La
falta de una política clara en todos los niveles, fomenta el engaño,
la manipulación y el robo, de los ricos hacia los pobres como entre
los pobres hacia ellos mismos. La falta de formación cívica
y la ausencia real y práctica de valores morales, éticos,
humanos y cristianos, genera una verdadera esclavitud piramidal, que.
va desde la explotación de todo tipo, especialmente de los más
indefensos y desprotegidos de la sociedad, los niños y jóvenes
(explotación sexual, laboral, educativa,...) hasta infiltrarse
en los diferentes ámbitos de nuestra población.
La vergonzosa corrupción institucionalizada en que vivimos, lleva
a nuestro país al límite máximo de pobreza y endeudamiento,
creando, entre otros, una brecha cada vez más profunda entre los
pocos que se apoderan de la mayor parte de la riqueza del país,
que no pocas veces es el fruto del sudor y sacrificio de nuestros campesinos,
y de los muchos que viven en la más terrible indigencia.
Todo esto, genera inseguridad y un futuro incierto, que afecta especialmente
a las mujeres, indígenas, campesinos, jóvenes y niños,
al sentirse abandonados a su suerte y sin referencias válidas,
que les lleva a recurrir a la droga, al alcoholismo, a la prostitución,
a la violencia y a toda clase de agresividad como escape a su triste realidad
y como consecuencia de las grandes carencias que padecen.
La cultura de la mentira hunde sus raíces en todos los ámbitos
de nuestra sociedad, frente a ello, nos sentimos interpelados e impulsados
como Religiosos y Religiosas, a buscar caminos que generen vida en la
realidad de nuestro pueblo, movidos especialmente por la mirada hacia
un Dios que se revela al hombre en su historia y va en su búsqueda,
movido por su corazón de Padre que quiere lo mejor para sus hijos
y detesta la injusticia, la falta de sensibilidad social y las falsas
promesas.
Esta certeza, es motivo de esperanza, de compromiso y exigencia por renovar
nuestra entrega, desde un estilo de vida coherente y auténtico,
abrasador y contagiante, perseverante y orante, para que nuestro pueblo
encuentre en nosotros y nosotras, personas con experiencias profundas
de presencia y permanencia del Señor en nuestras vidas y comprometidos
efectivamente y decididamente con su pueblo.
Hoy el Señor nos pide que anunciemos con nuestro testimonio de
vida su cercanía, su solidaridad, su misericordia y denunciemos
toda clase de injusticia con audacia y creatividad.
Que el amor sin limites de San Roque González de Santa Cruz y la
sencillez de la Santísima Virgen María, nos inspiren a perseverar
en unión y comunión con nuestro pueblo.
En nombre de las Religiosas y Religiosos del Paraguay:
P. Alfredo Haurón Torres
Presidente de la CONFERPAR
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