. ...CUANDO EL ORO BLANCO SE HACE NEGRO Antonio Carmona |
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El foro sobre Chapultepec realizado en Asunción, entre el 4 y el 6 de setiembre del 2000, convocado por la Sociedad Interamericana de Prensa, tuvo las más variopintas interpretaciones, que vale la pena analizar para entender lo que se ha dado en llamar el conflicto entre medios en nuestro país. Según algunos, fue un papelón, pues los organizadores locales, el representante regional de la SIP en Paraguay, el director del diario Abc color, Aldo Zucolillo, y sus aliados oviedistas, ubicaron un foro periodístico de reflexión en el marco de un acto de subseccional oviedista patotera, con hurreros, pancartas y demás. Fue estrictamente cierto. Daba pena. Pero ese papelón es nuestra realidad. El diario más antiguo del país se ha convertido en un órgano de propaganda oviedista, lo que hasta podría ser pasable como periodismo político o politiquero, pero se ha convertido además en un formidable órgano de desinformación, de difusión de desinformaciones, en la más típica práctica oviedística de crear río revuelto; es decir, se ha puesto a hacer abiertamente antiperiodismo. La reunión de la SIP, sencillamente, hizo caer las máscaras; la manipulación y su desenmascaramiento llegaron a tal punto que el informe publicado sobre Libertad de Prensa en las Américas, en su capítulo paraguayo, es una tergiversación manipulada desde el punto de vista del director de ABC. Cuando denuncié públicamente ante ese foro esta vergonzosa manipulación, el presidente de la SIP insistió en que tal informe era controlado por la organización; el mismo Zucolillo se encargó de desmentirlo vociferantemente, afirmando que lo hizo él, a su manera, como viene haciéndolo desde hace 30 años. A confesión de parte, relevo de pruebas. La mejor ley El
tema de Chapultepec se prestaba al contraste entre lo ideal y la realidad.
La declaración apoya un punto fundamental para garantizar la libertad
de expresión: la mejor ley de prensa es la que no existe; lo ideal
para que los ciudadanos no tengan cortapisa alguno a su libertad de expresar
y a su derecho a informarse es que no se ponga ningún límite
a la libertad de prensa, que sea irrestricta. No ser 007 Algo
que los periodistas queremos olvidar, en aras de ese necesario ideal, es
que esto implica, para plantearlo en los términos de nuestra constitución,
que no existen delitos de prensa, pero que sí pueden cometerse delitos
a través de la prensa. Es decir, ser periodista o poseer un medio
de prensa no equivale a proclamarse inmune e impune, fuera de la ley. No;
los periodistas no somos, no podemos ser ni debemos querer ser 007. Presencia de malicia El
fallo de la Corte Suprema de los EEUU que estableció la malicia
como vara de medida para establecer si se está cometiendo un delito
a través de la prensa o un error periodístico, sentó
una sabia jurisprudencia. Premeditación y alevosía Cuando
la malicia se comete con reiteración, cuando hay premeditación
y alevosía en la difusión de la mentira o la acusación
o la denigración, el delito es más grave. La mejor ley de prensa es la que no existe; lo ideal para que los ciudadanos no tengan cortapisa alguno a su libertad de expresar y a su derecho a informarse No existen delitos de prensa, pero sí pueden cometerse delitos a través de la prensa. Se
llega a la aberrante distorsión, en que el poder de la prensa se
utiliza para coartar la libertad, la de expresión entre muchas otras,
de los ciudadanos, sometiéndolos al imperio del terror, con la sistemática
aplicación de la injuria, con malicia, con alevosía. |