Tierra para los campesinos Mons. Ismael Rolón |
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Tal es el lema de los organizadores de las invasiones de tierras ajenas, para los "hombres sin tierra". Conviene reflexionar, con serenidad y sin prejuicio partidarios, para comprender mejor la justicia o injusticia; la racionalidad o la irracionalidad de las invasiones, pues campesino es el hombre que nació y vive en el campo; agricultor es el hombre que trabaja la tierra, nacido o no en el campo, para formar huertas o grandes siembras, para mantener la familia y, hasta para progresar económicamente. Para el campesino, la tierra no más es su domicilio, su casa. Por esto, repartir la tierra no es lo mismo que repartir pañuelos, víveres... "La tierra es de quien la trabaja". IBR y las organizaciones estatales que tienen que ver con el campo deben tener en cuenta que, antes de la repartición, ya deben haber trazado un plan y programa nacional, que se deberá cumplir bajo control y dirección de técnicos y autoridades. Por supuesto: la producción agrícola supone y exige instrumentos de trabajo, caminos, transportes ?y ayuda económica para resolver problemas inherentes. No descuidarán tampoco la creación de servicios sanitarios, educacionales y culturales. Dios infundió en la tierra cualidades providenciales que permitirán que la semilla caída en el suelo germine, crezca y dé frutos, muchas veces sin el concurso del hombre, sino con la ayuda providencial del aire, del sol, de las lluvias. Dios puso a nuestra disposición la tierra para que, con el trabajo, sea nuestro sustento, remedio y seguridad. Actualmente se necesita que la técnica ayude al trabajo del hombre, para que tenga más y mejor producción, para la competencia. Ya tenemos la experiencia de unos pocos japoneses y chinos que están enseñando cómo producir mejor y más. Tiempos atrás, tuvimos una experiencia de la vida agrícola comunitaria, . con las inolvidables "Ligas Agrarias", que fueron brutalmente frustradas por sátrapas de entonces. Ojalá que no falte tierra al campesino, pero ha de ser para el trabajo, comenzando por huertas familiares, cooperativas... Y que las autoridades presten la atención y la ayuda necesarias; así como llevar una guerra implacable a los contrabandistas, los ladrones, los asaltantes y homicidas. Que haya seguridad para, la vida y para los bienes. Basta ya de impunidades que protegen y alientan la corrupción. Las Sagradas Escrituras nos dicen: "Si Dios no construye la casa, en vano se cansan los albañiles; si Dios no protege la ciudad, es inútil que vigilen los centinelas" (Salmo 127). Y Dios, Padre misericordioso, está a nuestro lado, sin que los podamos ver porque es Espíritu; y estará siempre con nosotros, porque la tierra y nosotros somos de E199. ¡Que nuestro compatriota
santo, Roque González, nos tenga más en cuenta y nos ayude
y proteja! |