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JESUS, UN NIÑO SOÑADO
Los sueños son peligrosos: mientras que en unos suscitan resistencias impensadas, a otros, justamente a causa de esta misteriosa fuerza, les resultan amenazantes. Una cosa queda clara: el que se atreve a soñar, despierto y dormido, es capaz de imaginarse la subversión de situaciones establecidas, que aparentemente son irrevocables.


Margot Bremer rscj

El sueño de una mejor convivencia, de más justicia y bienestar para todos, es el cántico a la vida, es un soñar al ritmo de Dios. Escuchar sueños de una convivencia alternativa suscita en los oyentes nuevos sueños y renueva la fe en la posibilidad de transformar el presente. Por eso, cánticos de esta clase de sueños, son peligrosos para todos aquellos que no desean ninguna clase de cambios. Sin embargo, sabemos que solamente con sueños se puede iniciar la construcción de una nueva sociedad, y anunciarlo gozosamente con cánticos. La Biblia es fiel a la vida, también en esta faceta humana. Abriendo el libro de la vida, resalta una gran cantidad de cánticos que reflejan aquellos sueños de los antepasados, asombrosamente actuales. Han sido compuestos -como hoy día- en momentos oscuros, momentos límites que amenazan el sueño de caminar como un niño hacia la plenitud de vida. Los guaraní de nuestra tierra paraguaya saben cultivar la relación directa entre sueño y niño: cada niño es soñado antes de ser concebido. Pero no es solamente un sueño de los antepasados, de los padres, sino es, sobre todo, un sueño del mismo Dios Padre Ñamandu. JESUS NACIO SOÑADO También en la Biblia encontramos a un niño soñado por Dios y por toda la humanidad: Jesús. El pueblo de la Biblia soñaba constantemente con una recreación de la justicia, la que invierte las situaciones sociales de convivencia en un nuevo tipo de relaciones entre personas y estructuras que explotan, oprimen, marginan y excluyen. Nacerá esta nueva justicia con aquellas personas que tienen hambre y sed de ella y las que arriesgan su vida para ponerla en vigor. Israel tiene una larga historia con implantar, arrancar y reimplantar esta justicia, fruto de muchos sueños, mantenidos contra toda esperanza en medio de desolaciones y caos. Estos sueños quedan atendidos por un Dios que continuamente crea y recrea la convivencia, según sus propios sueños. Y gracias a ellos, el pueblo ha sido capaz de renacer en justicia. Muchos antepasados de Jesús entraron en ese ritmo de Creación y Recreación haciendo presente de esta manera a su Dios en medio del pueblo. Colaboraron en rehacer los caminos hacia la plenitud de vida, y muchas veces salvaron a su pueblo en vía de autodestrucción. Solían anunciar esta refundación del pueblo con el nacimiento de un niño, largamente soñado. Jesús es la plenitud de estos sueños. 1. NIÑO SOÑADO EN TIEMPOS "DE PLENITUD" En su Magníficat (Lc 1,45-54), María, la madre de Jesús, al cantar y alegrarse de la fidelidad de Dios para con su pueblo, representa a todos aquellos pobres los que siguieron soñando con la venida del Recreador de la humanidad. Casi todos los versículos de su cántico son experiencias históricas de su pueblo, conservadas como luz en medio de grandes oscuridades. Gracias a la calidad de su fe, María, representando aquella minoría fiel, supo mantenerse abierta, en búsqueda de la siempre renovadora presencia de su Dios en medio de ellos. María densifica en su persona el sueño mantenido de su pueblo. Por esa razón, Jesús, su hijo, es el hijo soñado por todo el pueblo, es verdaderamente hijo del pueblo así como es verdaderamente Hijo del Dios de este pueblo. El nace en Belén, casa del pan, y los primeros destinatarios de la buena noticia del nacimiento de este niño (cf. Lc 2,10) son pastores contratados de guardar de noche el ganado menor contra el abigeo, un grupo socialmente marginado. El anuncio de su nacimiento será de "mucha alegría para todo el pueblo" (Lc 2,9) porque es un niño soñado, deseado y necesitado de todos aquellos que quieren vivir como pueblo de Dios; es la soñada luz en medio de la oscuridad (cf. Is 9,1), es el "triunfo del hombre humillado" (Tagore) en medio del sistema de "este mundo". El cántico de María es un himno a la recreación de la justicia de Dios que realizará el niño nacido, soñado por generaciones. "Celebra todo mi ser la grandeza del Señor y mi espíritu se alegra en el Dios que me salva... Arruinó a los soberbios con sus maquinaciones. Sacó a los poderosos de sus tronos y puso en su lugar a los humildes repletó a los hambrientos de todo bueno y despidió vacíos a los ricos." De la mano tomó a Israel, su siervo, demostrándole así su misericordia." Lc 1,46.51-53 2. NIÑO SOÑADO EN TIEMPOS DE REFUNDACION Pero María no es la primera mujer que representa los sueños prohibidos del pueblo sometido a una "historia oficial". María es hija de otros que soñaron antes que ella. Recordemos a Noemí, viuda, sin hijos, sin tierra y sin pan que regresa, anciana ya, acompañada de su nuera Rut, a la "casa del pan" (Belén), derrotada y con las manos vacías. Sin embargo, el sueño del pueblo de reconstruirse y refundarse en solidaridad, se hace realidad en Rut, "la solidaria": ella deja a su patria, su cultura (raza), su familia así como lo hicieron Abrahán y Sara para andar a la tierra de Noemí. No se solidariza solamente con la persona de su suegra, dispuesta a ir a donde ella va, a vivir donde ella vive, a morir donde ella morirá (cf. Rt 1,16-17), sino junto con ella, incluye a su Dios y a su pueblo. Booz se siente atraído por esta solidaridad que manifiesta un gran sentido comunitario. El está soñando con la refundación de su pueblo mediante la justicia. Da un primer paso en la realización de su sueño casándose con Rut. Nace el niño soñado por los padres, Noemí y todo el pueblo. Noemí encarna con su vida trágica el destino trágico del pueblo. Y cuando todo parece oscuro, lleno de luto y envejecimiento, ella recupera el sueño perdido al nacer el niño. Recupera futuro para sí y para todo el pueblo porque se pone en vigor la justicia de Dios. Las vecinas comparten esta "gran alegría para todo el pueblo" el que soñaba con este niño nacido, al servicio de su pueblo: "este niño será para tí un gran consuelo y tu sustento en los últimos años. Pues tiene por madre a tu nuera, que te quiere y que vale para tí más que siete hijos. A Noemí le ha nacido un hijo y lo llamamos Obed (Servidor)" Rt 4,15.17 3. NIÑO SOÑADO EN EL UMBRAL DE LA MONARQUIA El Magníficat de María está inspirado en otro cántico, más antiguo, el de Ana, madre Samuel. El nacimiento de este hijo suyo ha sido el sueño del pueblo. Samuel quiere decir "escuchado por Dios"(shemu El) que expresa algo de la súplica insistente de la estéril Ana. Ella, con el pulso del pueblo, presintió el declive de la autonomía popular al percibir las pugnas internas por el poder de una monarquía que asegure los intereses de algunos. Ana tenía sentido comunitario como todavía la mayoría del pueblo, pero no tenían poder. Ella, junto con su pueblo, soñaban con el nacimiento de un líder popular, fuerte para superar la crisis política. Y Dios escuchó el clamor de este pueblo, representado por Ana. Finalmente nació el niño soñado con Samuel; él iba a servir a Dios (1 Sam 1,29) y al pueblo para que se mantenga en la justicia de Dios. El nacimiento del niño ha recreado el poder del pueblo humillado; esto hizo estallar en Ana un cántico de victoria: "...los débiles se han hecho fuertes, mientras que el arco del fuerte se ha quebrado. Yavé levanta del polvo al desvalido y de la mugre saca al pobre. El guía los pasos de sus fieles y los malos desaparecen en las tinieblas, pues no es por la fuerza como triunfa el hombre". 1 Sam 2,5.8.9 4. NIÑO SOÑADO EN PLENA ESCLAVITUD Tiempos más atrás habían épocas aún más oscuras, como p. ej. la situación de esclavitud en Egipto. En medio de la opresión, el pueblo se dirigía a Yavé clamando justicia, ya que "clamor" es la queja contra la injusticia infligida. Esta consciencia les impedía resignarse y les animaba a continuar en resistencia con sueños de un futuro liberador que iba a nacer entre ellos. Nació Moisés, niño soñado en medio de la resistencia (Ex 2,1). Sus padres lo escondieron para salvarlo de la muerte. A los tres meses, la madre se ingenió una canastita impermeable en donde metió al bebé y lo puso entre los juncos del río Nilo; justamente en el lugar donde solía bañarse la hija del Faraón. Pues la familia del recién nacido soñaba que el niño podría ser salvado por aquella mujer para después poder salvar a su pueblo. Y así ocurrió. Al ser grande se despertó su sentido comunitario, sentido de justicia (Ex 2,11-12), y llegó el día de liberarles de la esclavitud. Después del paso por el Mar rojo, él, junto con su hermana Miriam y con todo el pueblo, cantó la victoria de la Justicia de Yavé. El sueño del pueblo se realizó en él: "Cantaré a Yavé que se hizo famoso, arrojando en el mar al caballo y su jinete. Yavé, mi fortaleza. a él le cantaré él fue mi salvación.. el Dios de mis padres, lo ensalzaré.." Ex 15,1-2 5. NIÑO SOÑADO EN TIEMPOS DE FUNDACION La fundación del pueblo de Dios comienza con el sueño de una pareja, Abrahán y Sara, que sale de su patria, de su cultura, de su familia, soñando con una nueva justicia. En esta búsqueda se encuentran con un Dios del pueblo quien les promete una tierra donde vivir este sueño, formando un pueblo nuevo. Sin embargo, la casa de Abrahán y Sara queda vacía, porque Sara es estéril. El sueño de un pueblo alternativo, que viva la justicia de Dios, queda congelado porque no nace el niño tan soñado. Tanto Abrahán como Sara tienen que saltar todas las barreras de lo posible para seguir soñando con un niño, con un pueblo. Y sólo cuando ya todo parece apagado, entonces reciben una visita que les reafirman en sus sueños. El niño que nace al año, se llamará Isaac (risa), es el cántico de victoria del Dios de la vida sobre la increatividad humana. El cántico de Sara es su propia risa: "Y justamente, ¿ahora que soy vieja, voy a dar a luz? ¿Pero hay algo imposible para Yavé?" Gen 18,13-14 Así como este niño nació superando lo imposible, así se fundó el pueblo, y así se refundará a lo largo de su historia con niños soñados. No extraña que el niño que va a recrear el mundo, Jesús, es fruto de sueños milenios de un pueblo frecuentemente en situaciones de imposibilidad. SEGUIR SOÑANDO… Si aún no somos totalmente inmediatistas, reconoceremos que el mirar hacia el futuro deviene de la capacidad de mirar hacia detrás, ya que el futuro tiene sus raíces en el pasado. Y si nos proyectamos audazmente hacia delante, es porque hemos tocado las últimas raíces del pasado, cuna de todo nuestra soñar con "algo nuevo que quiere nacer" (canción). Hoy muchos no se atreven a soñar con un futuro alternativo ni buscan audaces utopías, porque parece inoportuno en este momento de "involución". Con más razón es necesario mirar hacia atrás en busca de los sueños olvidados de aquellos niños soñados que renovaron la justicia de nuestro pueblo. Hacer memoria de ellos nos da capacidad para abrir futuro. En la raíz de todos los niños soñados en la Biblia, especialmente del niño Jesús, está el sueño de un pueblo nuevo, que quiere vivir una nueva justicia. Que en esta navidad 2000, la mirada al niño Jesús nos ilumine a descubrir los "niños soñados" de la propia historia paraguaya, llena de resistencia. Soñados por su pueblo en aquella época, nos impulsan hoy a soñar con cambios significativos y proyectarlos hacia un futuro alternativo. Noemí encarna con su vida trágica el destino trágico del pueblo. Y cuando todo parece oscuro, lleno de luto y envejecimiento, ella recupera el sueño perdido al nacer el niño. Recupera futuro para sí y para todo el pueblo porque se pone en vigor la justicia de Dios. Hoy muchos no se atreven a soñar con un futuro alternativo ni buscan audaces utopías, porque parece inoportuno en este momento de "involución". En la raíz de todos los niños soñados en la Biblia, especialmente del niño Jesús, está el sueño de un pueblo nuevo, que quiere vivir una nueva justicia.

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