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PACIENCIA HISTÓRICA ACTIVA
"Cabalgar
sobre la vida sin bajarse de ella lleva consigo una gran ventaja: siempre
avanza y se aprende. Los golpes bajos de una lacerante realidad paraguaya
me hicieron escribir: "Ni sabemos, ni podemos, ni queremos"
(Acción abril 2001). Luego y sin negar lo anterior, "Un sano
realismo" (mayo 2001), la misma vida me mostró dos cosas:
el camino es largo, pero podemos llegar a algo. Este mes de junio me está
recordando una virtud que olvidé con las prisas: la paciencia histórica
activa".
Francisco de
Paula Oliva s.j.
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Paciencia
La llamamos paciencia,
aunque no es resignación. Definimos la paciencia como la virtud
que es capaz de esperar. Ciertamente no con los brazos. Pero esperando.
No que venga un "milagrito", si en la fortaleza de un aguante,
que lleva consigo dominio propio de lo que nos rodea y de los que quieren
que atropellemos, sin que existan todavía las circunstancias ni
subjetivas ni objetivas necesarias para conseguir lo que se anhela.
Histórica
Esta paciencia tiene
un adjetivo: es histórica. Lo cual significa que está imbuida,
plena, impregnada desde dentro y encarnada en el seno del proyecto histórico
que estamos viviendo en el Paraguay.
Un proyecto que arrastra las consecuencias de una dictadura que nos marcó
a todos. Desde entonces el Pueblo sigue depositando en el jefe de turno
su responsabilidad a cambio de una dependencia que lo ata. Esto ha creado
en las bases apatía, indiferencia. Y a las autoridades le ha dejado
las manos libres para robar y robar impunemente. Exiliado el dictador
el partido, el movimiento dentro del partido o el último mesías
han tomado su lugar. Por eso seguimos en un Paraguay dividido y subdivido.
Todo ello teñido de miedo, de amenazas y de mucho, demasiado, fanatismo
sectario. Todavía es difícil, si no imposible, consensuar
entre nosotros posturas antagónicas. Añadamos finalmente
la corrupción. El viejo dictador sabía que su poder tenía
un precio: la compra de la fidelidad ajena. Y compró conciencias
con favores. Desgraciadamente "los cachorrillos" que tenía
entonces bien atados a su voluntad, con la democracia se vieron sin cadenas.
Y se multiplicaron las cabezas de la corrupción. Actualmente no
nos encontramos con infinitos actos de corrupción, ni siquiera
con una red de ella. Históricamente vivimos en un estado de corrupción.
Y en un estado de corrupción, los que denuncian los actos o las
estructuras de corrupción son perseguidos por la justicia y no
los corruptos. Vivimos en un sistema que nos lleva a cometer "fácilmente"
la corrupción. Esta es la historia donde vive nuestro aguante,
espera y paciencia. Por cierto, nada fácil. Pero inmersos en ella
estamos.
Activa
Todavía añadimos
un segundo adjetivo: esta paciencia dolorosamente histórica no
se queda quieta. Es activa. O sea está buscando por todos los medios
el cambio, y la transformación. Lo cual si deseado es señal
de vitalidad, en su realización es un sufrimiento indescriptible.
En la noche oscura no se encuentran los caminos. En el desierto todos
son caminos, pero no llevan a ninguna parte. Y llegamos a convencernos
de que "no se puede hacer nada". Por eso vencer el límite
de la inactividad derrotada es lo más difícil en un estado
histórico de corrupción, apatía y desesperanza.
Luego, vendría el acertar. El saber elegir las estrategias y tácticas
posibles y eficaces. Y todo desde la soledad de una oposición al
sistema, a la que pocos se apuntan porque ya están comprometidos
con el incipiente consumismo.
Una virtud para
los fuertes
El sistema está
lo suficientemente afianzado como para sospechar que lo tenemos para largo.
Para cinco o diez años. Pero ciertamente el Paraguay Jaipotáva
será una realidad. Y una de las claves de su realización
está en esta paciencia histórica activa. Si la logramos
activar los gérmenes de los "fueguitos" de los que habla
el periodista Andrés Colmán se pueden convertir en un incendio
que transforme nuestro país. Yo diría que las "plantitas"
que ya están creciendo se convertirán en bosques. Así
el Paraguay Jaipotáva será lo que fuimos en los mejores
tiempos, y todavía mucho más.
Accion
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