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Rivalidades luso-guaraníes en la Banda Oriental del Uruguay (1680/1757)

   En un ambiente de frontera los Tapes llegaron a forjar una identidad propia que los distinguía incluso de otros Guaraníes. El conflicto y la rivalidad frente a los portugueses fortalecía su modo de ser tradicional y lo desarrollaba como respuesta a nuevas situaciones coloniales. 

  Eduardo Neumann 


Este artículo procura formular novas cuestiones a partir de otra mirada sobre los conflictos luso-guaraní en tierras orientales. Se establece un ángulo de análisis que permita rescatar las motivaciones subyacentes a los enfrentamientos militares y cómo esta oposición se configuró históricamente. Se debe destacar que el malestar existente por parte de la milicia guaraní contra la movimentación portuguesa en la región posee una dimensión especial en la medida en que confrontaciones de esa naturaleza permiten aprehender la identidad histórica forjada por los Guaraníes a partir de la confirmación de su capacidad guerrera.
La historia de la Colonia del Sacramento, pivote de las principales animosidades luso-guaraníes, estuvo caracterizada por una sucesión de cercos y asaltos españoles contra dicha plaza, en colaboración con la milicia guaraní. Los altercados registrados en las áreas limítrofes de la Colonia de Sacramento —plaza estratégica de los portugueses enfrente mismo a Buenos Aires—,  determinaron el patrullamiento periódico de las tierras orientales por los indios de las Misiones. En esas ocasiones se presentaba la posibilidad de conocimiento mutuo entre unos y otros, lo que también alimentaba las mutuas aversiones. 

Una difícil frontera

La presencia portuguesa en el Río de la Plata planteaba la necesidad de nuevos contingentes de población en la vida colonial rio-platense con la consiguiente modificación de las relaciones socio-culturales ya existentes. La movilidad de la población, determinada por intereses estratégicos, se configuraba como una de las características más marcantes del período en cuestión, determinando la emergencia de nuevas  fronteras étnico-culturales1.
En este contexto las provocaciones y hostilidades entre los portugueses y los guaraníes cristianizados desde el siglo XVII, así como las proyecciones y la extrañeza de los luso-brasileños del siglo XVIII en cuanto a la vida cotidiana de las reducciones orientales, en el actual, se presentan como prometedores objetos de investigación en lo que se refiere al rescate del estado de ánimo y de las especificidades socio-culturales de los grupos en cuestión; esto permite la percepción de la coherencia de sentidos que los movían en esas ocasiones.
En los registros históricos de los jesuitas, gobernadores provinciales y militares portugueses, respecto al desempeño de las tropas guaraníes, afloran muchas dudas y extrañezas mutuas. El enfrentamiento de las fuerzas e intenciones diferentes que suponen, revelan aspectos culturales de los indios cristianizados que probablemente no hubieran sido registrados si no fuera por la situación extrema de conflicto en que se encontraban.

Sentido y función de los Siete Pueblos

El movimiento de reocupación de tierras a través del deslocamiento de varios grupos de Guaraníes hacia un área de frontera abierta y en contacto con otro frente colonizador —el portugués—, implicaba una inserción singular de esos indios en la geopolítica río-platense.  A los indios misioneros trasladados les fue asignada la tarea de ocupar y patrullar toda la extensión de la Banda Oriental —hoy Rio Grande do Sul (Brasil) y Uruguay—, quedando a cargo de las nuevas reducciones desde su misma "(...)fundación, la carga integral de la defensa de la extensa región circunscrita entre el Uruguay, el Plata y el litoral atlántico”2, abarcando así toda el área pretendida por Portugal.
Los Siete Pueblos, que vinieron a fundarse en esa región en los últimos años del siglo XVII y principios del XVIII, sufrieron por ese motivo males y daños, especialmente los derivados de su condición fronteriza, delante de la vecindad de la gente lusitana en sus inmediaciones. La realidad misionera oriental imponía  una rutina de constante estado de alerta frente a las investidas promovidas por los “lusitanos”, obligando a los jesuitas a  instrumentalizar mejor a los indios de las milicias contra sus potenciales rivales. Para ello la Batalla de Mbororé, que había supuesto la victoria de los Guaraníes contra los paulistas en 1641, servía de referencia para que los jesuitas hicieran recomendaciones específicas en cuanto a la actuación de esas nuevas reducciones, pautando la  orientación militar de los guaraníes a partir de acontecimientos y conflictos pasados. 
En la documentación de los militares portugueses vienen registradas escenas de ansiedad acerca del comportamiento de los indios misioneros en el campo de batalla. Esas informaciones nos permiten formular las siguientes cuestiones: ¿cuál era la proyección y expectativa de los indios respecto a los portugueses?; ¿cuál era el tono y contenido del discurso de los padres jesuitas antes de las batallas?; ¿cómo les eran descritos a los guaraníes sus opositores lusitanos?; ¿cuál era la  comprensión y el alcance de lo que era el enemigo que debía ser combatido?

¿Quiénes eran los Tapes?

Los luso-brasileños del siglo XVIII tenían gran curiosidad en cuanto a la localización de las Reducciones, lo que llevó incluso a la confección de un mapa a partir de las informaciones suministradas por un guaraní de las Misiones a un jesuita portugués. Así, en 1727, el Gobernador del Río de Janeiro, Vaia Monteiro, remitió a Lisboa ese mapa indicando la posición de las siete Misiones instaladas entre 1682 y 1707, información que probablemente aumentaba la aprehensión de los portugueses. 
Por haber actuado con frecuencia en las campañas militares y obtenido victorias para el rey de España, los indios de las misiones fueron repetidamente elogiados por las autoridades locales. En esas ocasiones los gobernadores cuando se referían a los Guaraníes, enumerando los servicios prestados por ellos, acostumbraban nombrarlos como “indios de las Misiones” o simplemente “Tapes”, conforme indican las actas del Cabildo de Buenos Aires. Inclusive se distinguía a los guaraníes aldeados de los demás, agregando la palabra Reducción. Posteriormente, los indios de las Misiones Orientales pasan a ser nombrados como Tapes. ¿Por qué los representantes coloniales  se referían a los guaraníes orientales de una forma diferente? ¿Qué nos indica esta particularidad? 
Una consulta a la documentación rio-platense, sea eclesiástica o civil, permite inferir que el vocablo Tape tal vez indique una diferenciación étnico-cultural y que esta fue “mantenida involuntariamente” por las autoridades ¿O será apenas una mera proyección geográfica que se imponía al sentir colectivo?
Este cuestionamiento parte de la argumentación  de que todas las formas de excepción, sea una toponimia aberrante o incluso la importancia atribuida a un nombre propio en la historia, permiten renovar la pesquisa entre los sistemas explicativos y el “esto” todavía inexplicado, como observó Michel de Certeau3. 
Así las distinciones existentes en el momento de la conquista entre los conjuntos territoriales del Paraguay, conocidos como guára, en algunas casos fueron mantenidos durante la colonización actuando como referencia geográfica y toponímica para determinados territorios dentro de la Provincia jesuítica. La dilatación física de las misiones suponía un lento proceso de (re)integración de nuevas áreas de la cultura guaraní en el espacio misionero, agregando territorios a la Provincia en expansión como ocurrió con el Tape en el último cuarto del siglo XVII. 

Una identidad en movimiento

La dinámica histórica de las relaciones establecidas en ese territorio supuso una diferenciación de la población misionera oriental entre Guaraníes propiamente dichos y Tapes, excluyendo a esos últimos de la denominación genérica de Guaraní, respetando así la pauta cultural subyacente a los “Tapes misioneros”. El hecho de que los Guaraníes orientales fueran  denominados de esta forma nos indica exactamente que se debe evitar la generalización excesiva y no olvidar la especificidad cultural del grupo.
Nuestra hipótesis encuentra indicios de ello en las impresiones de un jesuita contemporáneo de las Misiones durante el siglo XVII, quien en su obra, Historia de la Provincia del Paraguay de la Compañía de Jesús, una de las primeras crónicas sobre la historia de las Misiones, narra los contactos iniciales con grupos de Guaraníes hasta entonces aislados o desconocidos. 
Al describir a los habitantes del Tape, en 1673, el padre Techo mencionaba  que estos “(...) en casi nada se diferencian, por lo que toca a sus costumbres e idiomas, de los guaraníes”, pero mientras tanto agregaba que “son de carácter más dulce y menos corrompidos por los vicios, y está probado que no hay en la América meridional otra nación tan apta para aprender y conservar el cristianismo”4. Con ello el autor indica  la posibilidad de entender a los Tapes como una “masa” más dispuesta al evangelio y por consiguiente al éxito de la catequesis. 
Los propios jesuitas diferenciaban la población misionera oriental de la denominación usualmente atribuida a los habitantes de las demás Reducciones. Los Tapes cristianizados hacían parte de la gran tradición cultural guaraní, pero al que todo indica poseían una especificidad étnico-cultural propia. EL jesuita José Aguirre, por ejemplo, al escribir en 1722 una carta al Gobernador de Buenos Aires, destacando la importancia de los  servicios prestados con prontitud por sus tutelados, diferenciaba dentro del grupo una parcialidad de la otra, mencionándolos como  “pobres Yndios Guaraníes y Tapes”5, e indicando probablemente una identificación entre población y territorio. El jesuita en cuestión, casi sin querer, estaba evitando la homogeneización socio-cultural, contraponiéndose a la tendencia general de nivelación cultural seguida por la propia Compañía de Jesús.
Las autoridades coloniales, por el hecho de su convivencia más cercana con la población de las Reducciones, conocían estas particularidades, y las ponían de manifiesto en el momento de prestar cuentas. Los gobernadores de Buenos Aires cuando, en el siglo XVIII, especificaban los trabajos prestados por la población misionera se referían a ésta como siendo de indios Tapes, lo que apunta al reconocimiento de la trabazón étnico-cultural existente entre los indios aldeados por los jesuitas. 
Al narrar los episodios del pasado y darles un sentido histórico, los jesuitas contribuían a  reforzar la memoria indígena sobre el guára, potencializando la consciencia de unidad e identidad étnico-cultural. Esta condición deriva de la propia situación colonial, que a su vez determina una nueva relación de la sociedad con el territorio, deflagrando el proceso de territorialización; es lo que ocurre cuando una colectividad organizada  formula una identidad propia, instituyendo mecanismos de toma de decisiones y de representación y reestructura su formas culturales.
El significado forjado por los Tapes cristianizados sobre su vínculo con las reducciones y las tierras orientales estuvo sujeto a la interpretación presentada por los jesuitas a sus tutelados. La instrucción jesuítica inspirada en el ideal de cruzada,  evocadora del origen de los soldados de Cristo, fundida con el significado de la guerra en la preservación de la memoria del grupo, justificaba la permanencia  y manutención de ese territorio (guára), por parte de los indios misioneros. Eran espacios construidos por el sincretismo de elementos de la cultura guaraní y el cristianismo militante de los jesuitas. Desde otra perspectiva, al formar ejércitos que, a través del expediente de la guerra, con alta eficacia entre los nativos, se aseguraba una posibilidad de “unidad” entre parcialidades que se veían y eran vistas como distintas. Se creaba la posibilidad de otro tipo de colectividad que contrasta con ese “otro” que es el blanco portugués. Este recurso, a lo que todo indica, fue reforzado entre la población misionera oriental a través de la identidad regional del Tape. De esta manera la adquisición de una noción de historia por parte de los Guaraníes orientales estuvo condicionada también por los constantes  enfrentamientos con los lusitanos, reactualizados a través de nuevos enfrentamientos. 

Tradición e historia guaraní

Esta orientación encontraba campo fértil en el modo de ser guaraní, pues esta sociedad cuando se deparaba con una situación problemática, presentaba como respuesta una actitud nueva, pero basada en la tradición. Probablemente al explorar los acontecimientos de la primera fase como un ejemplo de los graves daños que representaba la proximidad del colonialismo portugués, los jesuitas estaban al mismo tiempo recordando a los indios la posibilidad de nuevas victorias calcadas en los hechos anteriores, estableciendo así una relación de continuidad en la manera de concebir a los enemigos. 
Esta comprensión del presente orientada a partir del pasado sería nuevamente sugerida a los guaraníes de los Siete Pueblos delante de la ofensiva lusitana en dirección a las Misiones Orientales. El motivo fue la firma del Tratado de Madrid entre las Coronas Ibéricas, que determinaba la permuta de los Siete Pueblos por la Colonia del Sacramento. 
Al convivir continuamente con las pretensiones portuguesas en el Río de la Plata surgían oportunidades que posibilitaban a los guaraníes orientales reelaborar su entendimiento en cuanto al opositor “lusitano”. Exactamente como sucedió en la  “Guerra Guaranítica”, cuando tuvieron que defender sus convicciones hasta la muerte. 
 
 

¿Cuál era la proyección y expectativa de los indios respecto a los portugueses?; ¿cuál era el tono y contenido del discurso de los padres jesuitas antes de las batallas?; ¿cómo les eran descritos a los guaraníes sus opositores lusitanos?; ¿cuál era la  comprensión y el alcance de lo que era el enemigo que debía ser combatido?

La adquisición de una noción de historia por parte de los Guaraníes orientales estuvo condicionada también por los constantes  enfrentamientos con los lusitanos, reactualizados a través de nuevos enfrentamientos

Al convivir continuamente con las pretensiones portuguesas en el Río de la Plata surgían oportunidades que posibilitaban a los guaraníes orientales reelaborar su entendimiento en cuanto al opositor “lusitano”
 
 
 
 
 

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