y eso que contamos con exagerado número de funcionarios, jueces, fiscales… generalmente “coimeros”… y, mientras tanto, el pueblo no cuenta con escuelas, ni hospitales, ni alimento suficiente…, y así, seguimos cayendo en el desprestigio social, político, económico y moral, ante las demás naciones y estados.

Las elecciones son la oportunidad, para el pueblo, para optar, elegir, como autoridades o ciudadanos conocidos por su honestidad, capacidad, patriotismo, y agregaríamos: más coherentes con su cristianismo, con su fe cristiana, que es vida. Y, de paso, no tiene justificación el despilfarro de dinero del pueblo, para los gastos de cada partido político.
Solamente así, con verdad, justicia, libertad y paz, la famosa “Reforma del Estado” tendrá como fruto: ¡Un Paraguay del 2000, desarrollado y feliz!
 
 
 
 

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