Sin
embargo el interés de toda la población para que la educación
llegue a todos y levante sus niveles de calidad, con la inquietud de los
educadores profesionales y la tenacidad esforzada de los responsables
de las políticas de educación, el Consejo Nacional de Educación
y Cultura (CONEC) y el Ministerio de Educación y Cultura (MEC)
están logrando que la educación continúe su proceso
de reforma y mantenga aún algunas esperanzas.
Estamos acabando el primer noveno grado de la Educación Escolar
Básica (EEB), están listos los profesionales y los instrumentos
para evaluar los primeros resultados de la reforma iniciada en 1993 y
está en marcha la consulta nacional, Departamento por Departamento,
sobre cómo debe hacerse la reforma de la Educación Media
y cómo deben ser en adelante los Bachilleratos y la Formación
Profesional de este nivel.
Es el momento de reflexionar, dialogar y buscar consensos sobre lo que
queremos, sobre cómo debe ser la Educación Media de aquí
en adelante. La reflexión, el diálogo y la búsqueda
de consensos debe ser compartida, por eso me ha parecido una excelente
idea aceptar la invitación de la revista ACCIÓN para poner
algunas ideas sobre qué es la reforma de la Educación Media
(EM), qué pretende ser, por qué se hace, para qué
y cómo se podría desarrollar.
Mi reflexión está inspirada en la plataforma de la Filosofía
de la educación. En este momento no me toca hacer un análisis
desde la perspectiva de los ejecutivos, de los realizadores, sino desde
la perspectiva de los primeros pasos de todo proceso de reforma en educación,
los pasos reflexivos de la filosofía. Algunos piensan que filosofar
es distanciarse de la realidad y volar por las alturas descarnadas de
la abstracción; que las filosofías, como las teorías,
sirven poco, porque no aterrizan en la realidad. La verdad es que la verdadera
filosofía es todo lo contrario es reflexionar sobre la realidad
no sólo para conocerla y desentrañarla, sino para poder
intervenir en ella y transformarla inteligentemente y con garantías
de estar orientados y acertar.
Qué
es la reforma de la E.M.
La primera
pregunta del filósofo se interesa por la naturaleza y la esencia
de las cosas. El filósofo se pregunta: "qué es";
en este caso, nos preguntamos "¿qué es la reforma de
la EM?". Incluso, se da un paso más preguntándonos,
"qué pretende ser".
Las dos preguntas apuntan a la esencia del proyecto y pueden recibir múltiples
respuestas, diferentes todas como lo puedan ser las perspectivas desde
las que se intente responder.
¿Es una actualización del subsistema escolar de este nivel
de la educación escolar?
¿Es una propuesta de revisión y de redefinición del
perfil de cómo queremos que sean los jóvenes?
¿Es un soporte fundamental para el desarrollo intelectual, de producción
de conocimientos, que necesita el país?
¿Es un replanteamiento de las funciones que deben ocupar los jóvenes
para el desarrollo social y económico del Paraguay?
¿Es la puesta en marcha de las bases para un nuevo modelo de sociedad?
¿Es una consolidación de nuestra identidad cultural?
Todas estas respuestas y otras muchas más posibles estarían
apuntando a objetivos deseados, a lo que se puede pretender con la reforma.
Hablando estrictamente ninguna nos da la esencia de la reforma.
Para identificar la naturaleza de la reforma, tal vez tendríamos
que recurrir a una definición descriptiva. Podríamos decir
algo así como que la reforma de la EM es un proceso administrativo
de acciones colectivas, que revisa y cambia lo que el actual sistema educativo
hace con los adolescentes de este nivel, para conseguir los objetivos
que nos proponemos.
Evidentemente que esta descripción está cargada de nuevas
preguntas : de qué clase de proceso se trata, qué tipo de
administración, de qué acciones colectivas hablamos, qué
se entiende por revisar y cambiar, de qué adolescentes nos estamos
ocupando, cuáles son esos objetivos propuestos, etc.. No obstante
la generalización propia de toda definición, la descripción
de sus componentes nos da pistas válidas para saber de qué
estamos hablando cuando decimos que estamos en la tarea de la reforma
de la EM.
Los presupuestos
filosóficos
El primer
presupuesto de la reforma es el carácter eminentemente social de
la educación. Educar es sobre todo una acción social. Consecuentemente
al pensar en la reforma de la educación hay que explicitar de alguna
manera el concepto o la clave social en que queremos ubicarla. La reflexión
sobre la educación, la filosofía de la educación,
debe coordinarse con la filosofía sobre la sociedad.
Actualmente podemos simplificar el panorama de la filosofía de
la sociedad en dos grandes corrientes: la de quienes consideran la sociedad
como "sistema", entre quienes vale la pena destacar a Niklas
Luhmann; y la de quienes consideran la sociedad como "mundo de vida",
entre quienes destacan Peter Berger y Thomas Luckmann. Si algún
lector de ACCIÓN está interesado en profundizar esta síntesis
puede leer el libro "Después de la modernidad. Nuevas filosofías
de la educación", escrito por Antoni J. Colom y Joan-Carles
Mélich, publicado en la editorial Paidós.
La reforma de la EM, si la sociedad es concebida como sistema, toma un
relieve y adquiere unas proporciones de trascendencia extraordinarias.
La reforma de la EM no es simplemente cambiar el currículo, preocuparse
por qué asignaturas quedarán y calcular cuántas horas
tendré que dedicar o cuántas horas de clase perderé
con este nuevo diseño. La reforma es desencadenar un proceso por
el que al cambiar una pieza del sistema, uno de sus elementos estructurales,
afecto a todo el sistema no sólo educativo, sino social, y provoco
tensiones y cambios en toda la sociedad.
No estamos acostumbrados a pensar que lo que se haga en las aulas de la
EM, incluso en el mejor de los bachilleratos, pueda afectar a cambios
fundamentales de la sociedad. Para comprender la trascendencia de los
adolescentes, de la visión que ellos tengan del mundo, de su ubicación
e intervención en el escenario de la sociedad, sería bueno
recordar los movimientos contraculturales de jóvenes que levantaron
crisis profundas en comunidades de occidente, como los del movimiento
beat, los hippies o, si se quiere, mejor aún el mayo 68 de París.
La brevedad de este artículo no me permite desarrollar el tema,
pero invito a los lectores interesados a leer a los analistas, como Paul
Ricoeur, que más se han ocupado de la subida de la imaginación
al poder, de los movimientos contraculturales juveniles y sus consecuencias.
Si la reforma de la EM es un fracaso, el costo será altísimo
para el presente, para el futuro inmediato y para el futuro remoto del
país. Si es un éxito, recogeremos frutos cargados de nuevas
realidades que hoy son puro sueño.
Tomar como clave de interpretación y como teoría social
para el proyecto la propuesta de los filósofos que ven a la sociedad
como un "mundo de vida", inspirados en la fenomenología
del último Husserl, puede darnos elementos vitales para encarar
la reforma y esperar de ella los resultados deseados. Hay manifestaciones,
fenómenos sociales, en nuestra juventud que la reforma no puede
olvidar o marginar. Los educadores tenemos que preguntarnos por qué
la mayoría de los actuales estudiantes de secundaria no estudian
ni encuentran interés alguno en hacerlo, por qué son tan
capaces para sus proyectos de fiestas y deportes y resultan tan poco expresivos
y creativos en las aulas, por qué los adolescentes buscan evadirse
de la realidad con música impactante, con alcohol y otras drogas,
cuando son capaces de comprometerse hasta dar la vida por una causa justa
incluso de corte netamente político, como fue el marzo paraguayo.
Hay otras muchas preguntas sobre otros fenómenos y manifestaciones
impresionantes de nuestros adolescentes en sus microcomunidades y en su
proyección social.
La reforma tiene que plantearse de manera que pueda dar respuesta satisfactoria
a estas manifestaciones juveniles. La capacidad de iniciativa y acción
de los jóvenes, su creatividad, su sentido de libertad y el inquieto
deseo de autonomía, su acceso a la información por su constante
relación con los medios de comunicación, su facilidad para
el uso de nuevos lenguajes, etc., difícilmente encuentran lugar
en el aula.
Sería un error proponer una reforma que sólo mire a las
ciencias y a los conocimientos y prescinda de los fenómenos que
revelan el verdadero estado y la vocación humana de la adolescencia
y la juventud. La reforma no busca solamente el desarrollo científico,
tecnológico y económico-laboral, busca, sobre todo, el desarrollo
humano y el consiguiente desarrollo social y político, de cada
estudiante y de la comunidad.
Las dos corrientes citadas pueden ser reconsideradas desde filosofías
tan críticas y vitales como la de Habermas y la de Rawls. Habermas
con su propuesta de la "acción comunicativa", pone el
acento en la comunicación como factor constituyente de sociedad.
Un tema apasionante a la hora de pensar en una reforma educativa para
la adolescencia, etapa de vida en la que la comunicación es substantiva.
Rawls por su parte pone el acento en la justicia, como factor generador
y condición indispensable para que exista sociedad. Otro tema medular
a la hora de pensar en la adolescencia, en la primera juventud, en la
que los sentimientos de justicia son extraordinariamente recios y motivadores.
Quiero decir que la reforma de la EM debe plantearse en el escenario de
alguna filosofía social y que cualquiera de las actualmente más
importantes puede inspirar planes de reforma que superan la acostumbrada
y limitada propuesta curricular.
El por qué, el para qué y el cómo filosóficos
La reforma de la EM se justifica sobradamente; bastaría recordar
algunas informaciones sobre los diagnósticos que se han hecho del
estado actual de la educación que ahora llamamos secundaria. Grave
inequidad al dejar fuera del sistema al 60% de los adolescentes; bajos
resultados con pobres rendimientos; alta repitencia y deserción;
asimetría injusta entre la zona rural y la zona urbana; ruptura
de continuidad del Bachillerato con la Universidad, imponiendo cursos
y cursillos de preparación para el ingreso; insuficiente infraestructura
con escasez extrema de colegios (unos 1.800 frente a unas 6.800 escuelas);
deficiente capacitación para la vida y el trabajo; ausencia de
la formación ética; escasa capacitación y profesionalidad
pedagógica de los profesores, etc.
Si consideramos la situación de nuestra educación media
en comparación con la de los países de la región
o si ponderamos las crecientes exigencias de los estudios superiores y
del mundo del trabajo, por el desarrollo y los acelerados cambios de las
ciencias y las tecnologías, se hará más evidente
aún la necesidad de reformar nuestra EM.
Hay además razones culturales que son mucho más profundas
y que requieren urgente atención, no sólo por la problemática
del bilingüismo, sino por la pujante influencia de la cultura propiamente
juvenil. Junto a esto debemos citar los problemas de género y la
crisis económica que afecta muy directamente a las posibilidades
reales de incorporar adolescentes a la EM.
Es obvio, nuestra educación secundaria, en general, y nuestro actual
bachillerato en concreto necesitan una urgente reforma. No sirven, no
están actualizados ni responden a las exigencias de la sociedad
presente y, menos aún, del futuro inmediato y remoto.
El debate
se hace más apasionante si pensamos en los fines y objetivos de
la EM. Hay coincidencias en algunos objetivos, pero no todos tenemos la
misma visión sobre la naturaleza de la EM, empezando por discutir
si la EM debe tener autonomía o debe ser considerada simplemente
como una etapa propedéutica, es decir, de preparación para
las alternativas posteriores.
Las diferentes concepciones humanísticas y sociales, así
como las posibles diferencias ideológicas deben ponerse sobre la
mesa del diálogo para llegar a un consenso lo más universal
posible.
Dar respuesta al cómo filosófico, no al cómo operativo,
requiere más profesionalidad y especialización. Son los
profesionales de la educación principalmente quienes tendrán
que dialogar sobre qué teoría o teorías del conocimiento,
del aprendizaje, del currículo, de la didáctica, de la evaluación,
de las tecnologías educativas, etc., inspirarán el quehacer
de los profesores que asuman la reforma.
Para este diálogo sobre la reforma de la EM estamos todos invitados.
Los alumnos porque son los protagonistas, los profesores porque son actores
principales para facilitar los procesos, los padres y madres porque comparten
con sus hijos las responsabilidades de decisión, los directivos
porque toda reforma pasa necesariamente por la gestión, la opinión
pública, especialmente representada por los medios de comunicación
social porque tienen la responsabilidad de informar, orientar y proponer,
los políticos porque con su participación en el poder contribuirán
a la definición y viabilidad de las políticas necesarias,
el MEC porque encarna al Ejecutivo y necesita continuar la reforma de
sí mismo, las Gobernaciones y Municipalidades porque están
comprometidos por la Constitución y la Ley General de Educación,
el Poder Legislativo porque tendrá que actualizar y crear leyes
aptas para el proyecto de la reforma, el Poder Judicial porque debe velar
por el cumplimiento de las leyes, para que todo sea justo y para que la
justicia y el derecho sean para todos.
En resumen, la reforma educativa de la EM es responsabilidad de todos.
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