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DE BABEL AL PLANETA DE LA ARMONÍA LINGÜÍSTICA
La gestión de la complejidad lingüística


Félix Martí
Presidente del Comité Consultivo de la UNESCO sobre el Pluralismo Lingüístico y la Educación Plurilingüe. Director del Centro UNESCO de Cataluña

Nuestros análisis sobre la educación bilingüe han de inscribirse en una reflexión más amplia sobre el significado del pluralismo lingüístico en el mundo contemporáneo. En América Latina podría parecer que los genocidios lingüísticos que destruyen las lenguas indígenas son solamente consecuencias tardías del colonialismo cultural que formaba parte de las prácticas coloniales en el campo político, económico y social. Pero los genocidios lingüísticos ocurren en contextos muy diversos y se fundamentan en paradigmas míticos e ideológicos que todavía tienen mucha fuerza en el mundo actual. Ha sido muy general una interpretación de la narración bíblica de la torre de Babel que consideraba la diversidad lingüística como un hecho lamentable, como un castigo divino, como un obstáculo para la convivencia y la gobernabilidad. Todavía estamos lejos de un orden internacional que proteja la vida y el desarrollo de todas las comunidades humanas, de su personalidad y de su lengua. Los grandes siguen dominando a los pequeños. Esto es especialmente grave en contextos políticos autoritarios. El desarrollo democrático supone la protección de las minorías. Las democracias avanzadas organizan el poder de manera que no sea posible que las decisiones de la mayoría puedan ser utilizadas contra los derechos de las minorías. Nuevos desafíos En la historia humana los contactos entre comunidades lingüísticas fueron muy limitados. El aislamiento de muchas comunidades las protegió de los riesgos de la colonización cultural y lingüística. Curiosamente en algunos países la modernidad introdujo fenómenos de minorización y de substitución lingüística. En Francia la escuela pública y el servicio militar obligatorio fueron factores decisivos para la represión de las comunidades lingüísticas bretona, occitana, catalana, corsa, vasca y fráncica. Los sociolingüistas hacen previsiones pesimistas para las próximas décadas. De las seis mil lenguas que todavía se hablan, la mitad puede desaparecer en los próximos cincuenta años. El inglés se está convirtiendo en "la" lengua internacional desplazando a otras grandes lenguas de comunicación. Los hablantes de lenguas minoritarias no quieren permanecer en guetos lingüísticos y a menudo optan por cambiar su lengua. En muchos casos los padres desean que sus hijos sean los que abandonen la comunidad lingüística para ser hablantes de lenguas que consideran más útiles para su futuro profesional . Los hablantes de lenguas orales tienen la impresión de que sus lenguas son menos valiosas que las lenguas escritas aunque las literaturas escritas no tienen por qué ser mejores que las literaturas orales. La muerte de muchas lenguas puede empobrecer irreversiblemente el patrimonio lingüístico universal. Todos sabemos que las lenguas pueden morir. Lo que nos alarma es que la minorización y la muerte pueden producirse a gran escala. La pérdida del patrimonio de la biodiversidad ya suscita una enorme preocupación por parte de la comunidad internacional, pero la pérdida del patrimonio lingüístico todavía no ha creado una movilización suficiente. El valor de la diversidad lingüística No se ha explicado suficientemente la importancia de la diversidad lingüística para la especie humana. Hay tres aspectos fundamentales que deberíamos tener en cuenta. En primer lugar, la riqueza epistemológica ofrecida por la diversidad lingüística. Cada lengua es un sistema de interpretación de la realidad; es decir, un conjunto armónico de conceptos que permiten la inteligibilidad de la experiencia humana en su triple dimensión cósmica, antropológica y religiosa. Las palabras nos permiten leer el cosmos, conocernos a nosotros mismos y hablar de lo sagrado. El lenguaje es la casa del pensamiento y el espacio donde es posible el saber. Todos los lenguajes son míticos e hipotéticos. La pluralidad de lenguas permite acercamientos menos arriesgados a la realidad. Necesitamos la diversidad lingüística para entender la complejidad de lo real. En segundo lugar, las lenguas no son solamente medios para el conocimiento sino que son instrumentos para facilitar relaciones satisfactorias entre las personas y relaciones pragmáticas de las personas con su entorno natural. Los lenguajes ofrecen repertorios de consejos, técnicas y experiencias para adaptarse al medio ambiente, y para vivir en sociedad. Las lenguas son distintas porque las comunidades humanas han tenido que adaptarse para dar respuestas originales a situaciones distintas. Las llamamos lenguas vivas, entre otras razones, porque permiten vivir y progresar. Las lenguas son distintas porque se han especializado. Sin esta especialización pragmática no existiría progreso. Las lenguas son distintas porque siempre es necesario innovar y crear formas de vida más satisfactorias en cada comunidad humana y más eficaces con relación al medio. En tercer lugar, en su aspecto más misterioso, las lenguas son portadoras de mitos y de valores que orientan las personas humanas en sus opciones fundamentales, en relación al bien y al mal, a la vida y a la muerte, a las enigmáticas pasiones a favor de la justicia y la libertad o a la desmesura del amor. En cada lengua hay acentos propios con relación a los valores. En cada lengua se celebran aspectos originales de la dignidad humana, del arte de la convivencia, de la pertenencia a una comunidad y a la familia humana global. Afirmaciones básicas Todas las lenguas son iguales en dignidad. Este principio es parecido a la afirmación de que todos los seres humanos son iguales en dignidad. Es cierto que hay lenguas habladas por comunidades demográficamente muy amplias. Es cierto que hay lenguas favorecidas por el estatuto político de sus respectivas comunidades o por su riqueza económica. Es cierto que algunas lenguas son muy utilizadas pro los científicos. Es cierto que hay lenguas con literatura escrita o con gramáticas y diccionarios o con academias prestigiosas. Pero ninguna de estas razones nos permite establecer jerarquías entre las lenguas. Las lenguas de las comunidades pequeñas, las lenguas no oficiales, las lenguas que no son utilizadas por los gremios científicos, las lenguas orales, todas valen lo mismo. Todas podrían tener millones de hablantes, todas podrían ser oficiales, todas podrían convertirse en lenguas científicas, todas permiten una alta cualidad de vida y un desarrollo cultural ilimitado. Proclamemos también que el plurilingüismo es perfectamente normal y muy positivo tanto para el desarrollo psíquico de la persona humana como para la convivencia. En todos los continentes se da una práctica completamente normal del plurilingüismo desde hace muchos siglos. Curiosamente las prácticas educativas dominantes han sido mayoritariamente monolingües y como máximo han incorporado las llamadas lenguas extranjeras con criterios poco razonables. No se aprenden las lenguas de las comunidades vecinas sino las lenguas internacionales más mitificadas. Todos estos problemas ocurren porque las lenguas están sometidas a la tiranía del mercado. Otra afirmación básica: las lenguas sirven para vivir. No pueden reducirse a sus funciones auxiliares para el intercambio comercial ni a un pragmatismo de bajo nivel que las ofrece desculturalizadas. Aprender lenguas es viajar hacia otras culturas y descubrir territorios desconocidos en nuestra cultura y en nuestra lengua. La relación intercultural es una experiencia fascinante porque nos permite engrandecer nuestro propio mundo a partir del descubrimiento de otras coordenadas, de otros códigos, de otra sensibilidad. Hacia la ética lingüística Para dar futuro a nuestras lenguas hay que empezar por facilitar la autoestima de las mismas comunidades lingüísticas. Muchas lenguas están en peligro de extinción o avanzan prematuramente hacia enfermedades mortales porque hicimos creer a sus hablantes que su lengua era la expresión de una atraso cultural, un obstáculo para su prosperidad, un legado incompatible con la modernidad. Tenemos el deber moral de combatir estas calumnias que impiden la autoestima lingüística. De la misma manera que destinamos recursos para la conservación y la promoción del patrimonio material, debemos invertir esfuerzos en el patrimonio inmaterial más valioso de la humanidad: las lenguas. Tenemos el deber moral de proteger el patrimonio lingüístico declarándolo patrimonio de la humanidad. Las lenguas no pertenecen exclusivamente a sus hablantes, sino que la diversidad lingüística ha de estar protegida por criterios y leyes internacionales. Espero que sea posible redactar y aprobar en los próximos años una convención sobre los derechos lingüísticos que sea un instrumento eficaz de protección de las lenguas que sufren procesos de genocidio o de minorización. Organizaciones convocadas por el Pen Club Internacional, aprobaron en Barcelona, el año 1996, una Declaración Universal de los Derechos Lingüísticos. Su esfuerzo se canaliza ahora hacia la UNESCO para iniciar el proceso que permitirá aprobar la deseada convención internacional. Sin una ética de los contactos lingüísticos ocurrirá que las lenguas asociadas a los resortes del poder sustituirán a las lenguas de las comunidades con menos poder Ahora ocurre que siempre obligamos a los miembros de las comunidades lingüísticas más débiles a cambiar su lengua en las situaciones de contacto. Deberíamos substituir los anacrónicos sentimientos de superioridad de los hablantes de las lenguas mayoritarias por explícitas actitudes de simpatía hacia los usos lingüísticos de las minorías. En los estados donde existen docenas o centenares de comunidades lingüísticas no es posible una igualdad en los usos de todas las lenguas, pero siempre es posible establecer actitudes políticas y sociales que concreten el principio de la igualdad en dignidad de todas las lenguas. La educación plurilingüe En muchos estados el sistema escolar fue un instrumento decisivo para llevar a cabo los genocidios lingüísticos. Afortunadamente, cambian las ideas, cambian las políticas y cambian las prácticas. En América Latina se observa una tendencia positiva que ha dado lugar a lo que llamamos la educación bilingüe. Es una evolución que responde a los criterios de justicia y de eficacia. ¿Cómo se podía ignorar a las poblaciones indígenas que en algunos países o territorios son incluso las mayorías? La educación bilingüe tiene todavía un carácter excepcional. No parece una solución suficientemente buena la de separar demasiado, dentro del sistema educativo, la opción bilingüe de la opción monolingüe, o monolingüe con idiomas extranjeros. Todos los/las estudiantes deberían tener la oportunidad de familiarizarse con alguna lengua indígena, con la lengua más oficial y con alguna lengua extranjera. En este sentido confieso que no me gusta la expresión "educación bilingüe". Puede conducir a binomios excluyentes del tipo lengua indígena más castellano contra, o en lugar de, castellano más lengua extranjera. En la UNESCO recomendamos a todos los países que organicen su sistema educativo con el objetivo de un aprendizaje de tres lenguas o más. Mi segunda consideración se refiere a las prioridades de la educación lingüística. Nuestro objetivo tiene que ser que los/las estudiantes manejen una lengua con soltura, con corrección, con creatividad, con gozo. Con las lenguas segunda, tercera y siguientes se trata principalmente de entender: entender lo que dice un locutor o un escritor de esa lengua, y comprender su mundo de referencias. Es muy difícil conseguir que nosotros hablemos lenguas que no son nuestras porque tenemos otra historia, otros mitos, otras prácticas. Se conseguirían resultados más rápidos y más prácticos si damos prioridad a entender a los otros cuando ellos hablan sus lenguas o cuando leemos sus textos. Mi tercera consideración se refiere al placer de las habilidades lingüísticas. El secreto de la pedagogía lingüística es precisamente el placer de la comunicación con el otro y con su mundo original e irrepetible. El aprendizaje de las lenguas es un viaje iniciático. No somos los mismos después del viaje. Nuestro mundo anterior se relativiza y se valora con ojos diferentes. El nuevo mundo nos pertenece y lo que era desconocido y nos producía miedo ahora nos enriquece y nos engrandece. Los multilingües pueden ser artífices de comprensión intercultural y, por tanto, de paz. La transición cultural Los analistas del mundo contemporáneo nos dicen que el siglo XXI se caracterizará por las tensiones interculturales. Durante el siglo XX pareció como si una sola cultura pudiera desplazar a todas las demás. Fue la cultura tecnológica y científica al servicio de un modelo de sociedad regido por los poderes económicos y con unos medios de comunicación que convirtieron en universales los mitos, los deseos y las ideas de los grupos dirigentes de los Estados Unidos y de las elites de todos los países beneficiarias del paradigma cultural dominante. En el momento de la transición hacia el siglo XXI la crisis de esta cultura dominante ya es evidente. En el aspecto económico siguen aumentando las diferencias entre pobres y ricos. Las esperanzas depositadas en la ciencia y en la tecnología parecen demasiado ingenuas. La marginación de las tradiciones religiosas y humanistas ha generado nihilismos. No podemos conformarnos con la cultura dominante. Lo que emerge no es "una" nueva cultura universal sino una posibilidad de concertación entre tradiciones culturales que se complementarán. Se abre una era de diálogo intercultural y de aceptación pacífica del pluralismo cultural. Se constata un naciente clima de mutuo respeto entre las religiones. Me complace que entre creyentes y no creyentes se establezcan lazos de amistad y cooperación. Comunidades culturales que habían quedado ocultas por el aparente triunfo de la cultura dominante, de su pensamiento único y de su control mediático vuelven al escenario público y aportan sus valores para gestionar de manera más satisfactoria nuestro pequeño planeta y su complejidad. El cambio de paradigma que me parece más fascinante es el de la substitución de la cultura de la guerra por la cultura de la paz. El mundo que queremos construir es el mundo de la democracia global, es decir, el que reconoce el espacio y el protagonismo de todas y cada una de las culturas. La paz lingüística La prospectiva de un mundo de paz entre las culturas coincide con nuestro proyecto de un mundo para todas las lenguas. Hemos empezado con la imagen de la torre de Babel y la equivocada exaltación de la uniformidad lingüística. Llegamos al final con la propuesta de construir un mundo que reconoce y se recrea en el pluralismo cultural y lingüístico. Llegó la hora de liberar a todas las lenguas de las acciones y de las omisiones que las convirtieron en minorizadas o en subordinadas. Llegó la hora de reparar las injusticias lingüísticas e identitarias. Por otra parte, lo hacemos como una estrategia de paz. Este es el segundo argumento. La mejor política de previsión de conflictos consiste en dar seguridad a todas las comunidades humanas. La seguridad lingüística e identitaria son los factores clave del bienestar de los pueblos. Este criterio, claro está, es diametralmente opuesto al que funda la seguridad en la uniformidad o la represión. Mi tercer argumento para defender las comunidades lingüísticas es el de la creencia en el carácter más divertido o festivo de un mundo que cultiva la diversidad. Las lenguas y las identidades dan color y sabor a los pueblos. La educación multilingüe es el camino para saber apreciar los colores, los sabores, las armas secretas, las sensaciones más estimulantes de nuestro mundo. La imagen de un planeta de la armonía lingüística y de miles de comunidades interconectadas nos sirve para imaginar una convivencia lingüística que no rehuye los contactos ni la complejidad de las situaciones pero que nos permite localizar espacios donde viven lenguas propias perfectamente compatibles con la comunicación multilingüe. La educación multilingüe todas las comunidades lingüísticas haciendo posible la unidad en la diversidad. Los sociolingüistas hacen previsiones pesimistas para las próximas décadas. De las seis mil lenguas que todavía se hablan, la mitad puede desaparecer en los próximos cincuenta años. En América Latina se observa una tendencia positiva que ha dado lugar a lo que llamamos la educación bilingüe. Es una evolución que responde a los criterios de justicia y de eficacia. Nuestro objetivo tiene que ser que los/las estudiantes manejen una lengua con soltura, con corrección, con creatividad, con gozo. Con las lenguas segunda, tercera y siguientes se trata principalmente de entender. El mundo que queremos construir es el mundo de la democracia global, es decir, el que reconoce el espacio y el protagonismo de todas y cada una de las culturas. Las lenguas y las identidades dan color y sabor a los pueblos. La educación multilingüe es el camino para saber apreciar los colores, los sabores, las armas secretas, las sensaciones más estimulantes de nuestro mundo. Las lenguas y las identidades dan color y sabor a los pueblos. La educación multilingüe es el camino para saber apreciar los colores, los sabores, las armas secretas, las sensaciones más estimulantes de nuestro mundo.

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