LAS LENGUAS EN LAS POLÍTICAS LINGÜISTICAS
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A pesar
de que la política lingüística se ha constituido en una verdadera especialidad
dentro de la sociolingüística, ella sigue siendo el objeto de diversas
interpretaciones y suscita cada vez más el interés de profesionales no
ligados directamente a las cuestiones lingüísticas, e incluso de los ciudadanos
en general. Esto no es de extrañar en esta transición histórica que nos
toca vivir -el paso al tercer milenio- que nos lanza, entre sus numerosos
retos, el desafío de la identidad cultural que tendrán las sociedades
modernas. Ya se ha anticipado, desde hace un tiempo, la idea de que el
siglo XXI será el siglo del imperio absoluto de la globalización, de la
uniformización del pensamiento y de la vigencia inevitable de una lengua
universal. Sin embargo, un nuevo fantasma recorre el mundo y pocos son
los que ponen en duda que la imagen cultural de nuestros países que se
están tallando los pueblos, mantendrá su perfil pluricultural y plurilingüe.
Así nos lo demuestran las numerosas acciones de reivindicación lingüística
de muchas comunidades, sean éstas grandes o pequeñas. La política lingüística
Pese a ello, y aún contando con no pocas experiencias exitosas en el campo
de la promoción y revalorización social de las lenguas minoritarias o
minorizadas, el desafío del plurilingüismo sigue interrogándonos y nos
obliga a echar una nueva mirada sobre las orientaciones de nuestras políticas
culturales y lingüísticas. Uno de los aspectos que merece nuestra atención
es la propia idea que nos hacemos de la política lingüística. En efecto,
la política lingüística, de hecho asociada a la planificación lingüística,
es el ámbito directo donde la relación lengua-sociedad cobra todo su vigor.
Convendría, sin embargo, establecer las diferencias entre ambas nociones.
Si consideramos la política lingüística como un conjunto de opciones deliberadas,
llamadas a delinear los marcos de la gestión lingüística en un espacio
y tiempo determinados, estamos hablando de una disciplina que ya ha transitado
su largo camino a través de la historia de las sociedades humanas. Este
conjunto de opciones se ha manifestado siempre en estrategias concretas
para ubicar las lenguas (según un sistema de valores bien definidos) en
un determinado contexto de la vida social (nacional o internacional).
La planificación lingüística, entendida como una búsqueda de medidas prácticas
para la aplicación de la política lingüística, es una idea más reciente.
La diferencia entre ambas nociones la encontramos también en la dimensión
del espacio disponible para la expresión real de los derechos lingüísticos
de los locutores de las lenguas que han sido objeto de las decisiones
constitucionales. La política lingüística como expresión de una determinada
voluntad política en la administración del patrimonio cultural lingüístico
es del dominio de las instituciones del Estado, mientras que la planificación
lingüística, desde luego relacionada estrechamente con la anterior, atañe
directamente a las propias lenguas en el sentido en que ella implica el
paso a la acción concreta sobre las mismas. La planificación lingüística
Entre otras cosas, la planificación lingüística se ocupa del tratamiento
práctico que se asigna a las lenguas según los niveles de uso previstos
para cada una de ellas. Nos referimos al tipo de lengua que ha de usarse
en los programas escolares, en los medios de comunicación de masas, en
el mundo laboral, en la administración, en las relaciones de compra-venta,
en los avisos publicitarios, etc. Es aquí donde los especialistas en lenguas,
pedagogos, cultores de las lenguas, técnicos, empresarios -en otras palabras,
la comunidad lingüística toda-, se convierte en interlocutor activo de
las instituciones (academias, ministerios, comisiones especializadas)
llamadas a diseñar un programa de acción sobre las lenguas. Este programa,
además de otras características, incluye dos ángulos de acción complementarios:
un ángulo de acción "in vivo" (gestión del plurilingüismo en una sociedad,
previa caracterización de la situación lingüística) y una acción "in vitro"
(intervención directa y voluntaria del poder político en el campo lingüístico).
De los alcances de la acción concertada sobre estos aspectos mencionados
dependerá el contenido y los fines de cualquier política lingüística.
Al respecto cabe preguntarse: ¿Es concebida ella como un conjunto de estrategias
que apuntan hacia la inserción real de las lenguas minoritarias (o minorizadas)
en un proyecto de sociedad, o como un simple instrumento que permite utilizar
las lenguas para una determinada política? El ejemplo paraguayo El ejemplo
paraguayo es elocuente en este sentido. La Constitución Nacional del año
1967 reconoce como lenguas nacionales el Guaraní y el Castellano, de las
cuales el Castellano es considerado lengua oficial. El modelo de educación
bilingüe que se propondrá más tarde (1983) será, en consecuencia, un modelo
de transición, y el tratamiento otorgado a la lengua guaraní en los programas
escolares obedecerá a los fines que corresponden a ese modelo de transición.
La Constitución del año 1992 establece la oficialidad de las dos lenguas
mayoritarias del país. El modelo de transición será pues cambiado por
el modelo de mantenimiento, lo que exigirá un diseño de educación bilingüe
que promueva la formación de bilingües coordinados. Es bien claro que
la orientación de ambas políticas se contraponen y, consecuentemente,
las lenguas serán tratadas en ellas con criterios totalmente diferentes.
La cuestión de la acción "in vivo" se juega, como hemos podido constatar,
en el sistema escolar. Pero el proceso de recuperación social de una lengua
conlleva la absoluta necesidad de sobrepasar ese límite. Es más, ningún
programa del sistema de educación bilingüe tiene sentido si no se constituye
en el detonador para la ampliación de los ámbitos del uso de la lengua
discriminada. En la escuela se juegan cuestiones estratégicas de gran
talla que obligan a ampliar su misión más allá de la aplicación de metodologías
adecuadas para la enseñanza de las lenguas -como lenguas enseñadas y lenguas
de enseñanza- y la transmisión de una norma escrita. En el caso nuestro,
el reto de la educación bilingüe intercultural ya no consiste en velar
por la supervivencia del guaraní, en preservarlo como un patrimonio, sino
en garantizar su avance en este mundo de mutaciones rápidas, en convertirlo
en una herramienta en la que sus hablantes hagan la historia de hoy con
cara al futuro. Y es en este sentido en que la salud del guaraní se juega
en gran medida en el ámbito laboral. Lengua y trabajo El proceso del trabajo
es, desde luego, uno de los espacios de mayor creatividad y enriquecimiento
para las lenguas, pues éstas van abriendo en él nuevas perspectivas de
uso, como lo es, por ejemplo, su empleo en las relaciones de mercado -interno
primeramente para extenderse después al mercado externo-. Sólo así las
lenguas demuestran su utilidad y estimulan la adhesión de todos hacia
su uso. Empresarios, profesionales y trabajadores en general, instituciones
estatales y privadas, colectividades locales, iglesias, asociaciones,
es decir, la comunidad lingüística debe poder perfilar apuestas en aquellas
lenguas que puedan ser asociadas a ideas de apertura, dinamismo, innovación
y calidad por un lado, y a ideas de equidad y desarrollo por otro. A modo
de síntesis queremos señalar que el paso de una política lingüística a
una planificación lingüística debe entenderse como el nexo estratégico
que convierte la intervención humana sobre las lenguas en un acto de carácter
cultural de múltiples perspectivas, indisociablemente ligado a un proyecto
político y económico-social. Bibliografía consultada CALVET, Jean-Louis:
Les langues du marché. Université René Descartes, Paris, 1985. ------------------
: La guerre des langues. Hachette, Paris, 1999 HAGÈGE, Claude: Le souffle
de la langue. Ed. Odile Jacob, Paris, 1992. -------------- :L'enfant aux
deux langues. Ed. Odile Jacob, París, 1996. Ministerio de Educación y
Cultura - Paraguay. Avances de la Reforma Educativa, M.E.C., Asunción,
1998. La política lingüística como expresión de una determinada voluntad
política en la administración del patrimonio cultural lingüístico es del
dominio de las instituciones del Estado, mientras que la planificación
lingüística atañe directamente a las propias lenguas en el sentido en
que ella implica el paso a la acción concreta sobre las mismas. El reto
de la educación bilingüe intercultural ya no consiste en velar por la
supervivencia del guaraní, sino en garantizar su avance en este mundo
de mutaciones rápidas. La salud del guaraní se juega en gran medida en
el ámbito laboral. |