Este artículo procura
formular novas cuestiones a partir de otra mirada sobre los conflictos
luso-guaraní en tierras orientales. Se establece un ángulo
de análisis que permita rescatar las motivaciones subyacentes a
los enfrentamientos militares y cómo esta oposición se configuró
históricamente. Se debe destacar que el malestar existente por parte
de la milicia guaraní contra la movimentación portuguesa
en la región posee una dimensión especial en la medida en
que confrontaciones de esa naturaleza permiten aprehender la identidad
histórica forjada por los Guaraníes a partir de la confirmación
de su capacidad guerrera.
La historia de la Colonia
del Sacramento, pivote de las principales animosidades luso-guaraníes,
estuvo caracterizada por una sucesión de cercos y asaltos españoles
contra dicha plaza, en colaboración con la milicia guaraní.
Los altercados registrados en las áreas limítrofes de la
Colonia de Sacramento —plaza estratégica de los portugueses enfrente
mismo a Buenos Aires—, determinaron el patrullamiento periódico
de las tierras orientales por los indios de las Misiones. En esas ocasiones
se presentaba la posibilidad de conocimiento mutuo entre unos y otros,
lo que también alimentaba las mutuas aversiones.
Una difícil frontera
La presencia portuguesa en
el Río de la Plata planteaba la necesidad de nuevos contingentes
de población en la vida colonial rio-platense con la consiguiente
modificación de las relaciones socio-culturales ya existentes. La
movilidad de la población, determinada por intereses estratégicos,
se configuraba como una de las características más marcantes
del período en cuestión, determinando la emergencia de nuevas
fronteras étnico-culturales1.
En este contexto las provocaciones
y hostilidades entre los portugueses y los guaraníes cristianizados
desde el siglo XVII, así como las proyecciones y la extrañeza
de los luso-brasileños del siglo XVIII en cuanto a la vida cotidiana
de las reducciones orientales, en el actual, se presentan como prometedores
objetos de investigación en lo que se refiere al rescate del estado
de ánimo y de las especificidades socio-culturales de los grupos
en cuestión; esto permite la percepción de la coherencia
de sentidos que los movían en esas ocasiones.
En los registros históricos
de los jesuitas, gobernadores provinciales y militares portugueses, respecto
al desempeño de las tropas guaraníes, afloran muchas dudas
y extrañezas mutuas. El enfrentamiento de las fuerzas e intenciones
diferentes que suponen, revelan aspectos culturales de los indios cristianizados
que probablemente no hubieran sido registrados si no fuera por la situación
extrema de conflicto en que se encontraban.
Sentido y función
de los Siete Pueblos
El movimiento de reocupación
de tierras a través del deslocamiento de varios grupos de Guaraníes
hacia un área de frontera abierta y en contacto con otro frente
colonizador —el portugués—, implicaba una inserción singular
de esos indios en la geopolítica río-platense. A los
indios misioneros trasladados les fue asignada la tarea de ocupar y patrullar
toda la extensión de la Banda Oriental —hoy Rio Grande do Sul (Brasil)
y Uruguay—, quedando a cargo de las nuevas reducciones desde su misma "(...)fundación,
la carga integral de la defensa de la extensa región circunscrita
entre el Uruguay, el Plata y el litoral atlántico”2, abarcando así
toda el área pretendida por Portugal.
Los Siete Pueblos, que vinieron
a fundarse en esa región en los últimos años del siglo
XVII y principios del XVIII, sufrieron por ese motivo males y daños,
especialmente los derivados de su condición fronteriza, delante
de la vecindad de la gente lusitana en sus inmediaciones. La realidad misionera
oriental imponía una rutina de constante estado de alerta
frente a las investidas promovidas por los “lusitanos”, obligando a los
jesuitas a instrumentalizar mejor a los indios de las milicias contra
sus potenciales rivales. Para ello la Batalla de Mbororé, que había
supuesto la victoria de los Guaraníes contra los paulistas en 1641,
servía de referencia para que los jesuitas hicieran recomendaciones
específicas en cuanto a la actuación de esas nuevas reducciones,
pautando la orientación militar de los guaraníes a
partir de acontecimientos y conflictos pasados.
En la documentación
de los militares portugueses vienen registradas escenas de ansiedad acerca
del comportamiento de los indios misioneros en el campo de batalla. Esas
informaciones nos permiten formular las siguientes cuestiones: ¿cuál
era la proyección y expectativa de los indios respecto a los portugueses?;
¿cuál era el tono y contenido del discurso de los padres
jesuitas antes de las batallas?; ¿cómo les eran descritos
a los guaraníes sus opositores lusitanos?; ¿cuál era
la comprensión y el alcance de lo que era el enemigo que debía
ser combatido?
¿Quiénes
eran los Tapes?
Los luso-brasileños
del siglo XVIII tenían gran curiosidad en cuanto a la localización
de las Reducciones, lo que llevó incluso a la confección
de un mapa a partir de las informaciones suministradas por un guaraní
de las Misiones a un jesuita portugués. Así, en 1727, el
Gobernador del Río de Janeiro, Vaia Monteiro, remitió a Lisboa
ese mapa indicando la posición de las siete Misiones instaladas
entre 1682 y 1707, información que probablemente aumentaba la aprehensión
de los portugueses.
Por haber actuado con frecuencia
en las campañas militares y obtenido victorias para el rey de España,
los indios de las misiones fueron repetidamente elogiados por las autoridades
locales. En esas ocasiones los gobernadores cuando se referían a
los Guaraníes, enumerando los servicios prestados por ellos, acostumbraban
nombrarlos como “indios de las Misiones” o simplemente “Tapes”, conforme
indican las actas del Cabildo de Buenos Aires. Inclusive se distinguía
a los guaraníes aldeados de los demás, agregando la palabra
Reducción. Posteriormente, los indios de las Misiones Orientales
pasan a ser nombrados como Tapes. ¿Por qué los representantes
coloniales se referían a los guaraníes orientales de
una forma diferente? ¿Qué nos indica esta particularidad?
Una consulta a la documentación
rio-platense, sea eclesiástica o civil, permite inferir que el vocablo
Tape tal vez indique una diferenciación étnico-cultural y
que esta fue “mantenida involuntariamente” por las autoridades ¿O
será apenas una mera proyección geográfica que se
imponía al sentir colectivo?
Este cuestionamiento parte
de la argumentación de que todas las formas de excepción,
sea una toponimia aberrante o incluso la importancia atribuida a un nombre
propio en la historia, permiten renovar la pesquisa entre los sistemas
explicativos y el “esto” todavía inexplicado, como observó
Michel de Certeau3.
Así las distinciones
existentes en el momento de la conquista entre los conjuntos territoriales
del Paraguay, conocidos como guára, en algunas casos fueron mantenidos
durante la colonización actuando como referencia geográfica
y toponímica para determinados territorios dentro de la Provincia
jesuítica. La dilatación física de las misiones suponía
un lento proceso de (re)integración de nuevas áreas de la
cultura guaraní en el espacio misionero, agregando territorios a
la Provincia en expansión como ocurrió con el Tape en el
último cuarto del siglo XVII.
Una identidad en movimiento
La dinámica histórica
de las relaciones establecidas en ese territorio supuso una diferenciación
de la población misionera oriental entre Guaraníes propiamente
dichos y Tapes, excluyendo a esos últimos de la denominación
genérica de Guaraní, respetando así la pauta cultural
subyacente a los “Tapes misioneros”. El hecho de que los Guaraníes
orientales fueran denominados de esta forma nos indica exactamente
que se debe evitar la generalización excesiva y no olvidar la especificidad
cultural del grupo.
Nuestra hipótesis
encuentra indicios de ello en las impresiones de un jesuita contemporáneo
de las Misiones durante el siglo XVII, quien en su obra, Historia de la
Provincia del Paraguay de la Compañía de Jesús, una
de las primeras crónicas sobre la historia de las Misiones, narra
los contactos iniciales con grupos de Guaraníes hasta entonces aislados
o desconocidos.
Al describir a los habitantes
del Tape, en 1673, el padre Techo mencionaba que estos “(...) en
casi nada se diferencian, por lo que toca a sus costumbres e idiomas, de
los guaraníes”, pero mientras tanto agregaba que “son de carácter
más dulce y menos corrompidos por los vicios, y está probado
que no hay en la América meridional otra nación tan apta
para aprender y conservar el cristianismo”4. Con ello el autor indica
la posibilidad de entender a los Tapes como una “masa” más dispuesta
al evangelio y por consiguiente al éxito de la catequesis.
Los propios jesuitas diferenciaban
la población misionera oriental de la denominación usualmente
atribuida a los habitantes de las demás Reducciones. Los Tapes cristianizados
hacían parte de la gran tradición cultural guaraní,
pero al que todo indica poseían una especificidad étnico-cultural
propia. EL jesuita José Aguirre, por ejemplo, al escribir en 1722
una carta al Gobernador de Buenos Aires, destacando la importancia de los
servicios prestados con prontitud por sus tutelados, diferenciaba dentro
del grupo una parcialidad de la otra, mencionándolos como
“pobres Yndios Guaraníes y Tapes”5, e indicando probablemente una
identificación entre población y territorio. El jesuita en
cuestión, casi sin querer, estaba evitando la homogeneización
socio-cultural, contraponiéndose a la tendencia general de nivelación
cultural seguida por la propia Compañía de Jesús.
Las autoridades coloniales,
por el hecho de su convivencia más cercana con la población
de las Reducciones, conocían estas particularidades, y las ponían
de manifiesto en el momento de prestar cuentas. Los gobernadores de Buenos
Aires cuando, en el siglo XVIII, especificaban los trabajos prestados por
la población misionera se referían a ésta como siendo
de indios Tapes, lo que apunta al reconocimiento de la trabazón
étnico-cultural existente entre los indios aldeados por los jesuitas.
Al narrar los episodios
del pasado y darles un sentido histórico, los jesuitas contribuían
a reforzar la memoria indígena sobre el guára, potencializando
la consciencia de unidad e identidad étnico-cultural. Esta condición
deriva de la propia situación colonial, que a su vez determina una
nueva relación de la sociedad con el territorio, deflagrando el
proceso de territorialización; es lo que ocurre cuando una colectividad
organizada formula una identidad propia, instituyendo mecanismos
de toma de decisiones y de representación y reestructura su formas
culturales.
El significado forjado por
los Tapes cristianizados sobre su vínculo con las reducciones y
las tierras orientales estuvo sujeto a la interpretación presentada
por los jesuitas a sus tutelados. La instrucción jesuítica
inspirada en el ideal de cruzada, evocadora del origen de los soldados
de Cristo, fundida con el significado de la guerra en la preservación
de la memoria del grupo, justificaba la permanencia y manutención
de ese territorio (guára), por parte de los indios misioneros. Eran
espacios construidos por el sincretismo de elementos de la cultura guaraní
y el cristianismo militante de los jesuitas. Desde otra perspectiva, al
formar ejércitos que, a través del expediente de la guerra,
con alta eficacia entre los nativos, se aseguraba una posibilidad de “unidad”
entre parcialidades que se veían y eran vistas como distintas. Se
creaba la posibilidad de otro tipo de colectividad que contrasta con ese
“otro” que es el blanco portugués. Este recurso, a lo que todo indica,
fue reforzado entre la población misionera oriental a través
de la identidad regional del Tape. De esta manera la adquisición
de una noción de historia por parte de los Guaraníes orientales
estuvo condicionada también por los constantes enfrentamientos
con los lusitanos, reactualizados a través de nuevos enfrentamientos.
Tradición e historia
guaraní
Esta orientación encontraba
campo fértil en el modo de ser guaraní, pues esta sociedad
cuando se deparaba con una situación problemática, presentaba
como respuesta una actitud nueva, pero basada en la tradición. Probablemente
al explorar los acontecimientos de la primera fase como un ejemplo de los
graves daños que representaba la proximidad del colonialismo portugués,
los jesuitas estaban al mismo tiempo recordando a los indios la posibilidad
de nuevas victorias calcadas en los hechos anteriores, estableciendo así
una relación de continuidad en la manera de concebir a los enemigos.
Esta comprensión
del presente orientada a partir del pasado sería nuevamente sugerida
a los guaraníes de los Siete Pueblos delante de la ofensiva lusitana
en dirección a las Misiones Orientales. El motivo fue la firma del
Tratado de Madrid entre las Coronas Ibéricas, que determinaba la
permuta de los Siete Pueblos por la Colonia del Sacramento.
Al convivir continuamente
con las pretensiones portuguesas en el Río de la Plata surgían
oportunidades que posibilitaban a los guaraníes orientales reelaborar
su entendimiento en cuanto al opositor “lusitano”. Exactamente como sucedió
en la “Guerra Guaranítica”, cuando tuvieron que defender sus
convicciones hasta la muerte.
¿Cuál era la
proyección y expectativa de los indios respecto a los portugueses?;
¿cuál era el tono y contenido del discurso de los padres
jesuitas antes de las batallas?; ¿cómo les eran descritos
a los guaraníes sus opositores lusitanos?; ¿cuál era
la comprensión y el alcance de lo que era el enemigo que debía
ser combatido?
La adquisición de
una noción de historia por parte de los Guaraníes orientales
estuvo condicionada también por los constantes enfrentamientos
con los lusitanos, reactualizados a través de nuevos enfrentamientos
Al convivir continuamente
con las pretensiones portuguesas en el Río de la Plata surgían
oportunidades que posibilitaban a los guaraníes orientales reelaborar
su entendimiento en cuanto al opositor “lusitano”
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