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Nº
217
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Hablemos
de nuevo del clamor de los pobres como el lugar teológico
fundamental, el compromiso con los marginados como una tarea de
todo cristiano, de todas las Iglesias. Quizás ahora mismo
no debemos centrar toda nuestra atención en la urgencia
que levanta la crisis, sino que debemos proponernos una reflexión,
una búsqueda de ideas para poder en su día actuar
bien.
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SETIEMBRE
2001
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