En efecto, el pueblo se encuentra, en la práctica, en total indefensión,
pues las leyes y los discursos a la hora de la verdad son pura retórica.
Pero, lo que es más: el ciudadano común no tiene protagonismo
en nada y mucho menos en la participación para la democracia y
para el cambio.
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En San Juan Bautista se constituye la Contraloría Ciudadana con
características de la Contraloría General de la República
y de la Defensoría del Pueblo. Por eso, nace con este doble nombre,
tratando de ejercer las funciones de ambas instituciones, pero en sentido
muy popular. Trata de controlar, de acuerdo a sus posibilidades, el uso
y abuso de los bienes públicos, por un lado e interviene en defensa
de los Derechos Humanos en los casos que se les presentan, tanto individual
como colectivamente.
Poco a poco fue ganando terreno y obteniendo reconocimiento en la sociedad.
Los humildes y sencillos lo reconocieron muy pronto y se alegraron de
tener alguna entidad adonde recurrir en casos de necesidad. Las autoridades
y los poderosos se resistieron más y tardaron en darle algún
reconocimiento. La Contraloría ciudadana no
Y desconfianza que si no estuviera generado y apoyada por alguna figura
de la Iglesia jerárquica, habría tardado mucho más
en imponerse y ganar la dura batalla por la existencia y por el protagonismo
en la comunidad.
En realidad su logro más significativo es que llegado a inculcar
a la ciudadanía que ella tiene poder si está convencida
de ello y se organiza adecuadamente, no sólo para defenderse sino
sobre todo para protagonizar hechos significativos de cambios en la sociedad.
Estamos convencidos que si el pueblo no tiene la convicción y la
voluntad de organizarse, tampoco podrá defenderse de la múltiples
agresiones que de es objeto. Aún más: inevitablemente formará
parte de los excluidos, un fenómeno doloroso de nuestro continente
latinoamericano.
Fue alentador ver el crecimiento cuantitativo de la Contraloría
Ciudadana. Rápidamente se extendió en Misiones y otros departamentos
la Red de Contralorías Ciudadanas, conformadas por Contralorías
de San Juan Bautista, Ayolas, San Ignacio, Pilar, Encarnación,
Paraguari, Caaguazú y otras.
Este hecho es alentador y muy significativo. Es como una suerte de confederación
de organizaciones populares, lo que permitirá una lucha más
firme contra la corrupción y la impunidad, verdaderos cánceres
que corroen la vida democrática y los mismos cimientos del país.
Ha de ofrecer también interesantes alternativas para la articulación
ciudadana en esta débil democracia y otras iniciativas inéditas,
populares y efectivas en búsqueda de contraponer valores superiores
a los de la sociedad de consumo.
De hecho, la corta experiencia de tres años nos ha brindado satisfacciones
y logros impensados que van desde el arreglo de litigios domésticos,
pasando por casos judiciales hasta la remoción de autoridades comprobamos
en realidad, que un pueblo conciente y organizado puede pesar mucho en
la búsqueda de soluciones de, al menos, algunos problemas que aquejan
a la comunidad.
También tenemos la gran alegría y el sano orgullo de que
la Contraloría Ciudadana ha funcionado bien sin apoyo económico
alguno.
Esto da la pauta de que es posible hacer algo dentro de una sociedad marcada
fuertemente por el dinero que cuando se convierte en dios distorsiona
las cosas y convierte, en muchos casos, en esclavos y corruptos a sus
adoradores. Naturalmente la Contraloría Ciudadana tiene que estar
conformada por ciudadanos / as honestos, patriotas, idealistas...
Hemos de afirmar, que en nuestro país no todo está perdido.
Si bien es cierto que estamos asistiendo en una época de graves
crisis, no obstante, tenemos aún mucha reserva moral en el pueblo,
particularmente en el campesinado y en el de los jóvenes. Por esta
razón nadie pierda la esperanza de tiempos mejores y todos nos
pongamos a pergeñar una sociedad honesta, fraterna y solidaria.
Es y será el Paraguay que queremos.
Accion
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