Para
empezar, ambos llegaron tarde. Veinticinco minutos tarde, Enrique Riera;
dos minutos después, Carlos Fi-lizzola. Se saludaron de forma fría
y distante cuando ya no les quedó más remedio que mirarse
frente a frente, allí, en la mesa desde la que nos hablaron.
Ricardo Ruíz, presidente de la CVX de Paraguay, y Osvaldo Casal,
del Consejo Pastoral de la parroquia de Cristo Rey, oficiaron de moderadores.
Indicaron a los dos candidatos la naturaleza del acto, rogándoles
a ambos que evitaran alusiones personales. A los demás asistentes
nos recordaron que no se trataba de otra cosa que tratar de valorar las
pro-puestas que ambos invitados tenían para la ciudadanía
asuncena. La hora y media que duró el acto transcurrió en
un ambiente de suficiente respeto.
Demasiadas
cosas iguales
Cuesta mucho
encontrar las diferencias en los contenidos programáticos escuchados
aquella noche del miércoles 3 de Octubre. Faltaba mes y medio para
la próxima celebración de las elecciones a la municipalidad
y los que allí nos re-unimos no pudimos obtener demasiadas pistas
para distinguir las propuestas de uno y otro candidato.
En los cinco minutos iniciales concedidos a cada uno, ambos se comportaron
de forma similar: usaron el papel guión que habíamos elaborado
gracias a los talleres de Acción Local y de Decidamos para presentarnos
algunas de sus inquietudes. Riera, más metódico, metido
en su papel desde el inicio, contestó una por una y sumariamente
las pregun-tas del guión. Filizzola, que comenzó la noche
un tanto ausente, eligió como punto inicial de su propuesta la
temática de la franja costera. Nos recordó que ya durante
su anterior mandato se había elaborado el plan. Tomó seis
minutos más de los que se le había concedido. Riera apenas
había sobrepasado en dos minutos ese tiempo.
Las propuestas de Riera y de Filizzola para temas como los niños
de la calle, el exceso de planilleros en la adminis-tración municipal,
el deterioro de los servicios públicos o la existencia de barrios
y viviendas marginales, parecían ela-boradas y pensadas por los
mismos técnicos.
Tres temas
y Tres respuestas diferentes
El primer
tema, durante la introducción, tuvo como materia el basural de
Caterura. Enrique Riera habló de diferen-tes soluciones. No resultaba
fácil entender cuál era su propuesta que, supongo, encontraremos
más especificada en su programa de gobierno. Sea lo que sea que
dijo, no podía dejar descontento a nadie. Era, según nos
dijo, "una propuesta hecha por un intendente con sensibilidad social".
Quizás fue más sorprendente la respuesta de Carlos Filizzola.
Co-menzó contundente: "El basural tiene que salir de Cateura".
Todo su discurso sobre el tema fue hecho de ligeras pin-celadas en torno
al deterioro del medio ambiente (al que ya había aludido también
el Dr. Riera) y a diversos emplaza-mientos posibles en el área
metropolitana. Filizzola no hizo ni una sola alusión a una pregunta
que quedaba claramente planteada: ¿qué pasa con las personas
que viven del reciclado? ¿Qué pasa con los gancheros y sus
familias?
El segundo tema partió de la intervención de alguien del
público. Se presentó y, sin demasiados prolegómenos,
so-licitó de ambos intendentables que se comprometieran delante
de todos nosotros a rebajar los sueldos del próximo in-tendente
y de los miembros de la Junta Municipal a los niveles del sueldo mínimo.
Enrique Riera habló de la importan-cia que tenían los técnicos.
Señaló que con sueldos miserables, los mejores técnicos
abandonaban el campo de lo públi-co para prestar sus servicios
a empresas privadas. El Dr Filizzola captó que había una
ocasión para apuntarse un tanto y aseguró que los sueldos
eran exagerados. "Casi como un senador", dijo al señalar
el sueldo del Intendente. Después de breves consideraciones se
comprometió a rebajar al cincuenta por ciento el sueldo del Intendente
y de la Junta Munici-pal. Fue uno de los pocos momentos en los que la
gente se animó a aplaudir algo más que lo que señalaba
la cortesía. El propio Riera entendió el momento y aplaudió
con intensidad el compromiso de Filizzola, como quien pretendiera con
el gesto mostrar el mismo compromiso.
El tercer tema, ya avanzada la hora, apareció cuando desde el público
se preguntó: "¿De dónde van a sacar ustedes
financiación para esos proyectos millonarios?" Filizzola,
en segundo lugar, tan concretas o claras como hubiéramos de-seado.
Riera afirmó contar ya con financiadores privados para sus diferentes
proyectos. Al día siguiente, recordando este momento, una experta
en administración comentaba contundentemente: "Solo mentiras".
Se trataba de una pre-gunta importante y ambos la desaprovecharon. A lo
largo del taller preparatorio a todos nos había quedado claro que
el tema no estaba en escuchar promesas, sino en tener la respuesta para
estas preguntas: ¿Cuándo van a hacer? ¿Cómo
van a financiar? ¿Con qué competencia política cuentan?
¿Qué estudios técnicos lo avalan? Creo que ambos
candidatos perdieron ahí la ocasión para contarnos más
concretamente esas propuestas que imaginamos mejor explicadas en sus respectivos
programas.
Algunos
detalles
Entre los
múltiples detalles de esta comparecencia, la memoria que deja la
presencia de Carlos Filizzola puede que-dar enmarcada por un mensaje y
por un gesto. El gesto es su mirada, casi siempre recorriendo al público.
Quienes está-bamos frente a él, teníamos por momentos
la impresión de que nos miraba fijamente, como si pretendiera tener
una conversación personal con cada uno de nosotros. Sin embargo,
no con la calidez y la cercanía que solemos atribuir a los candidatos
políticos, sino con cierta distancia, cierta seguridad en sí
mismo. La frase más repetida por el candidato Fi-lizzola fue ésta:
"No vengo a prometerles nada, ustedes ya saben lo que yo hice".
Es, sin duda, buen modo de argu-mentar, recordar las propias actuaciones.
Sin embargo, la continua apelación a esa idea parecía negar
la existencia de novedades, de propuestas diferentes a las que en su día
hiciera Asunción Para Todos. Además, esa buena estrategia
de apelar al pasado, tiene, también, sin embargo, la necesidad
de afrontar una memoria menos victoriosa: aquel inci-dente financiero
que, a lo menos, parecería indicar cierta incompetencia o descuido
en el manejo de los fondos públicos.
Durante todo el encuentro Enrique Riera parecía tenso. Cuando no
tomaba la palabra mantenía la mirada baja, y leía o escribía
sobre los folios que tenía delante. Estuvo ágil con la palabra.
Mostró cualidades de orador. Es y se mostró como un hombre
con capacidad de brillar ante un público que, más de una
vez, quiso comprometerlo con la tradición de un partido al que,
en el ambiente de Cristo Rey, se puede recordar como responsable de atropellos
stronistas y utiliza-ción prebendarista del estado. Se esforzó
en recordarnos que su padre había sido perseguido por Stroëssner
y que él quería representar a un coloradismo sano. Esta
estrategia también muestra sus fisuras: si Riera defiende posturas
que lo distancian tanto de la praxis normal de buena parte de su partido,
¿qué nos debe hacer creer que su partido va a apoyarlo en
su gestión municipal? De hecho, alguno de los participantes preguntó
en qué sentido Riera sería, en caso de ser ele-gido, el
intendente de todos o, únicamente, el intendente de la "reconquista"
colorada de Asunción. La respuesta del candidato no sirvió
para disipar las sospechas.
Una anécdota
personal para acabar
En nombre
del Proyecto Agentes Multiplicadores de los Jesuitas del Paraguay tomé
la palabra para concluir el acto. Eran los días en que estábamos
de conflicto con Corposana en Bañado Sur. Sabía que a la
misma hora que estábamos teniendo el acto, se estaba teniendo una
asamblea de diferentes vecinos en la que participaban también mis
compañeros de la Capellanía Cristo Solidario. Se discutía
con qué medidas revertir el corte absolutamente inmoral de agua
que su-fríamos. Así que, tras recordar a los asistentes
que rellenaran la encuesta y la dejaran sobre sus sillas, comenté
que te-níamos los jesuitas el privilegio de vivir y trabajar con
los vecinos de un barrio al que se había cortado el agua. No era
una pregunta, sólo un dato más, un comentario. Agradecí
a los asistentes y, sobre todo, a los dos candidatos que se ha-bían
prestado a participar en el encuentro.
Tras los aplausos finales, Enrique Riera se me acercó: "Padre,
dígame concretamente cuál es el asunto, yo se lo so-lucionaré".
Me impresionó que Riera pretendiera ofrecerme una solución
personal como si él, el candidato, manejara ya los hilos de Corposana.
Le comenté que era un problema de mucha gente y que tendrían
que resolverlo las institucio-nes. Luego le agradecí su presencia
en nuestro acto y le dejé en conversación con una vecina
del bajo y, safándome del cerco, me dirigí a saludar y agradecer
igualmente su presencia a Carlos Filizzola.
Cuando llegué al Barrio me encontré en casa a Dina Caballero
y a Carlos Benítez sj . Me comentaron la asamblea que habían
tenido. Me dijeron que la gente del barrio sospechaba que algunos miembros
de asociaciones del barrio es-taban haciendo el camino para que un candidato
apareciera como el salvador en nuestra situación. Los rumores apunta-ban
a que algunas personas de Cobasur estaban haciendo ese papel. Enseguida
recordé que en un momento del panel, al ser preguntado a cerca
de Bañado Sur, Enrique Riera había asegurado que cualquier
actuación en el barrio se haría mediando el diálogo
con Cobasur. Ojalá que ni el candidato colorado ni ningún
otro sigan en esa tradición de actuar político que consiste
en favorecer las presencias "amigas" y en tratar de crear clientes
donde únicamente debieran exis-tir ciudadanos.
Accion
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