PACIENCIA HISTÓRICA ACTIVA
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Paciencia La llamamos paciencia, aunque no es resignación. Definimos la paciencia como la virtud que es capaz de esperar. Ciertamente no con los brazos. Pero esperando. No que venga un "milagrito", si en la fortaleza de un aguante, que lleva consigo dominio propio de lo que nos rodea y de los que quieren que atropellemos, sin que existan todavía las circunstancias ni subjetivas ni objetivas necesarias para conseguir lo que se anhela. Histórica Esta paciencia tiene
un adjetivo: es histórica. Lo cual significa que está imbuida,
plena, impregnada desde dentro y encarnada en el seno del proyecto histórico
que estamos viviendo en el Paraguay. Activa Todavía añadimos
un segundo adjetivo: esta paciencia dolorosamente histórica no
se queda quieta. Es activa. O sea está buscando por todos los medios
el cambio, y la transformación. Lo cual si deseado es señal
de vitalidad, en su realización es un sufrimiento indescriptible.
En la noche oscura no se encuentran los caminos. En el desierto todos
son caminos, pero no llevan a ninguna parte. Y llegamos a convencernos
de que "no se puede hacer nada". Por eso vencer el límite
de la inactividad derrotada es lo más difícil en un estado
histórico de corrupción, apatía y desesperanza. Una virtud para los fuertes El sistema está
lo suficientemente afianzado como para sospechar que lo tenemos para largo.
Para cinco o diez años. Pero ciertamente el Paraguay Jaipotáva
será una realidad. Y una de las claves de su realización
está en esta paciencia histórica activa. Si la logramos
activar los gérmenes de los "fueguitos" de los que habla
el periodista Andrés Colmán se pueden convertir en un incendio
que transforme nuestro país. Yo diría que las "plantitas"
que ya están creciendo se convertirán en bosques. Así
el Paraguay Jaipotáva será lo que fuimos en los mejores
tiempos, y todavía mucho más.
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