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.PAGINA DEL EDITOR
   Hace 25 años
Hace 25 años, el 9 de Abril de 1976, las fuerzas de seguridad de la dictadura asaltaban el colegio de Cristo Rey. Unos meses antes el gobierno había ya intervenido administrativamente el colegio. Obligó a cambiar líneas pedagógicas, expulsó profesores e impuso directivos.
Hace 25 años, persiguiendo las siglas todavía hoy oscuras de OPM, el gobierno desplegó todo su aparato represivo golpeando a las gentes de las Ligas Agrarias Cristianas, los grupos universitarios y profesionales disidentes. Hace 25 años, la policía asaltaba la casa del matrimonio Shaerer Kanonnikoff, mataba a Juan Carlos Da Costa y acababa deteniendo a Guillermina y su marido Mario, que fue torturado hasta la muerte.
Hace 25 años, Abrahan Cue, en Misiones, se convirtió en escenario donde unas personas se ensañaban con campesinos que el único delito que habían cometido era el de organizarse para tratar de vivir de un modo más justo, más solidario.
Hace 25 años, un buen grupo de sacerdotes y religiosos, entre ellos un número de jesuitas, recibieron la visita de la Policía, fueron apresados, interrogados y, muchos de ellos, expulsados del país.
Nuestro recuerdo hoy quiere servir para tres cosas:
En primer lugar, queremos recuperar el testimonio de los testigos, un testimonio de valor, fe, esperanza, lucha. Cosas que tantas veces damos por supuestas en la actualidad han tenido para muchos un precio muy caro. Queremos darles la palabra.
En segundo lugar, queremos rendirles homenaje. Queremos mostrarles nuestro reconocimiento. Ellos supieron estar a la altura de las circunstancias de un tiempo difícil para la historia de esta sociedad nuestra. Con orgullo los recordamos. Con orgullo les manifestamos nuestra admiración.
Finalmente, en tercer lugar, queremos lanzar un mensaje que nos parece aprendido de ellos: participa. En los tiempos del régimen, el lema era "no te metas o te llevarás palo". Hoy, quizás con demasiada frecuencia, la imagen de la vida pública es tan deplorable, nuestros mensajes tan pesimistas, que parecen una invitación igualmente negativa: "no te metas que no sirve de nada". Convencidos estamos, sin embargo, de que esa es la única salida, que todos nos metamos, que todos nos empeñemos en participar, que todos digamos no a los políticos interesados en su propio beneficio, que todos pidamos a los mejores entre nosotros que ejerzan el noble oficio de buscar el bien común.
Hace 25 años, aquellos hombres y mujeres se metieron. Recibieron golpes. Fueron mártires. Nosotros recuperamos hoy su testimonio. Hoy, ahora, aquí, tenemos que aprender de ellos y sacar la única consecuencia posible: participa, implícate, comprométete. Este país, esta sociedad, es nuestra tarea.

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