Misión
común, Iglesias diferentes
"Pero
además, nuestra separación, nuestros enfrentamientos como
cristianos, son un golpe al Evan-gelio", señala el pastor
Stephan: "Hemos olvidado que tenemos que complementarnos para ser
testimo-nio común. Como Iglesias separadas perdemos credibilidad
y nos desorientamos nosotros mismos".
"Yo creo que la Escritura ilumina algo nuestra situación",
indica Alfred: "Ante la ausencia de Dios, ante los problemas y la
oscuridad, la visión bíblica es doble: por un lado, nos
reconocemos en pecado, Dios nos deja por nuestro pecado, tenemos que cambiar,
convertir nuestro corazón y volvernos a Dios; pero no es la única
propuesta bíblica, está también esta otra: estamos
en un momento de oscuridad que exige de nosotros fe, perseverancia, lealtad,
como la de Job". Todos escuchamos con atención al biblista
Neufeld. Nos sonríe y continúa: "Como cristianos que
no somos capaces de estar unidos, creo que am-bas posturas nos afectan.
Tenemos que hacer por cambiar, por convertirnos, y tenemos también
que vi-vir en la esperanza, en la fe, en la fidelidad. Yo creo que hay
cosas que podemos hacer juntos, hay cam-pos en los que debemos trabajar
juntos desde ahora mismo: el valor de la familia, la oposición
a las me-didas violentas, la injusticia y la pobreza, etc. Es un campo
rico para nuestra acción común, una tarea para la que los
cristianos tenemos que sentirnos preparados".
El Pa'i Valpuesta insiste en la necesidad de unidad: "Para los católicos,
las propuestas de Puebla fue-ron muy claras: la unidad de las Iglesias,
respetando con libertad muchas diferencias, aumentando la cooperación,
es un signo, un ejemplo, un instrumento con el que ayudar a nuestra sociedad".
Otros
dioses, otros valores
"También
existen otros dioses que compiten", señala Lucas López:
"Los valores del Evangelio no son los únicos valores en este
mundo. Hay cosas como el consumismo, el dinero, la comodidad, la efi-cacia
comercial, etc., que han sustituido a valores como la responsabilidad,
la libertad, la solidaridad, el sacrificio personal. Yo entiendo que los
medios de comunicación masivos son campo abonado para una cultura
de la superficialidad, para propuestas que se basan en la pura instintividad
humana, para hacer-nos funcionar desde un mecanismo complejo de estímulo
y respuesta, sin tiempo para la reflexión".
"Es cierto que notamos la falta de una espiritualidad para la resistencia
ante todos esos valores", asiente el doctor Neufeld.
"El tema de los valores, de los valores alternativos, es efectivamente
un tema difícil", señala sosega-damente el pastor Stephan.
"Es curioso lo que sucede, por ejemplo, con los empresarios que se
llaman cristianos. Yo creo que la dinámica empresarial les engulle
y acaban por tergiversar sus valores muchas veces. Probablemente no se
deba generalizar, pero ¿cuántas personas no conocemos que
con valores cristianos acaban por vivir para el trabajo, para la ganancia
económica, sin saber poner límites? Cuando ellos mismos
caen en la cuenta de cómo les va la vida, argumentan que si no
crecen se los come la com-petencia".
"Sin embargo, hay en la comunidad empresarial de este país
cosas muy interesantes también", inter-viene Alfred Neufeld.
"En nuestra comunidad hay un seminario entre empresarios y teólogos
que refle-xionamos sobre la ética de la empresa. De todos modos,
muchas veces falta una ética propia que no de-be descuidarse. Yo
creo que la renuncia cristiana, tiene que afectar también la ética
de la empresa".
"Yo tengo la impresión", comenta Everardo Stephan, "de
que la generación inicial de inmigrantes de nuestras Iglesias tuvieron
un sentido social y solidario que no fue necesariamente seguido por sus
hijos. Creo que es lógico: la mentalidad del emigrante es siempre
más sacrificada y luego nos vamos acomo-dando".
Los retos
pendientes
Alfred Neufeld
toma la iniciativa. Se trata de hablar de qué retos tienen por
delante las Iglesias Cris-tianas del Paraguay: "Debemos ser realistas,
hay diferencias muy claras en algunos campos que, hoy por hoy, no pueden
ser superadas. Pero podemos fortalecer afinidades. Así fue la Coordinadora
(de Iglesias Cristianas) Yo creo que hay mucha afinidad en el análisis
político, en los valores, en la educa-ción y también
en los temas de desarrollo comunitario: muchas veces ya estamos haciendo
cosas juntos, potenciando juntos determinados eventos sociales. Voy a
ir más lejos: incluso la polémica Dominus Ie-sus, publicada
por Roma, tiene para nosotros elementos muy valiosos, como la centralidad
de Jesucristo. Pues bien, yo creo que ese es el camino de nuestra tarea
común: el seguimiento de Jesucristo, puesto que es Él el
elemento aglutinador.
"Efectivamente hay un campo práctico de actuación común
que debemos, que podemos potenciar", subraya Everardo Stephan: "Sería
un error remarcar nuestras diferencias".
"Yo creo que hay un listado de temas, ya señalados antes,
en los que tenemos un trabajo común muy claro", insiste José
Valpuesta: "El tema de la vida es un reto claro, el tema de la familia.
El tema de la paz, la violencia intrafamiliar".
"Ese tema de la paz nos es muy querido", habla el Dr. Neufeld,
de la comunidad Menonita: "Hay un trabajo lindo que hacer en el campo
de la resolución de conflictos, que es urgente y muy útil.
Ver los conflictos en positivo, como un campo de actuación en positivo".
Se detiene Alfred y nos indica que hay otros dos campos, no tan sencillos,
en los que él cree ver un campo de actuación en común:
"Yo creo que hay que recuperar una cierta disciplina frente a la
corrupción. Creo que las Iglesias tienen que tomar medidas claras
en las que muestren su rechazo a la corrupción y, siguiendo la
línea paulina, con amor, con misericordia, se indique a esos hermanos
nuestros que actúan de esa manera, que así no se puede estar
en comunión con las Iglesias". Escuchamos su propuesta desde
el silencio meditativo: las medidas disciplinarias deben ser usadas con
cautela y como instrumento para la misericordia, esa ha sido la propuesta
de Neufeld. "Ya sé", insiste él mismo, "que
tenemos que andar con mucho cuidado en es-tas cosas, porque todos tenemos
memoria de lo que ha significado el abuso de la corrección fraterna.
Pero ahora no podemos eludir ese deber como cristianos, el de corregir
a aquellos hermanos nuestros que van por caminos de destrucción
para sí mismos y para esta sociedad".
"A veces pedimos a los partidos políticos que sean duros con
sus miembros, que sometan a disciplina a quienes se muestran corruptos",
reconoce el pastor Stephan, "pero eso mismo no lo hacemos los cris-tianos
con nuestra propia gente".
"También yo siento ese deber", acoge José Valpuesta.
"Es claro que tiene que hacerse desde la mise-ricordia, al estilo
paulino: hay que hacer notar que ese no es el camino, que así no
se puede ser cristiano, con la esperanza de que de esa manera el otro
vuelva a casa".
"Y hay otro tema que me parece haberle oído a Milda Rivarola",
retoma la palabra Alfred Neufeld. "Me refiero a que hay que hacer
algo con nuestra historia. No puede ser que los cristianos miremos pa-sivamente
cómo la historia del Paraguay se construye sobre una mística
militar y violenta. Hay que re-cuperar otros valores que están
en nuestra historia y que hemos dejado olvidados en un cajón oscuro
de la memoria". (Valdría aquí hacer una referencia
a los valores de los pueblos indígenas que nunca se respetaron
desde la conquista del blanco?)
Hemos entrado en una fase de la conversación que parece más
una lluvia de ideas: ¿qué retos comu-nes tienen las Iglesias
cristianas del Paraguay? ¿qué cosas pueden ayudar y qué
cosas conviene evitar en estos momentos? Hablamos de nuevo del clamor
de los pobres como el lugar teológico fundamental, el compromiso
con los marginados como una tarea de todo cristiano, de todas las Iglesias.
Se habla de en-cuentros de oración, de acercamientos litúrgicos;
pero se insiste en que la reflexión común sobre el Cristo
que vive en nuestra sociedad y sobre nuestros comportamientos es muy importante.
Quizás ahora mismo no debemos centrar toda nuestra atención
en la urgencia que levanta la crisis, sino que debemos proponernos una
reflexión, una búsqueda de ideas, para poder en su día
actuar bien. La idea de catolici-dad como algo propio de todas las Iglesias.
Nos levantamos de la mesa con el propósito de seguir en-contrándonos,
de seguir hablando, de nuestra experiencia de Jesucristo, del reto que
los cristianos, todos, todas las Iglesias, pueden sentir como llamada
del Señor aquí, en Paraguay.
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