¿Qué
es eso de sociedad civil?
Hace
poco un periodista se preguntaba si la sociedad era realmente civil, y
explicaba por radio que él no creía que la palabra "civil"
fuera feliz. En realidad, la vulgarización del término es
reciente. Mucha gente no cree en las brujas, ni en la sociedad civil y,
para empezar, no han creído mucho en ella ni apostaron por ella
los partidos políticos paraguayos, buena parte de los empresarios
ni la mayor parte de los funcionarios del Estado. |
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De la sociedad civil hablan la ciencia social y la filosofía contemporánea. De Marx a Gramsci, de Pareto a Parson, de Hegel a Habermas; cada cual ha dicho lo suyo al respecto. Y últimamente esa terminología no está solamente en la boca de los tradicionales luchadores por la democracia, sino en la de los propios bancos mundiales que tienen programas de provisión de fondos para su fortalecimiento. La idea de una sociedad civil proviene del reconocimiento de que, en las sociedades complejas y pluralistas contemporáneas, el Estado, el mercado y el mundo de las asociaciones voluntarias, no obedecen a la misma lógica, ni al mismo ritmo, ni tienen la misma manera de estructurarse. Por eso la primera idea de sociedad civil –ese mundo de las asociaciones voluntarias, basadas en la comunicación– es puramente negativa: la sociedad civil es de entrada aquello que no es la económica ni la política. En la medida que los objetos se hacen mercancías, esto es, se compran y venden, como también los servicios; en esa medida se conforma un mercado que lo impregna todo y se rige por ciertas reglas que dominan la economía. Por ejemplo la competencia, la calidad, el precio. Pero no todo es mercado, aunque sea el precio un aspecto de todo aquello que existe en el mundo del capitalismo. Por ejemplo, las conciencias, en general, no se venden, ni las armas de guerra tampoco se venden a cualquiera, ni la prostitución infantil es impune. El mercado está y debe estar acotado. No puede tan siquiera haber mercado sin ser limitado; y estos limites se le imponen desde afuera, desde la política, desde la ética, desde la ley. Ni siquiera internamente hay mercado sin haber poder, sin una instancia que obligue al pago de las deudas, castigue la estafa o evite el saqueo. Y el poder no se rige por las mismas normas de la oferta y la demanda. Es una instancia normativa y coactiva. Tiene una estructura piramidal y un libreto predeterminado. Nadie sabe cuánto costará mañana la cebolla, pero sí supone la vigencia de la Constitución Nacional. Incluso los recursos básicos del Estado son obtenidos coactivamente, los impuestos son "impuestos", y los llamados contribuyentes no son "donantes". En el Estado, la sociedad deposita las normas y los recursos materiales que defienden intereses y protegen una forma de vida que se establece, en realidad, desde fuera del Estado. La sociedad civil está formada por asociaciones voluntarias, diversas y basadas en la comunicación. La sociedad civil constituye una trama y no una pirámide: Institucionaliza problemas de tipo completamente diferentes, por ejemplo, los de la fe, los de la igualdad de género, los de la expresividad étnica, los del ocio, o los del parentesco y la familia. En una sociedad moderna, democrática, plural, la sociedad civil no es un resto, está presupuestada. Si los casamientos no necesitan más autorización del presidente de la República, como en la época del Dr. Francia; y los precios no se fijan por decreto, como después de la guerra de 1947 –o antes de la independencia–, es porque un tipo de Estado permite y garantiza a la Sociedad Civil su libre funcionamiento. Ella no es simplemente un hecho, existe de derecho. De ahí que pluralidad, publicidad, privacidad, y legalidad, sean las características que le atribuyan Cohen y Arato, dos conocidos teóricos sobre la sociedad civil . Sociedad civil, supuesto y resultado de la democracia El
arcaísmo paraguayo prefiere que no haya sociedad civil. Los empresarios
antidemocráticos se sienten más cómodos comprando
votos que convenciendo a los electores. Y los políticos tradicionales
preferirían que el juego electoral tenga dos actores (liberales
y colorados, por ejemplo) y no tres: colorados, liberales y ciudadanos.
Ellos preferirían que no hubiese graderías ni tampoco público:
esto es, que no exista sociedad civil sino contendientes. Que todos fuéramos
políticos y todo fuera político y, de hecho, es así
como proceden. Al que critique a un colorado oficialista lo descalifican
como opositor, aunque la crítica sea justa. Y a quien critica a
un liberal, lo descalifican como argañista, aunque se trate de un
perfecto bandido, el criticado. Mas sociedad civil, mejor Estado Los
diez años de transición en Paraguay no sólo han desarrollado
un poder judicial autónomo, un poder parlamentario distinto del
ejecutivo. No sólo hay separación entre poderes, sino
también separación entre poder y sociedad: hay sociedad civil.
Y eso está bien. La idea de una sociedad civil proviene del reconocimiento de que, en las sociedades complejas y pluralistas contemporáneas, el Estado, el mercado y el mundo de las asociaciones voluntarias, no obedecen a la misma lógica, ni al mismo ritmo, ni tienen la misma manera de estructurarse. La sociedad civil está formada por asociaciones voluntarias, diversas y basadas en la comunicación. La sociedad civil constituye una trama y no una pirámide: Institucionaliza problemas de tipo completamente diferentes, por ejemplo, los de la fe, los de la igualdad de género, los de la expresividad étnica, los del ocio, o los del parentesco y la familia. El
desarrollo de la democracia es el proceso de formación de la capacidad
de autodeterminación individual y colectiva: capacidad que se inicia
y permanece en la sociedad civil. Luego y en parte, es transferida hacia
el Estado donde la gestión colectiva se vuelve obligatoria y universal:
ley o administración pública. |